HISTORIA DE VIDA
El sueño cumplido de Natalia: de docente a camionera
Natalia Monje Oyarzún es de Bariloche, tiene 36 años, y cumplió su sueño de convertirse en conductora de camiones tras completar una rigurosa formación.Natalia Monje Oyarzún nació y vive en Bariloche, en el barrio San Francisco III, muy cerca de una avenida donde mayormente transitan camiones de todo tamaño. Toda su vida los vio pasar, ir y venir, llevar y traer cargas; y siempre soñó con subirse a uno y manejarlo. Y por fin, a sus 36 años, ese anhelo se cumplió.
Ella fue seleccionada a participar en la sexta edición del programa "Conductoras", junto a otras 11 mujeres; cuatro de ellas, también de la Patagonia. Se trata de un ciclo de formación en manejo de transporte, organizado por la Fundación Profesional para el Transporte (FPT) y una reconocida marca de camiones. “Conocí gente maravillosa, que tienen ese corazón de querer hacer la diferencia y ellos me inspiraron muchísimo”, expresa.
De profe a conductora
Natalia aprendió a manejar a los ocho años, en un Renault 12, por las calles de un tranquilo Bariloche. Ahora es profesora de Biología. Estudió en la Universidad Nacional de Comahue y trabajó en diferentes escuelas secundarias de la ciudad. Pero un día se abrió la posibilidad de cambiar la hoja de ruta. “Tomé el coraje de empezar a encarar pequeños sueños que tenía en el tintero y mi pareja también está intentando ingresar al rubro del transporte. Él fue quien me mandó el link del programa Conductoras, me anoté y después de una serie de exámenes, de pasos, lecciones y demás, finalmente salí favorecida con la beca. Era mi oportunidad de poder dedicarme a lo que me gusta que es manejar”, cuenta.
Siempre se preguntaba, ¿qué es lo que tengo que hacer para poder manejar un camión?; y al interrogante se sumaba la complicación de que no proviene de familia transportista: “mi mayor reto era ese, ¿cómo ingreso al mundo del transporte sin tener ningún tipo de contacto, sin tener el vehículo para poder rendir la categoría? Eso es lo que más me tenía complicada porque tenés que llevar un articulado, tenés que llevar un semi remolque. El examen no es la dificultad, sino es conseguir el vehículo”, explica.
Y agrega: “esa parte me la facilitó también la beca esta porque tuve un mes completo de práctica y desde Scania nos van a intentar dar una mano con conseguirnos un vehículo a cada una, en las distintas localidades de donde somos”.
También aclara que “igual, por nuestra cuenta, podemos ir buscando vehículo. Yo por lo pronto recibí una oferta de parte del Municipio de Bariloche como para facilitarme uno. Así que me voy acercando muchísimo mlo ás al sueño”.
Desde que tomó el volante y sacó su permiso para conducir, “nunca paré de hacer viajes por distintos lados. A la Patagonia en gran parte la conozco viajando en vehículo y amo la ruta, me encanta. Ahora que me tocó, por ejemplo, viajar en avión, que no me había pasado, me di cuenta que no cambio la ruta por nada; aunque sean días y días, es otra cosa, es otra la sensación”, afirma.
Mujeres al volante
“Conductoras” es un programa de formación profesional exclusivo para que más mujeres puedan desempeñarse en la industria del transporte de cargas, una iniciativa única en Latinoamérica.
Según los datos de la Agencia Nacional de Seguridad Vial (ANSV), menos de 1% de las Licencias Nacionales de Transporte Interjurisdiccional están en manos de mujeres. El objetivo del programa es reducir esa brecha de género y contribuir a satisfacer la necesidad de conductores profesionales que hoy tiene el transporte de carga, otorgándole las herramientas para acceder a nuevas oportunidades laborales.
“En este caso a mí me tocó estar en la sexta edición, en la cual seleccionaron a 12 mujeres de todo el país, dentro de un total de más o menos entre seis y 10 mil chicas anotadas”, relata Natalia.
Y añade: “El programa consta de una beca completa con traslado, alojamiento, comidas y la formación en la FPT. En la estadía tuvimos también formación en el centro de capacitación de Scania, donde nos dieron toda la presentación de los vehículos y cómo es el manejo de cada vehículo. Ellos tienen un nivel de tecnología muy alto, entonces la capacitación también fue para estar a la altura de eso. Y después en la FPT fue directamente el contacto con otras marcas y variedad de camiones y la práctica constante. Previo a eso, hubo un mes de clases virtuales con formación técnica. Fue muy riguroso”.
En total fueron 184 horas totales de práctica con distintas marcas, tipos de vehículos y modalidades. “Y, bueno, todas las medidas de seguridad que implican, porque tienen mucha tecnología y es buenísimo saber, por ejemplo, que un camión tiene algo tan necesario como los frenos pero en siete versiones; tenés muchas maneras de hacer las maniobras de forma segura”.
“Nosotras nos vinimos con la categoría del INTI Carga Generales aprobada que es lo que te permite hacer el traslado de transporte entre provincias. Y después, en cada municipio, nos queda gestionar la licencia de conducir con la categoría E”, indica.
Además de destacar la intensión del programa de sumar más mujeres al mundo del transporte, Natalia comenta que ese sector “tiene un buen rango salarial y que nosotras podamos acceder a ese ingreso es una manera de empoderarse, de potenciar y de ir normalizando algunas cosas, como ver a una mujer en la ruta o a una chica manejando un camión, con capacitación y responsabilidades”.
“El mundo del transporte tiene un compañerismo muy grande y yo rescato que las 12 chicas que fuimos, armamos un grupo hermoso. Me vine con la cabeza y el corazón crecido de muchas formas. Enorme, grande, con un nivel de empatía, de conocimiento, de tolerancia, de amor, de lucha”, comparte.
Rutas y nuevos desafíos
Natalia, ya de vuelta en Bariloche, continúa trabajando en una empresa vinculada al sector, a la espera de poder conseguir su licencia. “La idea fue siempre ir tirando los currículums e ir viendo qué opciones hay”, asegura.
“Ahora me queda hacer el curso de cargas peligrosas, porque me gustaría mucho intentar en ese rubro. Tengo un vecino acá que transporta para combustible y siempre miro cuando pasa y yo quiero hacer eso, me gustaría intentar hacerlo”, anticipa.
Y añade: “con humildad, cualquier trabajo que pueda obtener de entrada me sirve, porque es práctica, es tomar el tiempo, es aprender de los que otros te puedan enseñar su experiencia”.
Por último, Natalia nos invita a cumplir los sueños y dejarse llevar por el camino. Cierra los ojos, se imagina en su camión y “una media tarde, la ruta por delante, un poco de música suave, mis pensamientos; es un desafío encontrarse con uno mismo en el silencio, conocerse, proyectarse, enfrentarse a uno. A mí me gusta eso, lo disfruto, me genera esa sensación como de paz, de armonía, de alegría, de expectativa por lo que viene en el siguiente kilómetro, por llegar a una ciudad de noche y ver con qué uno se va a encontrar. Toda esa situación me genera alegría, ansiedad, intriga; todo eso me gusta”.