Konstantin Rudnev, el autodenominado “gran chamán” que encabezaba una secta pseudoespiritual asentada en Bariloche, continuará en prisión preventiva durante otros 90 días. La medida fue confirmada por el Juzgado de Garantías de la ciudad, que consideró que persisten los riesgos procesales mientras avanza la investigación por trata de personas con fines sexuales, reducción a la servidumbre y otros delitos. El líder del culto fue detenido en marzo pasado, cuando intentaba huir del país tras el nacimiento de un bebé que, según tres mujeres rusas, debía ser inscripto como su hijo.
La causa penal que lo tiene como principal imputado comenzó a tomar forma tras la denuncia de una joven rusa embarazada que llegó a Bariloche para dar a luz. Su relato fue clave para que se activara el operativo que culminó con la detención de Rudnev y 20 personas más, entre ellas su círculo de confianza. Según la Fiscalía, la secta operaba bajo un sistema jerárquico y coercitivo, donde las mujeres eran sometidas a reglas estrictas, abusos físicos y psicológicos, y explotación sexual encubierta bajo prácticas esotéricas.
Pero el foco de la Justicia no está puesto solo en las conductas delictivas dentro del grupo: ahora también se investiga el circuito económico que alimentaba a la organización. De acuerdo con testimonios de exintegrantes, la secta recaudaba grandes sumas de dinero mediante seminarios internacionales, venta de amuletos y rituales “sanadores”. Todo el dinero se manejaba en efectivo, se recolectaba en espacios cerrados, sin testigos, y se transportaba de forma clandestina, oculto incluso en elementos de higiene femenina, hacia centros de operaciones en Rusia, Montenegro y ahora la Patagonia.
La Sede Fiscal Descentralizada de Bariloche también analiza vínculos con posibles financiadores extranjeros y transacciones a través de criptomonedas. Los dispositivos electrónicos secuestrados durante los allanamientos podrían contener evidencia clave sobre el movimiento de fondos. La estructura se asemejaba a una red multinivel, donde los “mentores” eran enviados a distintas ciudades del mundo con metas económicas que debían cumplirse bajo amenaza de castigos físicos, hambre o aislamiento.
Según los investigadores, la intención del grupo era asentarse permanentemente en Bariloche, con Rudnev como residente legal. El plan, frustrado con su detención, incluía utilizar al bebé como vía para obtener nacionalidad argentina y, más adelante, residencia brasileña. Mientras tanto, la secta mantenía casas alquiladas con ventanas tapiadas, colchones en el suelo, y objetos vinculados al control y sometimiento de sus integrantes.
A pesar del encarcelamiento de su líder, la secta no se ha desactivado por completo. Víctimas que lograron salir del culto aseguran que sigue activa mediante un sistema de delegación de responsabilidades, con nuevos mentores que replican los métodos de captación y control. La causa continúa abierta y en desarrollo, con un plazo judicial de un año para que la fiscalía defina el alcance de las responsabilidades y, eventualmente, impulse un juicio oral contra el gurú ruso y sus principales colaboradores.
¿Quién es Konstantin Rudnev?
Konstantin Rudnev nació en 1967 en Novosibirsk, Siberia, y desde joven mostró un desinterés marcado por la vida tradicional. Mientras su madre aspiraba a que trabajara en una fundición, él fantaseaba con fundar un monasterio inspirado en el Templo Shaolin. A finales de los 80, comenzó a dar clases de yoga, mezclando enseñanzas orientales, charlas de filosofía, prácticas de trance colectivo y una retórica carismática que pronto derivó en la creación de su propia secta: Ashram Shambhala. En su universo simbólico se presentaba como un iluminado, incluso como un enviado de la estrella Sirio, y tejía un discurso espiritual atravesado por el control psicológico y físico de sus adeptos.
A lo largo de más de tres décadas, Rudnev construyó una red internacional que combinaba rituales esotéricos con una estructura económica piramidal basada en la explotación de sus seguidores. El grupo operaba con jerarquías rígidas: las mujeres jóvenes eran seleccionadas como sacerdotisas, muchas veces sometidas a abusos sexuales, mientras que otras integrantes eran entrenadas para captar fondos mediante talleres, ventas de objetos “mágicos” y rituales. Su doctrina obligaba a los fieles a romper con sus familias, renunciar a bienes materiales y entregarse a prácticas humillantes. Mientras la secta crecía, Rudnev se enriquecía, acumulaba propiedades y adoptaba múltiples alias, entre ellos “Shri Jnan Avatar Muni”.
Tras varias investigaciones en Rusia desde los años 90 y una condena en 2011 por violación y distribución de drogas, Rudnev fue encarcelado por más de una década. Sin embargo, su organización nunca se disolvió. Luego de su liberación en 2021, reactivó el culto en Montenegro y más tarde se refugió en la Patagonia, donde fue detenido en marzo de 2025.
Hoy, 12 años después de su condena, Rudnev está en una celda en Argentina, detenido en un inquietante caso de trata de personas. Cuando lo arrestaron, intentó cortarse la garganta con una navaja de afeitar. La Sede Fiscal Descentralizada de Bariloche, a cargo del fiscal general Fernando Arrigo, tiene un año para desarrollar la investigación sobre esta organización criminal transnacional de carácter coercitivo que buscaba asentarse en esta ciudad.