Llama la atención que la propuesta provenga de una Diputada Nacional que tiene en la actualidad la oportunidad de efectuar un aporte mucho más sólido, ayudando a moderar el desquicio en que el estado nacional ha convertido el impuesto a las ganancias.
La discusión actual sobre el impuesto a las ganancias es muy pobre, ya que se centra en los mínimos no imponibles e ignora el hecho de que un trabajador de ingresos medios paga en Argentina la misma tasa de impuesto que una empresa multinacional, o que a consecuencia de los parches de los últimos años conviven en un mismo ámbito laboral personas que pagan cantidades importantes y otros que no pagan nada, mientras perciben los mismos niveles salariales.
A la Cámara de Diputados corresponde exclusivamente la iniciativa para legislar sobre impuestos (artículo 52º de la Constitución Nacional). Es decir que la Diputada se encuentra en el lugar preciso y en el momento preciso para efectuar un aporte sustancial. Claro que en este caso se trata de fondos nacionales, y en esta materia no encuentra que haya margen de acción. Ha sido parte en los últimos años de una inaceptable delegación de facultades del Congreso para que el Poder Ejecutivo Nacional modifique a su gusto, y por decreto, la normativa tributaria.
Las ínfulas legislativas, afectando recursos públicos, se las reserva para el futuro accionar en el ámbito provincial, descartando la posibilidad de que en Neuquén ejerza el gobierno su propia fuerza política, de manera de liberarse finalmente de la actual sumisión a una estructura que tiene un claro centro de Buenos Aires.
Pero ocurre además que la propuesta es de cuño absolutamente liberal: el estado provincial, que es el dueño de los recursos del subsuelo, debe dejar en manos privadas la asignación de una parte de la renta de los hidrocarburos que legalmente le pertenece, renunciando a su papel imprescindible de conductor de un proceso renovado de desarrollo.
Es una profesión de fe neoliberal, una profunda convicción respecto de la incapacidad del sector público de conducir el proceso de desarrollo. Es más escuela privada y menos escuela pública, es más seguridad privada y menos seguridad pública, y así. El mismo tipo de valoraciones que condujeron a la privatización de YPF y de los ferrocarriles, políticas actualmente en revisión. Es achicar el gasto público para aumentar el gasto privado, ignorando los desafíos en materia de servicios públicos e infraestructura necesarios para hacer factible un proceso de desarrollo armónico.
De allí que la propuesta de la actual Diputada Nacional haya originado críticas dentro de las propias filas del kirchnerismo: se trata de una visión noventista, en contradicción flagrante con los propios principios justicialistas.
*Mario A. Pilatti
Candidato a Diputado Provincial por el Movimiento Popular Neuquino