MARCHA CONTRA TRUMP

Conmigo no, Donald

Miles de personas, en su mayoría mujeres, se manifestaron este sábado a lo largo y a lo ancho de los Estados Unidos contra el flamante presidente Donald Trump y su retórica misógina, racista y xenófoba. Medio millón en Washington pero muchos más en la vasta geografía americana. Así lo vivió este corresponsal en la ciudad de Reno, en el norte de Nevada.
domingo, 22 de enero de 2017 · 09:22

RENO, NEVADA (por Norberto Masso, corresponsal).- No hay bombos, tampoco cacerolas. No hay micros alquilados ni personas que no saben a qué vienen salvo a cobrar unos monedas por su asistencia y un choripán. No hay vendedores de banderas o gorros de lana. No se escuchan cánticos de guerra ni se ven tumultos violentos entre facciones enfrentadas. Hay mucha policía, eso sí, pero nadie los insulta, al contrario, les agradecen que los cuiden.

La palabra más escuchada es "freedom”...libertad, la palabra más hermosa de cualquier lengua hablada sobre esta tierra. Pero una consigna muy coreada es "yes, we can” (sí podemos), el lema de campaña que Barack Obama tomó del "sí, se puede” del legendario líder agrario César Chávez, nacido estadounidense de padres mexicanos y muerto en 1993, y que finalmente Mauricio Macri, argentino al fin, "tomó prestado” para su campaña presidencial del 2015.

"Yes, we can”, el lema del primer presidente negro que apenas el viernes dejó el cargo y que ya es historia, o tal vez no. Presidente afroamericano en un país en el que los negros, tan solo cincuenta años atrás, ni siquiera votaban y quien ha dicho, al irse por la puerta grande, que "este no es un punto sino una coma”. Más claro, pregúntele a Michelle en un par de años.

Son miles de personas, en su mayoría mujeres, este frío sábado de invierno aquí en Reno, ciudad de poco mas de 200 mil habitantes en el nevado norte de Nevada, que marchan, diríamos preventivamente, contra su nuevo presidente, Donald Trump, quien asumió el viernes y a quien, según parece, no quieren dejarle pasar una desde el primer día.

Parafraseando a Beatriz Sarlo, en su histórica frenada al periodista Orlando Barone en 678, todas parecen decir aquí: "conmigo no, Donald”.

La policía le asegura a este corresponsal, que ha cubierto centenares de marchas desde los 80’s, que los asistentes son diez mil. Los organizadores de la concentración, más cautos, dicen que son cinco mil. Sea cual fuere el número final, hay mucha gente en la calle en "la más grande pequeña ciudad” de Estados Unidos, como se la conoce a Reno.

Hoy, sábado 21 de enero de 2017, centenares de miles de personas, a lo largo y a lo ancho de este inmenso país, se han puesto en marcha espontáneamente para marcarle la cancha a Donald Trump y advertirle, entre otras advertencias: "mantén tus pequeñas manos fuera de mis derechos”, por citar la más "cool”, que hace alusión a las presuntas manos pequeñas del nuevo presidente.

Medio millón en Washington DC, la capital del país, incluida Madonna y, para regocijo de este corresponsal, Scarlett Johansson, y muchos miles más en las ciudades principales.

Pero aquí en Reno -donde mataron a Ringo Bonavena en el ‘76, siempre hay que recordarlo- y a diferencia de otros lares del planeta, no han sido cinco o diez mil personas invisibilizadas detrás de una única pancarta con una sigla inextricable o un eslógan remanido y sin sentido.

Fueron cinco o diez mil individuos, cada uno portando un cartel que armó en su casa, con cartón y esmero y envidiable creatividad. Cinco o diez mil carteles expresando, cada uno, su único e irrepetible mensaje, su personal y particular opinión, su reclamo, su idea. Una idea por persona, miles de ideas. Lo contrario al pensamiento único.

Solo por mencionar algunos de ellos: "You hate what you don’t understand (Tú odias lo que no entiendes)”, "We will not be silent (No estaremos en silencio)”, "Keep your religión out of my vagina (Mantén tu religión fuera de mi vagina)”, y el más punzante y gracioso de todos los que este corresponsal ha visto: "Free Melania (Liberá a Melania)”, en alusión a la bella y callada esposa del flamante presidente. Todos pintados a mano, obras maestras del "hágalo usted mismo” político y social de este país.

Cada cartel es una muestra del absoluto ejercicio de la libertad de expresión que consagra la primera enmienda de su constitución, la misma que en 1853 fuera principal fuente de inspiración de nuestra ultrajada y casi en desuso "carta magna”, la ley fundamental de nuestro país.

"Gringos” anglosajones, latinos de toda estirpe, nativos americanos de las tres tribus originarias del lugar (Paiutes, Washoes y Shoshones) vestidos con sus ropas tradicionales y cantando al son de sus tambores sus canciones ancestrales, orientales de todos los pueblos de Asia, la comunidad LGBT (gays, lesbianas, bisexuales y transgéneros) a pleno, familias con sus niños en brazos junto a las más variadas tribus urbanas de esta variopinta sociedad, todos han marchado contra una eventual, posible, potencial conculcación de sus derechos fundamentales.

Una marcha "preventiva”, una tarjeta amarilla para el nuevo jefe de estado que arranca su mandato con la popularidad más baja de los últimos cuarenta años.

Nadie los arreó con promesas de pago, ni con planes sociales, ni con puestos en el Estado (en este país "imperialista y salvajemente capitalista” pagarle a alguien para que asista a un acto político es delito, aunque usted no lo crea), no hubo aquí caudillos berretas bajando gente de los camiones.

Toda esta gente vino aquí, a las ocho de la mañana, con casi tres grados bajo cero, porque quiso, de "motu proprio” como dicen los leguleyos, para decirle al poder más poderoso del mundo, a la presidencia de la primera potencia militar planetaria, a su flamante presidente que, pase lo que pase, ellos, la sociedad, "we, the people”, estarán en la calle de pie, reclamando y respondiendo ante cualquier amague de violación de sus derechos fundamentales. Así de simple pero también así de complejo.

El acto termina, el sol derrite la poca nieve que queda en el asfalto, y en la desconcentración, la gente se va en paz, no sin antes saludar a los policías, que han estado vigilando el desenvolvimiento de la marcha, con un "thank you” cordial y seguramente sincero.

"Too much”, diría Cris, para este veterano periodista argentino.

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