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¿Qué pasó con el niño de 11 años que llegó desnutrido a una comisaría a pedir comida?

Con el cuerpo débil, los ojos cansados y el hambre golpeando fuerte, caminó hasta la Subcomisaría 69 del barrio Nuevo en General Roca y pidió ayuda. ¿Sus padres? No tenían ni su DNI. 

Por Redacción

Martes, 27 de mayo de 2025 a las 10:48
No fue detenido, ni encontrado por azar: llegó solo | Foto ilustrativa, no real.

Tenía solo 11 años. Con el cuerpo débil, los ojos cansados y el hambre golpeando fuerte, caminó hasta la Subcomisaría 69 del barrio Nuevo en General Roca y pidió ayuda. No fue detenido, ni encontrado por azar: llegó solo. Buscaba algo tan básico y urgente como comida. Dijo no tener un hogar y no haber comido en varios días. Detrás de su voz, una realidad silenciosa y dolorosa: la de muchos niños que crecen en la marginalidad, expuestos a la desprotección, sin una red que los abrace.

Su aparición movilizó al personal policial, que activó los protocolos para casos de vulnerabilidad infantil y dio aviso a los organismos competentes. Poco después, la Secretaría de Niñez, Adolescencia y Familia (SENAF) tomó intervención y comenzó a brindar atención médica, contención alimentaria y protección al menor. Según trascendió, el niño había sido acercado a las inmediaciones de la comisaría por un familiar, quien dio cuenta de la grave situación en la que se encontraba.

Más tarde, un grupo de adultos se presentó en la dependencia diciendo ser sus padres, pero no pudieron acreditar ningún vínculo formal ni identificación, e incluso intentaron llevárselo por la fuerza.

Foto ilustrativa, no real.

Ante esta situación, la policía priorizó el resguardo del niño y evitó que lo retiraran sin autorización legal. El menor fue hallado con signos de desnutrición y permanecía en situación de calle.

Triste, solitario y ¿final?

Actualmente se encuentra al cuidado de familiares extensos, mientras la justicia y SENAF continúan evaluando su entorno y sus condiciones de vida. Se tomó una medida legal que otorga a sus tíos la responsabilidad provisoria sobre su cuidado. Pero más allá del protocolo, el expediente y las medidas administrativas, queda el dato más cruel: un niño solo, con hambre, buscando auxilio.

Un chico de once años enfrentando el abandono, no solo de su círculo más cercano, sino también de un sistema que muchas veces llega tarde. ¿Qué tan rotos estamos como sociedad cuando un menor tiene que tocar la puerta de una comisaría para que alguien lo mire?

El hecho invita a una reflexión profunda sobre la infancia vulnerada en nuestro país, sobre la necesidad urgente de fortalecer las redes comunitarias, educativas y sanitarias que prevengan este tipo de situaciones. Porque ningún niño debería tener que mendigar comida, mucho menos hacerlo solo, empujado por el hambre y la soledad. Y porque la soberanía no es solo alimentaria: también es emocional, es familiar, es social. Es la posibilidad de crecer con dignidad.

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