POLÍTICA EN NEUQUÉN

Neuquén llega a un punto de inflexión

Reformular gastos, negociar con gremios, atender a intendentes y sembrar la semilla de la racionalidad, múltiples e imprescindibles tareas.
domingo, 18 de febrero de 2024 · 09:18

Hay mucho de impostación en la política argentina, no de ahora, sino desde hace mucho tiempo; pero hay datos que, cada tanto, convulsionan esa permanente pose, ese engaño sempiterno, y el del porcentaje de pobreza del último informe de la Universidad Católica, es uno de esos.

Nadie, en su sano juicio, está dispuesto a discutir o refutar que hay 57 por ciento de pobres. Lo que sí se hace, directa o indirectamente, es sumergir ese número impiadoso en un marasmo de atribución de culpas y esperanzas de futuro: un mecanismo elemental, aunque pragmático, que les permite a los gobiernos recién asumidos justificar lo malo en la inercia del pasado; y prometer lo bueno en función de las presuntas bondades que a partir de ahora han comenzado a ejecutarse, con mayor o menor velocidad.

La ingeniería en comunicaciones que se monta, es, en este siglo marcado por la virtualidad, una obra de arte que estira la medida de lo posible. Permite, por ejemplo, combinar discursos acerca del sufrimiento del pueblo causado por el tamaño de la clase política que se alimenta centralmente del Estado y sus negocios, y, al mismo tiempo, aplicarle a ese mismo pueblo (57 por ciento de pobres) mayores impuestos, porque, sino… ¿Cómo haríamos para salir adelante?

En este escenario, desprovisto de los ropajes decorativos, está el país, y está, en ese país, Neuquén.

El dominó del ajuste ya volteó varias piezas de la estructura de recursos, o, al menos, advirtió que las volteará. Así, Rolando Figueroa, asumiendo ya el liderazgo para el que trabajó, empezó a hacer funcionar esa maquinaria pacientemente construida en el largo tiempo que pasó entre su triunfo electoral y su asunción efectiva.

Lo demostró esta semana en la Legislatura, ámbito en el que consiguió delegación de facultades para moverse financieramente en el contexto de emergencia; y, al mismo tiempo, algunos retoques impositivos que permitirán reforzar recursos eventualmente menguados por la ya mítica motosierra que enarbola el inestable presidente de los argentinos.

El desafío central, difícil, complejo de resolver, es cómo administrar un Estado que gasta mucho en un contexto de pobreza en crecimiento. Es difícil, porque lo primero que demuestra este escenario es que el Estado no gasta en los pobres, para ayudarlos; sino que gasta en sí mismo, en su propio funcionamiento.

Figueroa ya achicó la planta política. Ahora, en la semana que comienza, se las verá, vía Jorge Tobares, con los gremios estatales, con los que tendrá que acordar inexorablemente, aunque, es muy posible, atravesando primero conflictos de diversa intensidad y gravedad. La actualización por IPC, en esta coyuntura, es inviable. Pero, el punto de partida del conciliábulo político-sindical es aún peor que esa certeza, porque lo que se planteará es empezar de cero, y, en todo caso, encontrar la manera de remar todos para el mismo lado, para poder llegar a la orilla más rápido.

Simultáneamente, se rubricará con los intendentes un pacto de gobernabilidad. No es la primera vez que se hace esto en Neuquén, aunque la coyuntura es, tal vez, una de las más exigentes de la historia. El gobierno neuquino necesita plantar la semilla de una sustentabilidad razonable. Sería algo así como: “administren los recursos sin esperar recibir regalitos, porque Papá Noel, se ha demostrado ya, realmente no existe”.

Para lograr efectivamente tamaña novedad en Neuquén, primero hay que admitir que la situación no cambiará firmando un documento, sino trabajando de verdad, en armonía estratégica, para que cada Estado municipal ponga lo suyo, con el provincial aportando descentralización fundada en un desarrollo creíble y programable. No es sencillo, pero alguna vez habría que empezar.

Al mismo tiempo (todo debe hacerse, los humanos pasan rápido por el tiempo), Figueroa ha marcado muy intensamente que el Estado, en el que él y sus ministros están trabajando, debe tornarse eficiente a como dé lugar. Así, la salud pública está en el foco, con una inyección importante de recursos; lo mismo vale para la seguridad, en situación gravísima, ya que las evidencias de la narco-criminalidad son cada vez más evidentes, agresivas, y muy destructivas; y la educación… absolutamente deteriorada y con un pronóstico reservado, pues los muy posibles conflictos laborales serán, lamentablemente, casi inevitables.

Todo esto, multiplicando la pobreza, pues el dominó de la economía nacional arrastra las piezas federales, y obliga, a este gobernador y a todos, a asumir una renovada e inteligente gestión política que combine conflicto y negociación lo más sabiamente posible.

La impostación, el síndrome Lali Espósito, es para los giles, pero al mismo tiempo, prende en la superficie y se esparce como un incendio de campos. Apartando esa tentación, el panorama es de mucha dificultad. De extrema concentración. Y, sobre todo, de fuerte honestidad intelectual; pues, eso se siente en el ambiente, la sociedad argentina no admitirá más engaños.

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