DESAPARICIÓN Y MUERTE
Juicio de Otoño Uriarte: lo que hay que saber del crimen de la joven
Mañana comienza el juicio por su desaparición y muerte ocurrida hace 18 años. Habrá 90 testigos.El caso de Otoño Uriarte, la joven secuestrada y asesinada en 2006 en Fernández Oro, llegará a juicio después de 6.609 días. Fueron 18 años, un mes y tres días en los que la impunidad le ganó a la investigación. Finalmente, y pese a los intentos reiterados por archivar la causa, el juicio comenzará mañana y se extenderá hasta el 9 de diciembre, los acusados son las mismas cuatro personas que fueron imputadas en un primer momento: Ángel Germán Antilaf, José Hiram Jafri, Ricardo Néstor Cau y Maximiliano Manuel Lago.
Otoño tenía 16 años cuando fue vista por última vez en el denominado Puente de la Viña. Ese lugar, en un Fernández Oro muy diferente al de hoy, marcaba el límite entre el casco urbano y la zona rural. La estudiante de tercer año del entonces CEM 14, había tenido un día cargado de actividades y recién cuando caía el sol pretendía regresar a su casa. A pocos metros de emprender el camino, fue abordada. Aunque hubo muchas investigaciones, nunca se pudo comprobar si fue abusada sexualmente, una de las tantas irregularidades que cometió la Justicia.
Su cuerpo fue encontrado el 24 de abril de 2007 en la usina de El Treinta. Los atacantes la arrojaron al canal Principal de Riego no mucho tiempo antes, ya que en esa época del año no está habilitada la temporada de riego y la poca agua que aún había, no tenía la presión suficiente como para destruir sus restos contra las rejas que filtran el ingreso de agua a la presa. Si bien el cuerrpo estaba en un avanzado estado de descomposición, al tener la ropa interior colocada, sirvió para que se produzca un efecto llamado saponización, que permitió mantener la zóna vaginal resguardada.
Los forenses pudieron rescatar más de una veintena de vellos que no correspondían a Otoño. Algunos se analizaron para comparar el perfil genético con el de los acusados, pero dieron resultado negativo. Otros, la gran mayoría, no se estudiaron por falta de recursos y el alto costo que significaba el ADN de cada uno.
La bicicleta, una pista clave en el caso Otoño Uriarte
En la investigación está probado que Otoño salió de su casa, temprano, en la mañana del 23 de octubre. Llevó a su hermano a la escuela en la bicicleta y después volvió a la casa de una amiga, donde la dejaba, para luego ir caminando al colegio. Su compañera ya se había ido hacia el CEM14, pero eso no le impidió resguardarla en el patio como hacia siempre.
El día fue intenso, como casi todos los de la vida de un adolescente que vive en la zona de chacras. Es que ante la imposibilidad de ir y volver, aprovechaba para quedarse y hacer tiempo en diferentes lugares. Fue a clases, luego al polideportivo donde jugaba al fóley, estuvo con amigos y cuando decidió emprender el regreso, fue a buscar la bicicleta. Pero ya no estaba, alguien se la habia llevado.
La luz solar empezaba a escacear, y resignada decidió emprender el regreso a pie. La última vez que la vieron fue cuando dejó atrás el Puente de la Viña y ya caminaba por calle Kennedy. Por esa misma calle, pero a unos dos kilómetros, vivía la familia Uriarte. Y a mitad de camino uno de los acusados, Néstor Cau. Otoño le había contado a su círculo íntimo que la tenían cansada, que siempre le gritaban cosas cuando pasaba. Existía una relación, se conocían porque una hermana de él estudiaba en el mismo colegio.
La causa Otoño manchada por errores judiciales y la oscuridad del jefe policial
El entonces subjefe de la Policía, Víctor Cufré llegó a Fernandez Oro horas después de la desaparición. Montó un comité en las oficinas de la Secretaría de Medio Ambiente. Allí se reunía con los policías de la Brigada de Cipolletti que trabajaron en el caso y con los uniformados de la Comisaría 26°, encargados de la búsqueda. Con su estilo canchero y sobrador, atendía a la prensa y en off the records les confiaba que "se fue con un noviecito" y se justificaba: "no se llevó ni el documento".
