PANORAMA SEMANAL
Otro impacto en Medio Oriente que puede cambiarlo todo
La caída de Bashar al-Assad luego de gobernar 24 años Siria impactará en una región en la que varias potencias globales tienen intereses estratégicos.La caída de Bashar al-Assad luego de gobernar 24 años Siria es sin duda la noticia más importante de una semana en lo que pasó de todo: llegó el dilatado acuerdo entre la Unión Europea y el Mercosur, una crisis política inesperada sacudió a Corea del Sur y cayó el gobierno de Francia. Pero lo sucedido en Siria se lleva toda la atención, porque sacude Medio Oriente y se mezcla con los otros grandes conflictos que ya afectan la región desde hace tiempo.
La caída de régimen de mas de 50 años
La escalada de violencia en Siria que empezó a finales de noviembre no se detuvo y se transformó en el conflicto más grave en Medio Oriente. La caída de al Assad acelerará el proceso de reconfiguración regional que se inició el 7 de octubre de 2023 cuando después del brutal ataque terrorista de Hamas, Israel decidió romper el stau quo en el que nadie se animaba a ponerle límites a un Irán amenazante y desestabilizador. Para Israel se volvió inaceptable ese escenario y empezó a actuar en consecuencia.
Hace horas el principal grupo rebelde, Hayat Tahrir al-Sham, con raíces en Al Qaeda, anunció que había tomado la capital, Damasco, y que las fuerzas sirias se estaban retirando. Luego, Rusia anunció que el presidente al-Assad había dejado el país.
Grupos rebeldes, agazapados durante los últimos cuatro años, percibieron la extrema debilidad del gobierno de Bashar al-Assad y en un feroz avance no pararon de conquistar, sin mayores dificultades, franjas de territorio. Llegaron a Damasco y anunciaron la caída del régimen. De esta manera, pusieron fin a 24 años de mandato de al-Assad y a más de 50 de su familia.
La embestida estuvo a cargo de los salafistas del grupo Hayat Tahrir al-Sham, quienes tomaron el poder y anunciaron por la televisión oficial de Siria que "liberaron" la ciudad de Damasco y la caída "del tirano Bashar al Asad". También participaron de la ofensiva insurgente milicias kurdas y hasta yihadistas del Estado Islámico. Todos se le animaron al dictador sirio y lograron lo que se propusieron: sacarlo del poder.
Los rebeldes tuvieron un gran sentido de la oportunidad. No es casual que esta ofensiva rebelde y el desenlace, que modifica las relaciones de poder en todo Medio Oriente, se produjera por el debilitamiento de quienes sostuvieron a al-Assad en el poder durante la guerra civil que empezó en ese país en el marco de la Primavera árabe hace 13 años. Irán, cuya capacidad para ayudar en Siria se redujo por su conflicto con Israel, Rusia, que esperando la llegada de Trump pone toda la atención en Ucrania donde intenta imponer más y mejores condiciones, y Hezbolá, que la pasó muy mal en los últimos meses en su guerra contra Israel.
Ninguno de los tres pudo hacer mucho por frenar la embestida. Las crónicas periodísticas indican que los miembros de Hezbolá se escaparon sin ofrecer resistencia ante el avance de los rebeldes. Irán tardó menos de un instante en sacar a sus tropas de Siria. Entre los que se fueron están los comandantes de la Fuerzas Quds, la rama que actúa en el exterior del Cuerpo de Guardianes de la Revolución que han sido clave, durante los 13 años de guerra civil en Siria, para garantizar, a través de Siria, el suministro de armas para Hezbolá en Líbano.
Consecuencias impredecibles
Estos sucesos han puesto en alerta a las principales potencias regionales, Israel, Irán y Turquía, y también a Estados Unidos y a Rusia. A todos les interesa y les preocupa la situación. Y a todos los encuentra en un momento delicado, en el que están dedicando todo tipo de esfuerzos y recursos a otros conflictos de gran envergadura.
El ministerio de Relaciones Exteriores de Rusia confirmó la caída de su socio. Para Rusia es un golpe porque pierde la influencia que tenía en la región. Hay que recordar, por ejemplo, que hasta hace muy poco, Israel tenía que avisarle a Putin cuando pretendía realizar una operación militar en Siria para que Irán no se acercara a sus fronteras o para evitar el traspaso de armas a Hezbolá. Rusia quizás pueda compensar esta pérdida de poder en Medio Oriente en la mesa de negociaciones con Ucrania que Trump acaba de anunciar que impulsará apenas asuma.
Irán queda golpeado y su pérdida de influencia es clarísima, porque se queda sin el control de un territorio que le permitía una continuidad con control chiita que iba desde Irak hasta Líbano con Hezbolá, pasando por Siria. Además, llega Trump, que buscará darle el golpe final a una Irán debilitada política y económicamente. Lo hará a través de un acuerdo de normalización entre Israel y Arabia Saudita para terminar de aislarlo. Cabe recordar que Israel y el régimen saudita pueden tener muchas diferencias, pero comparten enemigo.
Habrá que seguir muy de cerca los movimientos del presidente turco Recep Tayyip Erdogan, quien desde hace rato venía advirtiéndole a al-Assad sobre la necesidad de negociar con los grupos rebeldes para encontrar una solución diplomática al conflicto. El turco tiene un interés concreto: el regreso de los refugiados sirios que, se calcula, son al menos 3 millones. La voz de Erdogan tendrá peso en lo que viene.
Israel por ahora mira y seguirá haciendo lo que tiene que hacer para que Hezbolá no se rearme. Habrá que seguir de cerca cómo reaccionará a que su vecino sea ahora un gobierno de corte islamista y no un malo conocido como al-Assad. Por lo pronto, Bibi Netanyahu ya anunció "colapsado" el Acuerdo de Separación firmado en 1974 con Siria y ordenó la entrada militar en la zona de amortiguación que ambos países habían consensuado. El debilitamiento de Irán podría terminar de convencer a Netanyahu de que ahora es el momento de reconfigurar Medio Oriente. Parece tener todo a su favor.