PANORAMA INTERNACIONAL

El efecto Musk: La democracia alemana frente a su mayor desafío

A 20 días de las elecciones, el apoyo del tecnoempresario al partido AfD, sumado a la nueva estrategia del conservador Friedrich Merz, está quebrando el histórico cordón sanitario que contenía a la extrema derecha.
domingo, 2 de febrero de 2025 · 12:26

A pocas semanas de las elecciones parlamentarias federales del 23 de febrero de 2025, Alemania enfrenta un momento clave en su historia democrática. El partido de extrema derecha Alternativa para Alemania (AfD) está logrando lo que parecía impensable desde su fundación en 2013: su normalización como actor político legítimo. Este proceso de legitimación se aceleró por las acciones de dos figuras influyentes: Friedrich Merz, líder del partido conservador alemán CDU y, hasta ahora, favorito a ganar las elecciones y a encabezar el próximo gobierno, y Elon Musk, empresario tecnológico y funcionario de la administración estadounidense.

La AfD y Elon Musk

El ascenso de AfD refleja una transformación inquietante en el panorama político alemán y europeo. De ser un partido inicialmente antieuropeísta y crítico con las políticas de rescate durante la crisis del euro, se convirtió en una fuerza política principalmente antiinmigrante, especialmente después de la crisis migratoria de 2015-2016, cuando Alemania, de la mano de Angela Merkel, recibió más de 1.6 millones de migrantes. Las encuestas actuales proyectan que AfD podría obtener aproximadamente el 20% de los votos, posicionándose como la segunda fuerza política detrás de la Unión Demócrata Cristiana (CDU). Más atrás, el Partido Socialdemócrata de Alemania, del actual canciller Olaf Scholz.

El papel de Elon Musk en este proceso de legitimación merece especial atención. Como figura global influyente, pero sobre todo como funcionario de la administración Trump, su apoyo explícito a AfD trasciende la mera opinión personal. A través de columnas en medios tradicionales alemanes y participando de sus actos, Musk viene respaldando a la candidata de ese partido Alice Weidel, con quien mantuvo hace unas semanas un dialogo transmitido por X en el que ambos coincidieron, entre otras cosas, que "Hitler era comunista". A esto hay que agregarle sus ataques al canciller Scholz y al presidente alemán Steinmeier, que revelan además una estrategia más amplia: el intento de debilitar desde donde se pueda a las democracias liberales, siendo Alemania un objetivo prioritario por representar uno de los bastiones más sólidos del orden democrático liberal en Europa.

La inmigración, el tema clave en la agenda

Por su parte, la estrategia de Merz revela los peligros, que se ven en otras partes del mundo, de intentar contener a la extrema derecha adoptando su discurso. Como líder de la CDU, partido heredero de la tradición democrática cristiana de Konrad Adenauer y Merkel, Merz eligió por un acercamiento que tensiona al límite los valores fundamentales de su propia formación política. Su apoyo a propuestas anti-asilo en el parlamento y su intento de impulsar legislación anti-inmigración, ambas votando junto a AfD en los últimos días, no solo fracasaron tácticamente, sino que erosionaron la credibilidad de la CDU como fuerza moderadora. También dejó en evidencia al acompañar posiciones extremas y antidemocráticas de AfD, la incapacidad que tienen los partidos tradicionales para responder y dar soluciones alternativas a temas como la inmigración sin caer en los mismos discursos tan facilistas y violentos como ineficaces que plantea la extrema derecha.

Este giro en la estrategia de Merz representa un quiebre con la línea histórica de la CDU, especialmente visible en el contraste con el liderazgo de Angela Merkel. La excanciller, con su política de acogida a refugiados y su firme oposición a la extrema derecha, mantuvo una posición coherente con los valores de su partido. La deserción de parlamentarios de la CDU en la votación sobre inmigración, influenciada por Merkel, demuestra las profundas divisiones que la estrategia de Merz generó en su partido y que podría afectarlo en su carrera electoral en el último tramo de la campaña.

La convergencia entre las acciones de Musk y Merz, aunque diferentes en naturaleza y motivación, produce un efecto similar: la normalización gradual de AfD como actor político legítimo. Musk, desde su posición de influencia global y como representante y divulgador de las tendencias anti-orden liberal, le proporciona legitimidad internacional. Merz, al adoptar elementos del discurso de AfD, difumina las líneas que separaban a la derecha democrática de la extrema derecha.

El regreso de un discurso que parecía olvidado

El crecimiento de AfD, sobre todo en los estados de la antigua Alemania Oriental, demuestra cómo el partido capitaliza eficazmente el desencanto con la política tradicional. Sus victorias en Turingia y su gran performance en Sajonia en 2024 reflejan su capacidad para conectar con votantes que se sienten abandonados por el sistema político convencional. También podrían revelar cuentas que quedaron pendientes de la reunificación.

La vigilancia de la Oficina Federal para la Protección de la Constitución sobre AfD no es casual. El partido mantiene conexiones con grupos ligados al más rancio nacionalismo alemán y sus líderes realizan declaraciones que relativizan el Holocausto. Fue el caso de Björn Höcke, uno de los ideólogos más influyentes de AfD y diputado en Turingia, quien fue condenado por usar el lema nazi "Todo por Alemania", copyright de la SA, la organización paramilitar de Adolf Hitler. No pudo competir en las elecciones, pero AfD igualmente sacó el 33 por ciento de los votos. La prohibición en Alemania de toda propaganda con ideología nacionalsocialista hace más preocupante aún la creciente aceptación de su discurso.

Höcke también criticó el Monumento a los judíos de Europa asesinados durante el Holocausto, que recuerda el asesinato de seis millones de judíos europeos a manos de los nacionalsocialistas. Lo describió como un "monumento de la vergüenza". “Nosotros, los alemanes, nuestro pueblo, somos las únicas personas en el mundo que plantamos un monumento de la vergüenza en medio de nuestra capital nacional”, dijo.

La barrera de contención está cediendo

La estrategia del "cordón sanitario", los acuerdos explícitos entre las fuerzas políticas para aislar e impedir que partidos con ideologías incompatibles con los valores democráticos accedan al poder, fue hasta ahora la principal defensa contra el avance de AfD. Sin embargo, las acciones de figuras como Musk y Merz están debilitando esta barrera, facilitando la normalización de un partido que representa una amenaza real para la democracia alemana.

Este proceso de legitimación de AfD plantea interrogantes fundamentales sobre la resistencia de las democracias liberales frente a amenazas autoritarias. La combinación de apoyo internacional, adopción de su discurso por partidos tradicionales y el creciente respaldo electoral sugieren que el consenso democrático alemán construido a partir de la reunificación enfrenta uno de sus mayores desafíos.

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