PANORAMA SEMANAL

ISIS sembró terror en Estados Unidos a días de la llegada de Trump

El ataque en New Orleans que dejó 15 muertos despertó las alarmas en Estados Unidos por la identificación del autor con ese grupo terrorista. El mundo está expectante a lo que pueda pasar en Venezuela el viernes, cuando debe asumir el nuevo presidente.
sábado, 4 de enero de 2025 · 18:01

El atentado en Nueva Orleans, que dejó 15 muertos, reveló que la “franquicia” ISIS sigue vigente. El éxito militar de la coalición de 70 países que encabezó Estados Unidos en la primera presidencia de Donald Trump que había alcanzado para destruir el brutal califato que el grupo terrorista había establecido en partes de Siria e Irak, no logró frenar lo más peligroso: la expansión de la criminal idea de matar “infieles” en cualquier lugar del mundo.

El atentado en New Orleans dejó 15 muertos

Aquel califato físico, que se mantuvo cinco años, le permitió al ISIS atraer y deslumbrar a miles de yihadistas de todo el mundo que vieron que era posible establecer un régimen islamista reglado por la Sharia, la ley islámica que impone castigos crueles y asesinatos. Muchos de ellos fueron exhibidos en internet.

Para Occidente era imprescindible desactivar la expansión de esa ola yihadista que ya había demostrado su poder de daño no solo en Medio Oriente sino también en las calles de Paris y Bruselas, sobre todo en 2015 y 2016.  En su momento de mayor auge el ISIS fue brutalmente eficiente al utilizar las herramientas del siglo XXI para expandir y exportar su criminal ideología. Finalmente, en 2019, la coalición expulsó al ISIS de su último refugio en Siria. El califato ya no existe, pero su fuerza de captación y su ideario, que se había extendido en todo el mundo, permaneció. Y permanece.

A 20 días de asumir su segundo mandato, a Trump se les presenta acaso un desafío mayor que el que tuvo en su primera presidencia. Por un lado, deberá volver a poner el ojo en Medio Oriente y, al menos, retrasar el retiro de las pocas tropas de Estados Unidos que quedan en la región. Deberá quedarse en una inestable Siria que intenta, luego de la caída de al Assad, ser gobernada por un grupo que busca limpiar su pasado fundamentalista para caerle bien a Occidente, porque hay alrededor de 2500 combatientes de ISIS acechando. También deberá poner el foco en las franquicias regionales de ISIS, que se consolidaron en la región, sobre todo en Afganistán, que a principios del año pasado atacaron Moscú y dejaron 130 muertos.

El atentado de New Orleans representa un desafío aun mayor a nivel doméstico. Quedó claro cómo ISIS y el terrorismo yihadista se mantienen como una amenaza dentro de Estados Unidos. Lo dijo el propio Joe Biden al informar que el atacante actuó inspirado por el ISIS y que había expresado su deseo de matar.

Esta semana también se supo que el FBI mantiene más de mil investigaciones relacionadas con el ISIS. Según el director de ese organismo, el ISIS y sus partidarios “siguen promoviendo con agresividad su retórica basada en el odio, y atrayendo a extremistas violentos (…) dispuestos a llevar a cabo ataques contra EE UU”. Este tipo de ataques son muy difíciles de prevenir. Suelen ser cometidos por extremistas que son, en su gran mayoría, ciudadanos de los países en los que cometen los atentados. El autor del atentado en New Orleans, Shamsud-Din Jabbar, de 42 años, nació en Texas y sirvió en el ejército de Estados Unidos.

Hay otro elemento que dificulta el trabajo de los servicios de inteligencia y de seguridad: el método que utilizan. Se trata de ataques contra grupos grandes de personas con vehículos. Sucedió en Nueva York, en las calles de Israel, en Niza y en China. Este tipo de embestida es usada por organizaciones extremistas e individuos radicalizados para matar y generar pánico. No necesitan cómplices, ni conseguir explosivos o armas. Solo saber transformar un objeto común como un auto o una camioneta en un arma letal.

Venezuela: llega el día clave

El viernes será un día clave porque debería asumir el presidente electo el 28 de julio de 2024. El problema es que tanto Nicolas Maduro como el candidato opositor, Edmundo González Urrutia, se atribuyen haber ganado y ambos anunciaron que irán a ser investidos.

Urrutia está yendo desde Madrid, adonde tuvo que irse por la persecución del régimen luego de las elecciones. Tiene para legitimar su intención de asumir el cargo las actas que demuestran que ganó. También el apoyo de gran parte de la comunidad internacional, en particular la occidental. De todos modos, eso no le garantiza nada: en los últimos años en Venezuela fueron varios los líderes opositores que, pese al enorme apoyo externo, han sido neutralizados por el régimen.

La llegada de Urrutia a Caracas posiblemente vuelva a desatar la violencia. Maduro, que después de 5 meses no ha podido mostrar ni un papel que respalde su triunfo, avisó que Urrutia será detenido y movilizó al ejército para evitar que su llegada se transforme en un regreso histórico.

Urrutia tiene delante de si un desafío histórico. Hay mucha expectativa de gran parte de la población por su regreso: en el mejor de los casos, habrá una movilización histórica que obligue al régimen a ceder. Difícil. En el peor, será detenido y habrá represión. Eso volvería a exponer la violencia de un régimen que, si bien sigue ejerciendo férreamente el monopolio de la fuerza, aparece debilitado en un contexto mundial que parece no favorecerlo. Sus socios, Irán y Rusia, están en problemas, y su principal enemigo, Donald Trump, está llegando a la Casa Blanca en apenas quince días. Lo único que quienes se oponen al régimen no soportarían es que Urrutia no aterrice en Caracas. 

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