Pero con el paso de los días se comprobó que no se trataba de una desaparición común, de esas que protagonizan algunos adolescentes por una amor no permitido en su casa o por tener materias bajas en el colegio. El caso era mucho más grave porque no habían rastros de la joven más allá de los que siguieron los perros en la calle Kennedy, pero que se esfumaban repentinamente. Los investigadores siempre creyeron que la estaban esperando, la levantaron en un auto y la secuestraron.
Luego de 18 años, hay cuestiones fundamentales en la causa que se desconocen. Nunca se identificó en qué auto se la llevaron, tampoco dónde estuvo secuestrada o dónde escondieron el cuerpo luego de matarla. Y mucho menos si fue abusada, aunque por la aparición de los vellos púbicos, se cree que si, que fueron dos personas.
La investigación estuvo a cargo de la ex jueza María del Carmen García García, nombrada en el ex juzgado de Instrucción 15, creado para mejorar la pobrísima imagen que tenía la Justicia rionegrina en Cipolletti, después de la seguidilla de homicidios como el Triple Crimen, janet Opazo, Diana del Frari, y Ana Serdá, que aún hoy siguen impunes.
Pero el caracter de la magistrada y la enorme cantidad de causas que tramitaba, de turno permanente durante los 365 días y sin descanso, hizo que se cometieran errores graves en la investigación. Era otro sistema judicial, en el que la jueza dirigía cada paso en el expediente. García García fue destituida tiempo después, por el retraso significativo en las causas. Ella se defendió e inició un preoceso laboral por las malas condiciones en las que trabajaba, fue indemnizada con 10 millones de pesos.
Durante ese proceso laboral, se ventiló que tanto Cufré y el vocal del STJ, Víctor Hugo Sodero Nievas, se reunían y conversaban detalles de la investigación con el padre de Otoño, Roberto Uriarte, sin que quedara asentado en el expediente algunas cuestiones que le relataban. El poder político estaba muy interesado en que se bajara la repercusión pública del caso.
Hace pocos meses, en agosto, salió a la luz que desde el día de la aparición en el canal Principal de Riego, el cuerpo de Otoño permanecía en un depósito de la morgue judicial y la familia no contaba con el correspondiente certificado de defunción. La fiscalía ordenó que se le entregue al padre, quien decidió cremarlo casi inmediatamente.
El juicio por el secueestro y muerte de Otoño Uriarte
Tras varios años de parálisis, la Justicia intentó varias veces archivar la causa. En un intento desesperado por mantenerla activa, pasó a manos de la fiscal roquense Teresa Giuffrida. También la familia cambió de representantes y se presentó la abogada Gabriela Prokopiw. Finalmente, un día antes de la prescripción, se logró la elevación a juicio.
La acusación no es la de femicidio, como se estipula ahora a los crímenes de mujeres en circunstancias de violencia de género.Tampoco un criminis causa, figura que se utiliza en los homicidios que se cometen para asegurar los resultados de otro delito, o también para procurar la impunidad del autor. Los cuatro acusados llegan al juicio como autores del delito de "privación ilegítima de la libertad agravado por duración prolongada, participación de más de tres personas, la minoría de edad de la víctima y el resultado de muerte". En principio, tampoco serán juzgados por abuso sexual.
Desde mañana a las 8.30 se realizará en una de las salas de audiencias del edificio judicial del fuero penal de Urquiza y España de Cipolletti. Se extenderá hasta el 9 de diciembre, el único día en el que está previsto que haya actividad en doble turno. Está prevista la paritcipación de 90 testigos y que se presente la prueba documental incorporada en el expediente.
El trubunal de juicio está compuesto por María Florencia Caruso Martín, Juan Pedro Puntel y Amorina Liliana Sánchez Merlo, la querella está representada por la fiscal Giuffrida y la abogada particular Prokopiw, en tanto que los acusados tendrán todos profesionales particulares: Néstor Cau, asistido por Marcelo Caraballo); Maximiliano Lagos, Edgard Lucero y Manuela Castro; Germán Antilaf, por Carlos Vila; y José Jafri, por Rubén Antiguala.