Un hecho insólito y alarmante encendió las alertas en la ciudad de Neuquén. Un hombre de 27 años fue demorado por la Policía provincial luego de que se comprobara que estaba realizando escaneos del iris y la retina a personas del barrio Cuenca XV, a cambio de 15 mil pesos a cada voluntario, por sus datos biométricos.
La maniobra fue detectada tras una alerta de vecinos que notaron actividad inusual en el salón comunal del barrio. Allí, una empresa de origen norteamericano —sin autorización municipal— realizaba esta práctica en el espacio público. Según confirmaron fuentes policiales, al menos 200 personas ya se habían sometido al escaneo.
El comisario Gerardo Sanzana, jefe del Departamento de Delitos Económicos de la Policía provincial, explicó en diálogo con La Primera Mañana de AM550 que si bien la conducta "no está tipificada como un delito penal", se procedió a interrumpir la actividad y secuestrar los dispositivos utilizados.
“Se trató de una intervención policial a raíz del aviso de la ciudadanía. La empresa no tenía habilitación para realizar esta actividad en un espacio público. El personal municipal constató la irregularidad y se dio intervención al Ministerio Público Fiscal”, detalló Sanzana.
¿Cómo funcionaba la maniobra?
Los voluntarios eran convocados bajo la promesa de recibir una compensación económica —en pesos o criptoactivos— luego de someterse a un escaneo ocular con un dispositivo metálico denominado ORB. Este aparato, similar a una esfera, capturaba el iris y la retina para crear una identidad digital única.
A su vez, los participantes debían descargar una aplicación y validar sus datos personales. Una vez completado ese paso, se habilitaba el pago de la supuesta recompensa. Lo preocupante es que esta práctica, aunque disfrazada de "intercambio voluntario", implica una cesión crítica de información biométrica sensible que podría ser reutilizada en contextos ilegales.
Los peligros del escaneo de iris y la duplicación de identidades digitales
La tecnología de reconocimiento biométrico —que incluye iris, retina, rostro y huellas dactilares— es cada vez más utilizada para validar operaciones digitales, acceder a dispositivos y firmar contratos en entornos digitales. Pero su uso indebido, especialmente en contextos sin regulación, plantea serios peligros.
Según explicó el comisario Sanzana, estos escaneos pueden ser utilizados por empresas u organizaciones para “generar identidades falsas que operen en entornos digitales con total verosimilitud”. En un contexto de auge de la inteligencia artificial y los deepfakes, los datos biométricos podrían ser empleados para suplantar identidades, acceder a servicios sin consentimiento, realizar transacciones o incluso vincular a las personas a hechos ilegales sin que lo sepan.
“Estas personas asumen riesgos. Al entregar sus datos, es posible que se duplique su personalidad digital. Están entregando datos sensibles que pueden ser manipulados o revendidos”, advirtió Sanzana.
Además, en ausencia de una legislación específica que regule este tipo de tecnologías y transacciones, los ciudadanos quedan desprotegidos ante abusos que cruzan los límites de lo ético y lo legal.