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Jueves 24 de Abril, Neuquén, Argentina
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La inseguridad, el drama del que poco se habla

Caminar o circular en bicicleta por la ciudad capital ya no es seguro. La Policía se depura a sí misma. Se necesita respuesta política.
Sabado, 30 de septiembre de 2023 a las 18:24

Los anuncios sobre los incrementos en las producciones de petróleo y gas que auguran un gran porvenir, se expresan en cifras ostentosas y que, en verdad, son literalmente imposibles de retener para el común de la población. Entre otras cosas, porque las urgencias del ahora imponen preocupaciones más bien del día a día. Acaso las que se generan a partir de la inseguridad que, a juzgar por las publicaciones, va en lastimoso aumento. Ese contrapunto entre el futuro prometedor y el presente que tenemos, resulta una constante en la cotidianeidad de Neuquén.

Las crónicas diarias (incluidas las de la propia página de la Policía)  muestran detenciones por narcomenudeos, robos de cables, sustracciones de herramientas, robos de autos, atracos a viviendas y arrebatos en la vía pública. También de situaciones que -en cierto modo- salen de lo común, pero quizás no tanto; como lo ocurrido con el delincuente ese al que detuvieron gracias a los datos que los propios comerciantes asaltados habían difundido por un  grupo de WhatsApp.

Aquello ocurrió en Centenario. Pero, otro caso que preocupa por su resultado final es el que se vivió aquí, en la ciudad capital, donde policías detuvieron (en un allanamiento) a un par de motochorros que habían cometido hechos recientes, pero que fueron rápidamente liberados por la Justicia. Y sí, así como entraron, salieron. Y vaya a saberse qué hicieron una vez de regreso a la libertad, ¿adivinan?

Todos estos casos corresponden a las últimas jornadas (una semana, tal vez un par de días más) y forman parte de una triste realidad que ha llevado a que infinidad de ciudadanos circulen con miedo o con extrema precaución por los paseos públicos que son de todos, pero que sujetos que delinquen no dejan que así sea. De hecho, hay quienes han dejado de realizar sus caminatas por los circuitos de la Costa del Limay o del Parque Norte, porque sufrieron robos, en algunos casos a mano armada y a plena luz del día.

Hoy en día circular con una bicicleta, y no necesariamente de esas costosas, constituye un riesgo y está demostrado (alcanza con tomar nota de la cantidad de rodados que recupera y devuelve la Policía).

Ir caminando y no llevar más que lo puesto también es un riesgo, frente a ladrones dispuestos a hacerles daño a sus víctimas, si no obtienen lo que van a buscar. Hay ciudadanos que, frente a ello, llevan unos billetes para tener algo que entregar, si es que son abordados. Es una locura, pero pasa. Alcanza con hablar con los vecinos. No es justo tener que recurrir a eso. Es una realidad que duele y que pide a gritos estrategias de prevención. No obstante, el de la inseguridad es un tema del que no se habla. Tal es así que hasta da la sensación de que está fuera de agenda, salvo cuando de anuncios se trata.

Los comerciantes también son jaqueados por el delito. Y no sólo los locales tradicionales, sino también los pequeños puestitos; acaso los del Parque Central, ubicado en pleno centro de la ciudad capital. Tampoco los taxistas escapan a esta penosa realidad, no exenta de disparos contra las víctimas. Ha ocurrido y, hasta donde se sabe, nada ha cambiado.

La policía realiza esfuerzos y actúa con la mayor celeridad posible en la represión del delito. Pero no se advierten (desde la política) estrategias llamadas a dar respuestas en el corto y mediano plazo. Tampoco una lectura de la realidad a partir de la cual se reconozcan los problemas y se ejecuten las soluciones.

Las inversiones en cámaras, equipos de monitoreo, móviles, chalecos y demás no constituyen una solución por sí misma. Deben ser herramientas de un plan estratégico que garantice la adecuada prestación del servicio, aún frente a cuestiones irrefutables como el hecho de que, con la legislación y sistemas penitenciarios actuales, no se evita (como debería evitarse) la reincidencia en el delito, menos aún en los casos de menores, con la ya famosa puerta giratoria.

La Policía se depura a sí misma, de eso no hay dudas. Pero hay ocasiones en las que el poder político no responde como se espera y la sociedad se siente desprotegida. Es cierto que hay un dispositivo de asistencia a la víctima, pero el asunto es que urgen herramientas para desalentar la comisión de delitos. Eso está claro, pero no se dice. Tampoco la oposición lo dice.

En el esfuerzo por mejorar, la Policía despide, exonera u obliga al retiro a quienes (oficiales, agentes o suboficiales) incurren en indisciplinas, cometen delitos o simplemente no son aptos para desempeñar la función. Mejor Informado publica periódicamente casos de esa naturaleza. Es una realidad. Está bien, pero con eso tampoco alcanza y la sensación de inseguridad es prueba contundente de eso.

Hace 10 años, quizá 15, caminar por Neuquén no implicaba mayor peligro. Uno caminaba tranquilo, porque sabía que las chaces de cruzarse con un delincuente no eran tantas. Ahora hay que mirar hacia atrás. Se impone la desconfianza y eso no es saludable. Se ha llegado a un punto en que la mayoría conoce a un vecino, amigo, familiar o compañero de trabajo al que le han robado. O que, por lo menos, les han comentado un robo, de esos que ya no llaman la atención o que no sorprenden, pero que generan un verdadero drama en virtud de la costosa reposición de los objetos que se llevan los delincuentes, se trate de celulares, bicicletas, artículos del hogar o materiales para la construcción. Nada parece estar a salvo.

La provincia tiene ministerios de Niñez, de las Mujeres, de Deportes y hasta de Cultura, pero no tiene ministerio de Seguridad. Su estructura es la de una secretaría, con todo lo que ello implica, incluso en materia presupuestaria. La inseguridad, como todo lo malo, no tarda en propagarse y quienes asumirán la conducción de la provincia, a partir del 10 de diciembre, deberán tomar nota de ello para atacar a un flagelo que ha ido en aumento y que amenaza con expandirse a una velocidad cada vez más alarmante.

La inseguridad quizá sea el problema que más preocupa al común de las familias en esta provincia que tiene niveles de pobreza inferiores a los de Nación y en la que la generación de puestos de trabajo en el sector privado no ha dejado de crecer. Ahora bien, ¿de qué sirve tener ingresos si uno no es dueño de caminar tranquilo por la calle?.

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