PATAGONIA PROFUNDA
Ser docente en la ruralidad: desafío y vocación en los parajes patagónicos
Decenas de escuelas rurales primarias iniciaron su ciclo lectivo. Te contamos cómo es la realidad educativa de estas instituciones esenciales para la comunidad.Con su vasto territorio y su inconfundible naturaleza, la Patagonia guarda una realidad educativa que, a pesar de la lejanía y las adversidades, sigue adelante con fuerza. Se trata de las escuelas rurales RIE (Receso Invernal Extendido) que por las condiciones climáticas adversas de las regiones donde se encuentran, tienen su período de vacaciones en la temporada invernal y con más días que lo habitual.
En Río Negro existen más de 40 las escuelas primarias con ciclo lectivo febrero- diciembre. A fines de febrero comenzaron las clases y a través de la voz de un docente de estas escuelas, pudimos conocer cómo es una jornada por allí.

Aula y vida
Felipe Scilipoti es docente de arte y actualmente trabaja en las escuelas de Cañadón Chileno (a unos 35 kilómetros al norte de Comallo) y en Clemente Onelli (a unos 40 kilómetros hacia el este, camino a Ingeniero Jacobacci).
Ambas son escuelas hogar donde durante los días de semana residen aquellos alumnos que viven muy retirados en los campos y los fines de semana tienen retiros. “Las dos son escuelas de parajes, con lo cual si bien tenés estudiantes de los parajes, tenés muchos estudiantes que viven con sus familias en los puestos de estancias o en los puestos de los campos en forma muy retirada”, explica el maestro.
También cuenta que las dos instituciones son “plurigrado, están todos los grados en un solo aula, eso hace que se tengan varios pizarrones, se den actividades complementarias entre sí para que puedan trabajar todos juntos los diferentes niveles o se les den actividades diversificadas”.

Según señala el profe Felipe, las actividades cotidianas en este tipo de escuelas “son similares a las escuelas periféricas, con sistema de jornada completa y mayor cantidad de actividades artísticas y educación física. “Eso es para atender a las inteligencias múltiples y para generar otros recursos áulicos”, aclara.
“En cuanto a las particularidades que tiene la escuela rural es que, si bien son de jornada completa, es muy difícil poder trabajar para los profesores de Arte o de Educación Física. Esto es porque se designan muy pocas horas, las distancias son muy grandes, generalmente quedan mal repartidos los horarios, y muchas veces los docentes de esas materias, pasan más tiempo viajando que trabajando dentro del aula”, apunta.
Fuera del aula, como ambas escuelas tienen albergue, luego de la jornada escolar, “se continúa todo lo que es el día a día de los estudiantes, coordinado por los auxiliares docentes, que son quienes trabajan en las residencias escolares y acompañan a los chicos”, relata Felipe.

Desafío y vocación
Según comenta Felipe, ser docente en la ruralidad no solo implica el desafío de la enseñanza, sino también el sacrificio personal. “La docencia rural tiene un punto en contra muy fuerte que es la distancia entre las locaciones de trabajo. El tiempo de traslado entre cada una de ellas no está contemplado en el salario y el estado de las rutas te destroza por un lado el auto, pero también te afecta físicamente por los distintos problemas que tiene estar tantas horas manejando en esos caminos”. Sin embargo, estos inconvenientes quedan a un lado cuando describe que “la docencia rural significa un refugio para una cultura socializadora que, en muchas partes del mundo, está desapareciendo”.
Felipe asegura que este tipo de espacios educativos son muy importantes para la comunidad. “Las escuelas rurales son la máxima presencia del Estado en cada uno de los lugares. Si la escuela está, el Estado está presente. Si la escuela no está, el Estado deja de existir y con él deja de existir toda posible unidad social institucionalizada. Por eso, se terminan convirtiendo en un centro neurálgico de gran relevancia”, dice.
También destaca que tanto en la ruralidad patagónica como en otros puntos del país y el mundo, se da una situación considerada clave y es que “hay un respeto profundo por la figura docente”. “Hay mucho respeto por la escuela – continúa –por lo que significa el guardapolvo blanco, el edificio, el izamiento de la bandera, y la buena relación entre familias, docentes y personal de apoyo”.
Y añade: “eso hace que el trabajo sea completamente distinto. Cuando todos tienen voluntad de enseñar y aprender, la escuela funciona y cuando la voluntad de aprender no está, por mucho que uno quiera enseñar, es imposible. La escuela rural sigue teniendo esa impronta, esa marca, ese respeto por el sistema de educación”.

El desafío de la distancia
Uno de los mayores retos para los estudiantes de estas zonas remotas es la distancia entre su hogar y la escuela. “Algunos estudiantes viven a decenas de kilómetros respecto de la escuela y algunos superan los 100 kilómetros. Los chicos que viven lejos, se quedan en la residencia escolar, con lo cual en el día a día no es un problema la distancia. Pero sí se complica cuando tienen retiro o cuando es la vuelta después del receso de invierno y los caminos suelen estar muy desmejorados o pueden llegar a estar tapados por la nieve”, describe.
“Muchas de las escuelas de la provincia de Río Negro solían ser de periodo invertido, o sea en un ciclo lectivo de septiembre a mayo, más que nada porque es muy difícil en esta zona poder evitar los problemas climáticos, congelamientos de cañerías en las escuelas, roturas y demás. Muchas de esas escuelas se fueron eliminando y fueron convirtiéndose con receso invernal extendido, o sea de febrero a diciembre, con un receso invernal un poquito más largo. No obstante, las nevadas no es que se terminan cuando se termina ese receso escolar y eso suele ser un problema muy común en la vuelta a clases”, explica.

A pesar de las adversidades, y en el mundo actual, cada vez más globalizado y desconectado de las tradiciones locales, Felipe nos deja en claro que la docencia rural se sostiene como uno de los últimos bastiones de una sociedad que valora el esfuerzo colectivo, el respeto mutuo y el amor por la enseñanza.