En plena tarde y a la vista de todos, un hombre armado ingresó a un comercio del oeste neuquino, amenazó al joven que atendía y se llevó la recaudación caminando, como si nada hubiera pasado. El hecho ocurrió este martes en un local de cotillón y reavivó la preocupación de comerciantes de la zona, que denuncian una creciente ola de robos y una ausencia casi total de seguridad. Martín Soto, dueño del negocio, relató con impotencia lo sucedido y pidió mayor presencia policial: “Abrimos todos los días sabiendo que estamos expuestos. Esta vez fue mi hijo, mañana puede ser otro vecino”.
El robo ocurrió este martes a las 15:50 y Soto debió soportar que amenacen a su hijo a punta de pistola. A plena luz del día, un hombre ingresó caminando al local, como si fuera un cliente más. Sin levantar sospechas, sacó un arma, amenazó al joven que atendía el comercio y exigió el dinero de la caja registradora.
El atacante no solo se llevó la recaudación en cuestión de segundos, sino que antes de irse, volvió a apuntar al chico y le ordenó que se encerrara en el depósito.
“El susto fue grande. Lo seguimos teniendo”, expresó Soto, visiblemente conmovido. Y no es para menos: el mismo día y a apenas 100 metros, otro comercio fue asaltado de forma similar. "Nos tocó a los dos en el mismo momento, de la misma manera", lamentó el comerciante.
Un reclamo con nombre y apellido
Soto hizo la denuncia ante la Policía y aportó las imágenes de las cámaras de seguridad del local. En ellas, se puede ver al ladrón entrando a cara descubierta y actuando con total impunidad. Pese a eso, la sensación que quedó es la de desprotección absoluta.
“No digo que no haya patrullaje, simplemente que los móviles pasan y se van, y acá quedamos desprotegidos”, explicó. En solo cuatro cuadras, asegura que hay al menos 25 comercios activos, pero no existe ningún operativo específico de seguridad.
“Acabo de hablar con el comisario de la región y la respuesta fue que le encantaría brindarnos más seguridad, pero no tiene los recursos. Esa es la realidad”, denunció Soto. Y agregó: “Mi intención no es generar miedo, sino visibilizar. Porque el comerciante abre la persiana todos los días sabiendo que no tiene ninguna garantía”.
Una zona que se siente sola
El comerciante también recordó que no es la primera vez que su local es blanco de hechos delictivos. Hace apenas dos meses, le rompieron la vidriera y se llevaron una escalera. “Y en el barrio hay robos constantes, de mercadería, de bicicletas. Son hechos que pasan todos los días y se terminan naturalizando”, apuntó.
“¿Qué hacés si te muestran un revólver?", se preguntó, resignado. Aunque el comercio cuenta con cámaras de seguridad, asegura que eso no es suficiente. “La mayoría de nuestros clientes son personas de a pie, no podés distinguir a un delincuente de un cliente común. Hay lugares donde se atiende por la reja, y aun así roban igual”.
La urgencia de una respuesta
El hecho no solo refleja la inseguridad creciente en el oeste neuquino, sino también el reclamo latente de quienes todos los días sostienen la economía barrial con esfuerzo. Comerciantes que no piden privilegios, sino presencia, contención y prevención.
"No podemos vivir encerrados ni trabajar con miedo. Queremos seguir apostando al barrio, pero necesitamos que alguien nos cuide", cerró Soto.