Finalmente, luego de varios rumores y trascendidos sobre su futuro, todo indica que la Planta Industrial de Agua Pesada (PIAP), ubicada en la localidad neuquina de Arroyito, volverá a funcionar luego de varios años de inactividad. Este miércoles, el gobernador Omar Gutiérrez y la presidenta la Comisión Nacional de Energía Atómica, Adriana Serquis, firmaron un acuerdo para que las instalaciones se reactiven.
La planta, que se encuentra ociosa desde 2017, tiene la capacidad de producir un insumo clave tanto para las centrales nucleares del país, como a nivel internacional, para la industria electrónica y elaboración de insumos médicos, situación que transforma al agua pesada en un producto con amplia capacidad exportable.
Durante la firma del acuerdo, el gobernador mencionó que el presupuesto 2023 del Poder Ejecutivo de Neuquén incluye una partida de mil millones de pesos destinada a este plan en la PIAP, lo que aseguró, muestra con total claridad la “decisión política del gobierno provincial de avanzar en la puesta en marcha del complejo industrial de Arroyito, uno de los más importantes del país”.
En esa línea, Gutiérrez recalcó que, “trabajando juntos y a la par con el gobierno nacional, vamos a poder actualizar la PIAP, poniéndola al servicio del país y de la provincia, manteniendo las fuentes de trabajo y generando ingresos que se volcarán al sistema productivo”.
Por su lado, Serquis indicó que “con el gobernador Omar Gutiérrez acordamos empezar a trabajar en conjunto en la reactivación de la PIAP”, y a la hora de brindar precisiones, señaló que “en dicha planta, que tiene dos líneas de producción, se aplicaría una de ellas a la producción de 80 Tn por año de agua pesada, mientras que la segunda línea se orientaría a la producción de Urea, proyecto en el cual se trabaja en la elaboración de un plan de negocios y participa también Y-TEC”.
La instalación es propiedad de CNEA y está operada por la Empresa Neuquina de Servicios de Ingeniería (ENSI), una sociedad conformada entre Nación, a través de la CNEA, y la provincia del Neuquén, que tiene la mayoría accionaria.
Fue inaugurada en 1993 por el entonces presidente Carlos Menem y su capacidad de producción era de 200 toneladas de agua pesada por año, lo que en su momento la convirtió en la planta más grande del mundo.