HISTORIA DE VIDA

Ser mujer rural en la Patagonia: “Lo represento con orgullo”

Chabela es la tercera generación familiar que trabaja la tierra. Sus frutas y verduras son buscadas por muchos vecinos, y su labor diaria es ejemplo de lucha y esfuerzo para la gente de campo.
jueves, 21 de noviembre de 2024 · 14:43

Nora Toro, más conocida como Chabela, camina todos los días un kilómetro desde su casa hasta su huerta para conectarse con sus plantas, sus raíces y su naturaleza. Lleva el trabajo agrícola en las venas y, a sus 67 años, sigue dedicándole horas y horas a la siembra. Y es tan relevante lo que ella representa para su comunidad que, recientemente, fue nominada a un premio de la Asociación Civil Mujeres de la Ruralidad Argentinas.

“Mi unión con la tierra existe desde que nací, de ver a mi abuela paterna y a mis padres sembrar; siempre sembré. Y a hacer la agricultura que hago ahora, empecé hace 20 años. Mi papá se dedicaba a la ganadería también, yo solamente a la agricultura”, cuenta Chabela.

 

Ser mujer rural en la Patagonia: “lo represento con orgullo”
Chabela vive en Villa Llanquín, un pequeño pueblo rural ubicado a 40 kilómetros de Bariloche.

 

 

Conexión con la tierra

Villa Llanquín es un pequeño pueblo rural ubicado a 40 kilómetros de Bariloche, entre el río Limay y las montañas, que se destaca por su escenario de estepa. Cuenta con alrededor de 350 residentes permanentes. Este recóndito lugar, es la cuna de Chabela.  

Ella, a pesar de las idas y vueltas de la vida, sigue eligiendo esa tierra para vivir y trabajar. Allí, en la casa que pertenecía a su abuela, cultiva verduras y árboles frutales, cuya cosecha lleva -desde hace 15 años- a una de las ferias de productores más importantes de Bariloche, conocida como la Feria Franca de plaza Belgrano.

 

Ser mujer rural en la Patagonia: “lo represento con orgullo”
“Amo lo que hago y me siento muy feliz ahí porque soy reconocida por un montón de gente que ya reconoce mi trabajo", dice Chabela.

 

 

De muy joven tuvo que mudarse a la ciudad andina, donde trabajó como empleada doméstica y, según confiesa, lo sufrió muchísimo: “A los 20 formé mi familia y encima quedé viuda embarazada y con mis hijos muy chiquitos”, relata. Luego de criar a sus hijos, y una vez que terminaron su formación, decidió volver a Villa Llanquín.

“Vivir ahí es felicidad; la tranquilidad que hay, estar bien, levantarte y ver ese paisaje, y ser feliz en lo que estás haciendo. Es un mundo de felicidad”, comparte desde su lugar en el mundo y, recala que el poblado “ha crecido una barbaridad”: “Se ha sumado muchísima gente, se ha agrandado el pueblo un montón. Ya no es la misma villa que teníamos antes. Y turísticamente nos visitan muchísimas personas que pasan por la ruta, nos conocen, vienen al río y disfrutan nuestra comida”.

 

Ser mujer rural en la Patagonia: “lo represento con orgullo”
Estas son las manos de su padre que Chabela atesora en este registro. En esas manos está plasmada la historia de varias generaciones. 

 

 

“Yo siempre que tuve un lugar donde vivir, siempre sembré y planté frutales. Cuando mis hijos ya fueron grandes y yo estaba más libre, me fui al campo a trabajar la tierra; y hace seis años que falleció mi papá y resolví irme a vivir definitivamente al campo”, afirma.  

En su huerta, Chabela tiene “de todo”: habas, arvejas, cebolla de verdeo, lechugas. También guindas, cerezas, manzanas, damasco, pelones, durazno; “ahora estoy haciendo los plantines de tomate, frambuesa, frutilla”, asegura.

“Amo lo que hago y me siento muy feliz ahí porque soy reconocida por un montón de gente que ya reconoce mi trabajo, reconoce mi lucha”, destaca. Y agrega: “La conexión con la tierra, con la madre tierra, te salva de muchos problemas emocionales, te salva de un montón de cosas. Mi mundo, mi tristeza, está en mi huerta”.

 

Ser mujer rural en la Patagonia: “lo represento con orgullo”
Tiene 67 años, y desde que es pequeña le dedica horas y horas a la siembra.

 

 

Nominación y foro

El 26 de octubre, Santa Fe fue el escenario del 1° Foro Internacional de Género y Ruralidad, que destacó el rol de la mujer en este ámbito con la entrega de los Premios “Mujeres Rurales Lía Encalada”. Participaron más de 300 representantes del sector rural y agropecuario del todo el país y el exterior. En ese marco, Chabela había sido nominada en la categoría Agricultura.

 

 

Ser mujer rural en la Patagonia: “lo represento con orgullo”
Chabela es es tercera generación familiar trabajando la tierra a orillas del río Limay.

 

 

“Fui nominada por el Sindicato de Amas de Casa; me postuló una amiga”, remarca. Y prosigue: “Me dijo, ya que tu trabajo es tan especial, tan lindo y tan luchadora que sos, me gustaría que vos participes. Nos inscribimos, pero nunca pensamos en que iba a salir nominada. Según ella, “el esfuerzo, como es la constancia de trabajar la tierra”, fueron algunos de las características que destacaron de su trabajo para llegar a la nominación.

Si bien, finalmente, el galardón en esa categoría fue para Cruz Miriam Edith, productora de papas en Jujuy, Chabela celebra su participación en el encuentro: “Fue una emoción muy grande, primero por las amistades que te haces, porque comenzás a conversar con gente que tiene también las mismas angustias, las mismas felicidades, las mismas cosas tuyas; que es de otros lugares también. Fue una experiencia genial”.

 

Ser mujer rural en la Patagonia: “lo represento con orgullo”
Fue nominada a un premio de la Asociación Civil Mujeres de la Ruralidad Argentinas.

 

 

Herencia de familia

Al final de todo este recorrido, Chabela declara que habita el rol de mujer rural “con orgullo”: “yo represento el legado de mis padres y de mi abuela. Yo ahora tengo un poco más de comodidades, pero imagínate que la abuelita no tenía manguera. Ella lo hacía todo por un arroyito. Y todo eso me quedó en la mente. Y mi papá que siempre cultivó para darnos alimentos a nosotros. Entonces todo eso lo llevo con orgullo; sus huellas de trabajo en las manos me hacen sentir tan orgullosa de hacer yo lo que hago en este momento”. 

“En mi memoria está su trabajo, su capacidad, sus cosas que tenía”, cierra.

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