Un cierre que golpea directo a Neuquén
El anuncio del cierre de Vialidad Nacional encendió todas las alarmas en Neuquén y la Patagonia. El organismo, que históricamente planificó y mantuvo rutas claves, dejará de existir como se lo conoce. En su lugar, parte de sus funciones pasarán a la Secretaría de Transporte, otra parte a una nueva agencia de control y otra a una unidad de mantenimiento.
"Cuando el Gobierno nacional habla de concesionar 9.000 kilómetros, deja unos 30.000 a su cargo. Pero hoy Vialidad tiene que mantener 40.000 kilómetros de rutas nacionales. Sin un plan de contingencia real, esto es inviable para provincias como Neuquén que dependen de rutas nacionales para mover producción, familias y ambulancias", explicó el diputado Osvaldo Llancafilo en Radio Mitre Patagonia.
Rutas clave sin respuestas y riesgo de aislamiento
En la provincia, el impacto es directo: rutas como la 22, la 40, la 237 y la 151 son vitales para el petróleo, el gas, el turismo y la vida cotidiana. Sin Vialidad, quedarán bajo concesiones privadas o, directamente, sin mantenimiento.
"Este puente habla de hermanar lazos, de una historia común de trabajo y estudio. Y lo tenemos que mantener con recursos propios, mientras la Nación se queda con el 28% de los impuestos a combustibles. Es inaceptable" remarcó Mariano Gaido, intendente de Neuquén, apuntando a la inequidad en la recaudación.
Para Llancafilo, el cierre de Vialidad replica un problema que se arrastra hace años: obras eternas que nunca se terminan. "Miremos la Ruta 22 en Río Negro, más de 15 años de obras. O La Rinconada, con 17 años de construcción. Así no se puede", señaló.
Chile como espejo y la grieta federal
El ejemplo de Chile siempre aparece como comparación: sus rutas están concesionadas, pero con controles serios y exigencias claras. En Argentina, la crítica es que se pretende privatizar sin un plan real para garantizar calidad ni controles eficientes.
"El problema no es privatizar o no: el problema es que lo hacen sin reglas claras y sin resguardar la conectividad de provincias como Neuquén. Si esto no se hace bien, nos dejan rutas rotas y pueblos aislados", resumió Llancafilo.
La pelea por la plata que no vuelve
Para la gestión de Rolando Figueroa, el tema es clarísimo: la Nación recauda millones con impuestos específicos para infraestructura, pero no devuelve lo que corresponde.
"Si vos no estás mejorando rutas pero además cerrás Vialidad, entonces esos fondos que se recaudan deberían quedarse en la provincia para hacer lo que Nación no hace", planteó Llancafilo. La propuesta es clara: descentralizar recursos para que cada provincia atienda sus rutas.
Una grieta que se agranda: Garrahan, universidades y jubilaciones
El cierre de Vialidad se suma a otros frentes que tensan la relación con la Casa Rosada. En el Congreso, se discute el financiamiento del Hospital Garrahan y de las universidades, con la misma lógica: fondos que se congelan, auditorías sin partidas y miles de familias afectadas.
"En el medio hay pacientes, hay estudiantes y hay rutas por donde pasa la ambulancia que salva vidas. No se puede congelar todo mientras se hacen auditorías eternas" cuestionó Llancafilo, y agregó: "Lo mismo pasa con jubilaciones: ahora la oposición pide todo lo que no hizo cuando gobernaba. Hay que discutir en serio, sin fanatismos, y asegurar que la plata llegue donde tiene que llegar."
Qué puede pasar de ahora en más
Mientras se definen nuevas acciones, la provincia avanza en reclamos formales, posibles amparos y pedidos de traspaso de fondos para manejar rutas y obras con recursos propios. Además, se espera que se coordinen acciones con otros gobernadores que enfrentan el mismo recorte.
"Acá nadie se va a quedar de brazos cruzados. Vamos a seguir peleando para que lo que se recauda acá se invierta acá. La Patagonia no se banca más este abandono", cerró Llancafilo.
Final abierto
La grieta está servida: de un lado, Nación decide cerrar organismos y ajustar partidas sin plan real; del otro, gobernadores, intendentes y diputados advierten que sin inversión, rutas, hospitales y universidades se caen a pedazos. En Neuquén, la bronca crece y el mensaje es claro: si la plata no vuelve, la paciencia se termina.