Por Mime Mascaró
La biblioteca popular Quimn Hue, (“Lugar del saber” en mapuche) del barrio Valentina de Neuquén resulta tierna. De la altura del ceibo que la cubre con su sombra , alberga más de 30 años de lecturas.
Sobre héroes y tumbas
Llegamos temprano y Belén ya está baldeando la vereda.El petricor que nace del agua fresca al mojar las baldosas aún calientes por el sol de la tarde anterior, predisponen a leer. Belén Mena es bibliotecaria y trabaja ahí desde hace 5 años. Ella además de dejar veredas limpias como guardapolvos y brindar libros, brinda apoyo escolar. “A la mañana llego, baldeo y empiezan a llegar los niños. Algunos traídos por su padres, otros por sus abuelos. Mientras van llegando, les voy preparando el desayuno con alimentos donados por los vecinos. Una vez al mes una mamá trae un bidón de agua, otra dona el té, otra familia el azúcar… “
Como si de un pasaje de un cuento de García Márquez se tratase, esta biblioteca no está exenta de ribetes insólitos típicos del realismo mágico de la literatura latinoamericana. La Quimn Hue posee un cuartito del fondo, - llamado SUM para darle cierto aire de institucionalidad- que de vez en vez, se ofrece al barrio como sala velatoria. Los días en los que la biblioteca brinda exequias, esos son los días en los que Belén preferiría quedarse en casa.
Quemarse las pestañas
“El vínculo que se crea entre una persona que aprende y otra que enseña es único” afirma orgullosa. María Belén Mena entabla una relación con sus alumnitos, tan cercana como la distancia necesaria para distinguir una pestaña herida: “Una de las nenas se cortó las pestañas y estaba haciendo la tarea y yo la veo que baja la vista y descubro que tenía como un hachazo acá y otro acá...y le digo ‘ ¿Qué te pasó?´ ‘Nada, mi hermana me dijo que me corte las pestañas´. Después hablé con su mamá para que estuviera atenta a que no se hiciera más daño”.
El Estado es estar
Con el conflicto docente que marcó a fuego el año lectivo de Neuquén, la biblioteca Quim Hue se tornó literalmente en un refugio del saber “Los padres y los abuelos del barrio traían a sus niños por las mañanas para que conmigo pudieran mantener sus cabecitas en actividad. aprendiendo, descubriendo, preguntado. (...)Las satisfacciones son muchas . Hay niños que aprenden a leer conmigo y que descubren que son muy capaces gracias a las clases de apoyo. Es hermoso también aprender a trabajar con los tiempos de los chicos. No todos tienen los mismos tiempos de aprendizaje. Cada uno es especial. (...) Valentina es un lugar de mucha necesidad de presencia, no solamente de los papás sino también del Estado en esta función , en contener al niño, en ayudar al niño; en cosas en que las escuelas no están conteniendo”.
La realidad del barrio no escapa a la de los barrios de la periferia de cualquier ciudad del país. Y dentro de esa realidad, un poco de fantasía no viene mal.“Cada niño tiene su historia. Y cada historia es muy personal. Yo llego a conocer esas historias a través de ellos. Me ha tocado dar curso a una denuncia por maltrato a un menor. Después de la denuncia el niño no vino más a la Biblioteca”.
Elige tu propia historia
Como todo espacio ligado a las necesidades de una comunidad, éste no está exento de las miserias que provocan las miserias.Actualmente la entidad se debate en una grieta interna entre la Presidenta de la Asociación y su Vicepresidente, internas que esta humilde observadora no pudo (¿no quiso?) comprender.
Nos vamos después de charlar con María Belén y elegimos saborear todo el dia el recuerdo del petricor de su vereda de cuento fantástico.