Columna de Opinión

Hacia un nuevo gran acuerdo nacional

Un planteo de lo que puede venir tras el impacto del Coronavirus en el planeta.
sábado, 25 de abril de 2020 · 20:13

El fenómeno del coronavirus y la Covid-19 nos deja en evidencia las mayores fortalezas o fragilidades de los países según su nivel de desarrollo, cultura, educación, credibilidad de las instituciones y aciertos en las decisiones de la clase política. Similar exposición produce respecto de la vulnerabilidad y resiliencia de las personas y el planeta que habitamos.

Quizás esta pandemia implique el fin de los procesos de transformación económica, social, cultural y tecnológica que por varias décadas atravesó el ser humano, especialmente a partir de los siglos XVIII, XIX y XX con las Revoluciones Industriales (primera, segunda) y a lo mejor traiga aparejada la aceleración que hacía falta para que podamos avanzar como especie definitivamente hacia una nueva etapa en la historia de la humanidad.

Y aún más, es de creer que este nuevo proceso de transformación tenga como nota distintiva la evolución exponencial de la conciencia y mentalidad, la solidaridad, la cooperación, donde tecnología e información vuelvan a estar a disposición de los seres humanos y los sistemas productivos respeten la naturaleza y el medio ambiente de manera tal que permita garantizar la satisfacción de los recursos y necesidades a las generaciones del siglo XXI y la prosperidad de las subsiguientes.

Para comprender donde estamos parados, como llegamos hasta aquí y hacia dónde vamos, es oportuno traer abreviada la historia y así remontarnos a finales del Siglo XVIII y principios del Siglo XIX donde la industrialización fue un punto de inflexión que durante décadas modificó aspectos de la vida cotidiana de las personas y sus efectos se extendieron hasta la actualidad.

La maquinaria permitió el reemplazo de la mano de obra manual por procesos industriales mecanizados y el paso de sistemas productivos rurales hacia formas de producción a escala, economía global industrializada, capitalista y de consumo.

Estos fenómenos generaron inevitablemente nuevas clases sociales, divisiones, conflictos de fuerza, luchas de poder y sobre todas las cosas mucho daño al ambiente natural de nuestro planeta.

El desarrollo tecnológico e industrial de la última década (para algunos considerada la Cuarta Revolución industrial), se caracteriza por el uso masivo de internet y su aplicación a las cosas, los avances tecnológicos, robótica, inteligencia artificial, sistemas ciber físicos, la conectividad entre dispositivos y la coordinación con los sistemas de producción y ciudades inteligentes (smart fábricas y Smart city).

Durante estos los últimos años la comunidad internacional a través de la Organización de Naciones Unidas (ONU) comenzó a difundir conocimiento científico (exigidos por la acción de grupos y asociaciones de la sociedad civil) instando a que los países asumieran importantes y ambiciosos compromisos ambientales, principalmente para reducir el calentamiento global frente al cambio climático y emisiones de gases de efecto invernadero. En la práctica, los intereses económicos y grupos de poder han retrasado decisiones coherentes.

Pero, en definitiva, ¿qué es lo que el covid-19 nos trae como posibilidad?

Como dijimos al principio, el coronavirus no vino a cambiar el mundo, más bien apareció como una reacción de origen animal (por el momento no se ha acreditado lo contrario) que vino a acelerar todas las tendencias e iniciativas gestadas en la sociedad.

Se han producido en menos de 45 días cambios y flexibilización en el ámbito laboral y continuaran avances y cambios en lo social, político, ético, económico, en la salud pública y ambiental. Surgen nuevas miradas y formas de concebir la sociedad, el estado, gasto público y los modelos de producción.

En la emergencia sanitaria lo urgente es la salud pública, frenar la curva de contagios y administrar paulatinamente la reactivación económica para flexibilizar el ASPO de manera controlada.

La nueva etapa de flexibilización que se avecina conlleva la necesidad de un Nuevo Acuerdo nacional donde lo social, económico y ambiental estén estrecha y perfectamente equilibrados en una Alianza que garantice los derechos esenciales a la vida, salud, trabajo y al ambiente sano con equidad transgeneracional para la satisfacción y aprovechamiento de las futuras generaciones. Parecería una utopía o ficción, pero no lo es.

La amenaza que nos trajo esta pandemia nos obliga forzosamente a acelerar los cambios. La Sociedad en su conjunto y el Estado deberán celebrar un Nuevo Acuerdo introduciendo, con carácter prioritario, en el orden del día de la agenda política la transición hacia una economía verde, circular, solidaria y colaborativa, promoviendo alternativas de desarrollo sustentable, el estímulo de las energías renovables y reemplazo gradual de las provenientes de hidrocarburos, la agroecología regional, el equilibrio de los ecosistemas, reforestación, las compras sustentables del estado, la eficiencia energética, el uso de movilidad sustentable, la educación ambiental y el acceso a la información pública, la transparencia, la alimentación consciente, saludable, en definitiva el bienestar general de todos los argentinos.

En este Acuerdo, el estado y todos los ciudadanos deberemos asumir nuevos compromisos y responsabilidades.

*Fernando Zubillaga. Es Abogado egresado de la Universidad de Buenos Aires en el año 2001. Especialista en Derecho Ambiental. Miembro del Colegio de Abogados de Entre Ríos (CAER), Colegio de Abogados y Procuradores de Neuquén (CAyPN) y del Colegio Publico de Abogados de la Capital Federal (CPACF).

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