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Domingo 15 de Junio, Neuquén, Argentina
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¿Por qué Israel atacó a Irán? Anatomía de una decisión que define el futuro de Medio Oriente

La operación contra las instalaciones nucleares iraníes marca el inicio de lo que Netanyahu considera la batalla final por la supervivencia de Israel en una región hostil.

Domingo, 15 de junio de 2025 a las 12:38
El momento mas crucial para Bibi Netanyahu

¿Por qué Israel atacó a Irán? ¿Por qué lo hizo ahora? ¿Qué puede pasar en los próximos días? En el panorama internacional de esta semana vamos a buscar las respuestas a estas tres preguntas clave para entender lo que está pasando en Medio Oriente y analizar posibles impactos.

¿Por qué Israel atacó a Irán?

Esta historia comenzó en 2009 cuando Bibi Netanyahu, el premier israelí, volvió al poder y alteró las prioridades de la política exterior de Israel: corrió a los palestinos del centro de la escena y determinó que la única amenaza existencial para Israel era Irán y su incipiente búsqueda de alcanzar el poder nuclear. Un Irán nuclear cambiaría el equilibrio de poder en Medio Oriente y rompería la disuasión nuclear israelí que explica, más que ninguna otra cosa, su supervivencia en una región en la que, desde su nacimiento en 1948, no tuvo ni un solo día de paz.

En los primeros años de este siglo Israel perdió la oportunidad  de atacar las instalaciones nucleares en Irán para anular su desarrollo, como lo había hecho en Irak en el 1981 y en Siria en 2007, por algunos desacuerdos entre la política, los militares y los servicios de inteligencia. Por eso optó por una intensa campaña diplomática para convencer al mundo de que una bomba atómica en manos de los iraníes era una amenaza para Israel, pero también para los países árabes sunitas y para Occidente. No hubo foro internacional en el que Bibi no expusiera los peligros de un Irán nuclear. Casi todo el arco político israelí lo acompañó y hasta Shimon Peres, por entonces presidente, repetía ese mensaje en todas las capitales del mundo que recorría.

La vía diplomática pareció imponerse cuando de la mano de Barack Obama, en 2015, Estados Unidos, Rusia, Alemania, China, Francia y Reino Unido alcanzaron un acuerdo con Irán para controlar que el programa nuclear iraní no se desviara de sus objetivos civiles. Para Bibi fue la peor noticia: no solo legitimaba un régimen que nunca dejó de amenazar con borrar a Israel del mapa, sino que además el camino hacia la bomba atómica se frenaba un poco pero no desaparecía. Israel sabía que más temprano que tarde, quizás cuando las condiciones internacionales cambiaran o cuando Irán lo dispusiera, la bomba atómica seguiría estando muy cerca.

A partir de ese momento, Bibi no hizo otra cosa que despotricar contra ese acuerdo. No le importó pelearse con Obama ni aparecer solo en la vereda de enfrente de un mundo que festejaba el éxito de la diplomacia. Pero llegó Trump a la Casa Blanca e hizo todo para hacer colapsar el acuerdo. Y lo logró. La opción militar volvía a tomar fuerza, pero duró poco. Volvieron los demócratas al poder y eso complicó el imprescindible apoyo político y militar que Israel necesitaba para llevar adelante esa operación. De todos modos, la idea central que Bibi tenía en 2009 seguía en su cabeza tan firme como entonces. Había que esperar el momento.

 

¿Por qué ahora?

El ataque lanzado en la madrugada del viernes sobre Irán contra la infraestructura nuclear y militar y sobre los principales científicos que gestionan el plan nuclear fue el comienzo de lo que Bibi pretende que sea el fin de esta historia. Cree que es ahora o nunca, que es el momento para destruir las capacidades nucleares iraníes o, por lo menos, retrasarlas por décadas. Por todo lo que se pone en juego, cualquier otro resultado podría ser visto como una derrota.

Hay varios elementos para darle la razón a Bibi. El primero es que el régimen iraní nunca estuvo tan debilitado como ahora. Primero porque sus tentáculos, Hamas y Hezbola, que desde hace décadas se dedicaron a través del terror a tratar de hacerle la vida imposible a los israelíes, están muy disminuidos. Israel se encargó de eso después del criminal ataque terrorista del 7 de octubre de 2023. Tampoco Irán tiene ya a su aliado Bashar al-Assad en Siria, que fue echado por sus enemigos internos que ahora gobiernan un país caótico y sin ningún tipo de poder militar.

