Desde hace cinco meses, una familia de Cipolletti vive atrapada en un espiral de violencia que no parece tener fin. Todo empezó en febrero, cuando un adolescente fue brutalmente golpeado por cinco jóvenes que intentaron robarle la bicicleta en la plaza del barrio Anaí Mapu. Desde ese momento, lo que era un hecho grave se transformó en una cadena de amenazas y balaceras, pese a las denuncias no hay detenidos.
Los agresores no solo no desaparecieron de la escena, sino que redoblaron la violencia. Primero exigieron que se retirara la denuncia. Luego atacaron la casa de la familia a tiros. Y semanas después volvieron, pero esta vez cortaron la luz de toda la cuadra para actuar bajo las sombras.
En esa balacera, tres personas resultaron heridas: una recibió un disparo en la cabeza, otra sufrió heridas que comprometieron su médula y una tercera fue alcanzada por perdigones. Una de ellas sigue internada con pronóstico reservado.
.Según detalló un integrante de la familia, los agresores no solo los hostigan personalmente, sino que también lo hacen por redes sociales, donde muestran sus armas y se burlan de las denuncias.
Pese a los múltiples hechos registrados, los responsables aún no fueron puestos a disposición de la Justicia. Uno de ellos, incluso, circula a pie por el barrio sin mayores reparos. Ya se formalizaron al menos cuatro denuncias penales, lo que mantiene activo el expediente judicial.
Un dato alarmante que muestra la desesperación de la familia: en un momento intentaron frenar las amenazas con dinero. Pero ni siquiera eso alcanzó. La violencia siguió escalando, como si no tuviera freno.