ENTRE INJUSTICIAS Y PROTOCOLOS

Los nuevos sepelios: “Morir en pandemia es morir dos veces”

Los funerales cada vez son menos. La pandemia impone duros protocolos; suman pedidos de cremaciones. Polémico velatorio del "Trinche" Carlovich, en un estadio.
domingo, 10 de mayo de 2020 · 00:00

Euge sabía desde que hicieron chin chin con su mamá en Navidad, que posiblemente fuera la última. Sus hermanas también, aunque con menos detalles sobre el avance de esta cruel enfermedad. “Es el cáncer, el puto cáncer, decilo con todas las letras”, gritó la menor y la más rebelde de las hijas de Betty, la profe de Lengua. Lo que nadie imaginaba entonces fue que declararan esta pandemia. Y menos aún, que morir fuera más triste todavía. Casi como si se tratara de una pelea feroz entre el COVID- 19 y el puto cáncer, a ver quién descalabra más.

Tampoco sabía Betty que su pasión por la docencia iba a quedar hecha ruina. Todo por la misma pandemia, pero eso será parte de otro relato.

La historia de hoy, la de Betty, es la misma de cientos de almas que partieron en pandemia. Y no hablamos de los decesos por coronavirus, la madre de la criatura COVID- 19. Hablamos de la muerte cantada, la de arrastre, la de repente, la de un accidente, la de un infarto, la que duele hasta las entrañas porque se trata de tu vieja -como le pasó a Euge- la de tu viejo, tu suegra, tu hijo o tu hermana.  

Morir en pandemia es morir dos veces.

“En estos tiempos todo es atípico. No hay abrazos, las lágrimas son eternas, parece que al aire se amontona detrás del barbijo, querés abrazar y contener pero está prohibido. Todo está restringido. Y es terrible, muy pero muy doloroso, pero es lo que podemos hacer para cuidarnos entre todos”, cuenta Fran, amigo de Euge y obviamente -quién no lo fue- ex alumno de Betty. Larga el discurso así rápido y de un solo trago, para que suene más convencido. Pero al rato, él también se quiebra. “Es terrible todo esto. Es de una gran impotencia. Porque la pandemia pasará, pero ese momento, de despedir a esa persona tan querida, no vuelve. Es único, no se repite”, dice entre lágrimas, no me lo dice pero lo se porque lo escucho con voz temblorosa pero también lo siento detrás del teléfono, liberado del maldito tapabocas.

En Neuquén, en estos 40 y pico días que llevamos de cuarentena, en el sector de sepelios de Calf llevan realizados la mitad de los servicios, cuando el promedio ronda los 180 por mes, a razón de 6 por día. Por el contrario, aumentaron los pedidos de cremación. Parece una ironía, pero la posibilidad de contar con las cenizas brinda ahora más cercanía, que las ceremonias de despedida. Siempre fue al revés. Pero hoy, a un funeral, sólo pueden ingresar hasta 5 personas, los más directos, los más cercanos. Todo, bajo la atenta mirada de un policía. Tampoco los velatorios se extienden durante el día, sólo algunas horas: de 8 a 15 por ejemplo.

Y cuando llega el momento del sepelio, a la falta del sostén caluroso, del apretón de manos, los hombros sostenidos por brazos amigos, en esta “cercanía” virtual que nos propone la tecnología; se suelen hacer videollamadas para que puedan participar los demás.

“Los demás” son los abuelos -siempre fueron viejos, pero en estos tiempos son también población de riesgo- que no pudieron acercarse a la sala velatoria; los que quedaron varados porque después de ese último chin chin de Navidad se fueron de vacaciones y nunca más pudieron volver; los que viven acá cerca -a unos 100 km- pero tampoco pudieron venir, ni en auto ni en cole, por lo mismo de la cuarentena. Todos ellos, se suman por minutos a una videollamada, llorando cada uno desde donde está y como puede, procesando “el servicio”. Quién lo hubiera dicho, derribando toda teoría de hace una década para dar paso a la “Tecnología Positiva”, esa que abona que el celular es de los aparatos más útiles en estos momentos, incluso, para amucharnos en situaciones tan dolorosas como despedir a un ser querido.

En toda la provincia de Neuquén, la única empresa que está realizando funerales es Calf. Trino Cofré es quien está al frente de ese servicio y pese a los años y las situaciones vividas, reconoce que son tiempos difíciles y nuevos en el oficio. “Es terrible y muy doloroso, a veces la familia no lo puede entender, y entonces, intervienen los médicos y se suman al personal de la Cooperativa para tratar de explicar”, nos cuenta.

Sin hablar de muertes producto de coronavirus, el proceso para llevar adelante los servicios también obviamente fue atravesado por la pandemia. “Si se trata de una persona que tuvo gripe, cerramos el ataúd. Si es un caso sospechoso, porque no se alcanzó a hacer el hisopado o porque llegaron tarde con el test, vamos directamente hasta el hospital o la clínica. Se utiliza una bolsa antigases y directamente se traslada el cuerpo desde ese lugar hasta el féretro”, relata Cofré. Y repite: “Es doloroso, imagine que hay casos de pacientes internados hace mucho, no los ven desde hace 15 días aproximadamente y sólo pueden acompañar a la distancia cuando vamos rumbo al cementerio. Es terrible”.

Por eso quizás, entiendo cuando hoy me escribió indignada Euge.”Leíste lo que hicieron? LLENARON UN ESTADIO -sí, lo escribo en mayúsculas porque me gritaba mientras lloraba, todo junto y a borbotones- para despedir a un tipo, ‘El Trinche’ Carlovich. Dicen que era un ídolo del fútbol. Y mi vieja?? Mi vieja era mi ídola y me la llevó el puto cáncer. Encima, en la mierda de esta pandemia, no la pude abrazar ni despedirme”.

Tomás Felipe “El Trinche” Carlovich, murió el viernes producto de las graves heridas que recibió cuando intentaron robarle, hace unos días. Cientos de fanáticos, con autorización de los directivos del Club, coparon este sábado a la mañana el estadio Gabino Sosa, de Central Córdoba.

Rompieron la cuarentena. Obviamente, porque alguien lo permitió.

Le prometí a Euge (a las Euge de cientos de almas que se fueron en esta pandemia) escribir esta nota, porque tiene razón, igual que Trino Cofré. Es terrible y doloroso. Morir en pandemia es morir dos veces. Y eso ya es un montón, para además, bancar estas injusticias.

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