En la última incursión militar israelí a Irán en octubre de 2024, Israel atacó sus defensas, que quedaron muy debilitadas. A partir de ese momento se empezó a planear la operación del viernes contra las instalaciones nucleares, los sitios de misiles, los científicos y los generales de Irán. Solo faltaba elegir el momento ideal.

Y llegó cuando los iraníes le rechazaron a Trump la ventana de 60 días que les dio, a pesar del fastidio de Bibi, para que firmen un acuerdo en el que tenían que renunciar a todo desarrollo nuclear, el civil y el militar. Cuando el jueves a la mañana la OIEA, el organismo nuclear de la ONU, denunció que Irán había incumplido sus obligaciones como país miembro del Tratado de no Proliferación, no faltaba nada más. Y sucedió.

La información de inteligencia que llegaba a la oficina de Bibi decía que además de que crecía el arsenal de misiles, los iraníes ya tenían alrededor de 500 kilos de uranio enriquecido a un paso de convertirse en material nuclear listo para usarse en misiles. Luego de eso, Netanyahu ordenó a los servicios militares y de inteligencia que pusieran en marcha la operación que se ejecutó el viernes

 

¿Qué puede pasar en los próximos días?

Ahora no hay vuelta atrás. Israel parece decidido a ir a fondo para lograr sus objetivos. Por eso le dio posiblemente el mayor golpe al régimen iraní desde la revolución de 1979. Se espera que las operaciones para "eliminar" las capacidades nucleares y de misiles balísticos de Irán duren al menos varios días, tal vez semanas. Para tener ese tiempo Israel sabe que necesita "aguantar" las embestidas de misiles balísticos y drones hacia Israel, que por ahora siguen cayendo sobre su población civil en todo el país. Confía en que no van a prolongarse mucho más porque en sus ataques habría destruido gran parte de ellos.

Bibi necesita que eso suceda para no perder respaldo político ni el de una población que también ve a la teocracia iraní como responsable de las guerras que no paran de abrumarla. Israel está preparado para una respuesta iraní que cree que será controlable. Confía en el daño que le provocó. Si se prolonga o agrava la respuesta iraní, el margen de maniobra de Bibi se achica. Si no, podrá avanzar en sus objetivos. Para romper las instalaciones nucleares donde se enriquece el uranio, que están bajo tierra y en zonas montañosas, necesita de Estados Unidos. Sería una apuesta riesgosa para todos.

La otra alternativa es seguir rompiendo todo lo que rodea al plan nuclear iraní. Esto es, seguir eliminando científicos nucleares, que son los que tienen los conocimientos técnicos para fabricar una bomba. También haciéndole la vida imposible a la cúpula política del régimen golpeándolos donde estén. Algo parecido a lo que hizo con Hezbolá. Ya atacó a toda la cúpula del ejército iraní, incluyendo al comandante de la Guardia Revolucionaria y al jefe del estado mayor militar. Busca romper la cadena de mando, como hizo con las operaciones contra los líderes de Hezbolá, pero sobre todo desestabilizar al régimen generando caos. Y, por último, tratando de buscar un socio en la sociedad iraní: en sus discursos desde la incursión del viernes siempre se dirigió a los ciudadanos iraníes dejando en claro que su problema no es con ellos, sino con el régimen que los oprime. El mensaje subliminal pareciera ser una invitación a que la población aproveche este momento de desconcierto del régimen para forzar su salida.

Bibi Netanyahu está haciendo lo que siempre pensó que había que hacer para que Israel deje de vivir bajo la amenaza existencial que representa Irán. Más allá de las declaraciones, tiene el apoyo de Estados Unidos que, aunque prefiere no hacerlo, se meterá si a Israel se le complican los planes. Habría que ver cuál fue el grado de involucramiento en las tareas de inteligencia, apoyo logístico y defensivo de Estados Unidos para la operación de Israel.

La posibilidad de que el régimen iraní termine bien parado de todo esto parece nula. Sobrevivir ya sería un éxito para una teocracia muy golpeada. Sin embargo, en esa debilidad estaría también la mayor amenaza para Israel, ya que una régimen de esas características y acorralado puede jugar alguna carta que por ahora nadie ve ni espera pero que quizás tiene preparada para cuando no le quede ninguna otra alternativa.

 

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