El femicidio de Agustina Fernández va camino a juicio. Desde la Justicia de Cipolletti discute la acusación de Pablo Parra, el vecino bastante mayor de la estudiante de medicina oriunda de La Pampa. La fiscalía planteó que el único acusado estaba obsesionado con ella, quería formalizar una relación y ella había arrancado una historia con otro joven. La defensa plantea derribarla y que se investigue como un hecho de inseguridad, un crimen en ocasión de robo.
Agustina fue atacada salvajemente el 2 de julio del año pasado, los golpes en su cabeza le causaron muerte cerebral, por lo que su familia decidió autorizar la donación de órganos y dos días después se realizó la ablación. La Justicia rionegrina estuvo perdida durante meses y hasta presentó un identikit del presunto autor. Pero en diciembre, una prueba de ADN a un minúsculo trozo de tela cambió todo.
El fiscal Jefe, Santiago Márquez Gauna, presentó su teoría en base a un pedacito de tela encontrado en el alambre del paredón trasero del departamento de Parra, que tenía rastros genéticos de él. Y al análisis de las varias horas de cámaras de seguridad en la que el perito Eduardo Prueger tiró abajo la coartada del petrolero de 39 años.
El criminólogo neuquino detectó que el auto de Parra estacionó a unos 600 metros de su departamento. Oportunidad que le permitió volver e ingresar por un baldío y atacar a Agustina.
Para el abogado defensor, Juan Manuel Coto, la teoría presentada por la fiscalía no es real. Y todo se trató de un hecho de inseguridad. “Un robo planificado”, explicó en "La Primera Mañana" de 24/7 Canal de Noticias y AM 550.
El profesional detalló que no se trata de un femicidio, sino que el o los delincuentes que atacaron a la joven estudiante de 19 años, no sabían que Parra tenía una relación estrecha con su vecina, y que esperaron que salga para entrar a robar. Y una ves adentró se encontraron con Agustina.
Con respecto al trozo de buzo, Coto planteó las mismas irregularidades que surgieron el día de la acusación. Además del ADN de Parra, en el pedazo de tela apareció material genético de otra persona, de una mujer policía que levantó el rastro.
Aseguró que el día que se produjo esa prueba, el testigo que firmó el hallazgo fue Parra, entonces como se contaminó con el ADN de la perito de Criminalística, también se puede haber contaminado con el de Parra.
Agustina había tenido una relación esporádica con su vecino. Aunque el quería formalizar, ella se negaba. Es más, también tenía un vínculo con el mozo de un bar, con el que pasó toda la tarde del sábado 2 de julio. El joven declaró que tuvieron relaciones y que hicieron bastante ruido, por lo que desde el departamento de Parra se puede haber escuchado que la joven estaba con alguien un piso más arriba.
Como prueba aparece una reserva de Parra en un hotel en San Martín para ir con ella, pero que la estudiante se había negado. También un anillo de compromiso y las declaraciones de las compañeras de Medicina, a las que les había comentado que Parra “le pintó amor”.
Para la fiscalía este sería el móvil, la obsesión y el rechazo. Pero para Coto no es así, porque si bien los teléfonos celulares de ambos desaparecieron el día del hecho, “se recuperó material de una nube” del teléfono de Agustina y no surgen datos de esa obsesión. En el celular que entregó Parra el día de su detención, tampoco.
A partir de ahora, la Justicia deberá escuchar el planteo de la querella y de la defensa, analizar qué prueba se mantiene y determinar si alcanza como para elevar la causa a juicio oral. En caso de mantenerse la figura de femicidio, deberá ser por jurados y la única pena que estipula el Código Penal para ese tipo de delito es la prisión perpetua.