Por Mime Mascaró
Chile está atravesando un intenso proceso de transformación socio-política que lleva a la fecha más de dos meses desde que ganó las calles. Las masivas protestas en contra del gobierno de Sebastián Piñera ya suman más de 60 días y la tensión sigue. El pueblo clama por la renuncia del presidente, una reforma constitucional, contra la desigualdad del modelo económico, por la represión de las fuerzas de seguridad, y por la mejora en términos de calidad de vida para los sectores más vulnerables de la población. Las marchas han dejado un doloroso saldo de al menos 24 muertes y ha provocado miles de heridos, además de graves denuncias por parte de organismos internacionales contra las fuerzas de seguridad por supuestas violaciones de los derechos humanos.
Pero también ha dejado otro saldo. El positivo. Uno que habla del empoderamiento de un pueblo. Uno que nace de una sociedad que se levanta y anda. Y en este sentido, cuando las fuerzas enfrentadas están tan desequilibradas, cuando por un lado está el monopolio de la fuerza, del otro lado quedan las ideas. Y ése es otro saldo de este proceso. Desde esa lectura el suceso ocurrido días atrás, cuando un grupo de manifestantes logró derribar un dron policial sólo a fuerza de luz láser apuntada de manera unifocal y colectiva hacia el objetivo de control, es una manifestación entre poético y cyberpunk de lo que las revoluciones pueden ser, cuando son creativas.
La guerra de los drones
El de Chile, no es sólo un caso testigo de las revueltas sociales de estos tiempos desde lo político y sociológico, también desde lo tecnológico. La revolución social en el 2020 es también una revolución tecnológica.Y la revolución tecnológica tiene ese halo de democratización que tan bien le hace a los regímenes autoritarios. Baraja y da de nuevo, acerca los medios a los fines y los fines a las masas.
Los manifestantes lograron derribar el dron policial por medio del cual la gendarmería chilena hacia escaneo facial de los manifestantes de la Plaza Italia, (Santiago de Chile) y la escena fue celebrada en el mundo como una hazaña de comportamiento colectivo o como un especie de performance de estética cyberpunk. En todo los casos, resignificada como una clase de triunfo de la organización civil. (El video del momento fue difundido por la cuenta de twitter chilena @Piensa. Prensa).
El imperio contra-ataca
La metodología no es la primera vez que se utiliza. Las protestas en el mundo se han hecho eco de un nuevo modo de resistencia originalmente utilizado en Hong Kong: el uso de rayos láser de manera organizada para afectar los aparatos de vigilancia y reconocimiento facial de las autoridades. Las explicaciones posibles al suceso señalaban que el fenómeno ocurre causado por la energía de los rayos focalizados en el dron. Aunque los que saben, explican la caída del aparato como consecuencia de la acción concentrada del láser que impidió la geolocalización del dron provocando un comportamiento errático, el cual finalmente lo llevó a desplomarse.