¿Quieres recibir notificaciones de alertas?

Jueves 24 de Abril, Neuquén, Argentina
Logo Am2022

Transporte en llamas en el Alto Valle: el sistema que no da más

Neuquén se transformó en la meca laboral, pero el paupérrimo servicio de transporte la volvió inalcanzable para los trabajadores del Alto Valle.
Viernes, 18 de abril de 2025 a las 00:00

En la región más densamente poblada del sur argentino, el desarrollo laboral y la movilidad cotidiana avanzan en direcciones opuestas. Mientras Neuquén se consolida como la meca laboral con el impulso de Vaca Muerta, motor de empleo permanente para miles de habitantes del Alto Valle rionegrino, el sistema de transporte público, monopolizado por Koko, se hunde en el colapso, la desidia y el abandono.

La escena se repite todos los días: terminales saturadas, paradas llenas, colectivos que pasan de largo porque ya vienen repletos. Y miles de personas que quedan a pie, mirando cómo la promesa del progreso se aleja con la cola de un Koko que no frena. Insultos y resignación, es la película de terror de todos los días.

El Alto Valle rionegrino es una ciudad lineal de 135 kilómetros entre Campo Grande y Chichinales. Según el último censo -cuestionado y ya desactualizado-, allí vive casi el 48% de la población de Río Negro. Más de 350.000 personas habitan esta franja urbana, la más poblada de toda la Patagonia. Pero esa masa crítica no tiene cómo moverse. La infraestructura vial está colapsada. Las rutas están destruidas, sin mantenimiento, y con niveles alarmantes de siniestralidad. Y el transporte público, en lugar de ser la solución, se ha convertido en un problema estructural.

Pese a las quejas permanentes, Koko mantiene las líneas interurbanas e interprovinciales.

El crecimiento de Vaca Muerta posicionó a Neuquén como un centro de empleo permanente, tanto en el sector hidrocarburífero como en todos los servicios asociados: construcción, logística, salud, educación, gastronomía y comercio. La demanda de mano de obra es constante. Pero acceder a esos puestos implica una odisea diaria para los miles de personas que viven a pocos kilómetros "del otro lado del río", a varias horas de viaje. El desarrollo económico avanzó con fuerza. La conectividad entre ciudades, no.

Koko y Pehuenche: entre el monopolio y el colapso

Entre Chichinales y Neuquén, solo una empresa presta servicio interurbano: Koko, del grupo Vía Bariloche, propiedad de la familia Trappa, amigos del poder de turno en Río Negro. Recibe más de 142 millones de pesos mensuales de las arcas rionegrinas por las líneas del Alto Valle y del Valle Medio, pero nadie sabe exactamente qué servicios son los subsidiados. La falta de transparencia es tan grave como viajar.

Las quejas se multiplican por el Koko con una constante: el pésimo servicio.

Desde Cipolletti y Cinco Saltos, la conexión con Neuquén la cubre Pehuenche, con cerca de 300 mil pasajeros mensuales. Koko, se estima, transporta más del triple. Todos los días, cientos de usuarios quedan varados. El colectivo pasa, pero no para. Y si se cuenta con la fortuna de poder subir, no entra un alfiler. Lo que alguna vez fue “la tentación de viajar”, cuando la familia allense Kopprio controlaba la empresa, el monopolio del gigante Vía Bariloche lo transformó en "la frustración de no poder subir".

 

Subirse a un colectivo, el nuevo privilegio

En las terminales de Regina, Roca, Allen o Cipolletti, la escena es tan habitual como indignante: pasajeros esperando por más de una hora, tres colectivos que pasan sin detenerse, usuarios que se resignan a llegar tarde al trabajo o a perder clases. El transporte ya no es un derecho, es un privilegio. Y no hay respuestas. Encima, en 2023, Río Negro extendió las concesiones interurbanas hasta 2028, como premio de un servicio “eficiente”. Una declaración que parece escrita desde la lejanía de un escritorio en Viedma, sin demasiado conocimiento de la realidad.

El Tren del Valle no es una alternativa si no se soluciona el problema del puente sobre la ruta 151.

La única alternativa posible al colapso del transporte automotor sería el Tren del Valle, un proyecto anunciado una y otra vez, que terminaría con el monopolio de Koko y restituiría la dignidad de los pasajeros. Pero la realidad es otra: el tramo Cipolletti–Neuquén funciona de forma errática, interrumpido cada vez que algún camión embiste el puente ferroviario de la ruta Nacional 151, una estructura obsoleta que no acompaña el ritmo del tránsito hacia Vaca Muerta.

El servicio ferroviario está en crisis y al acecho de la motosierra: solo 1.500 personas por día pueden usar el tren para cruzar a Neuquén. Una gota en el océano de demanda que existe en la región.

 

¿Quién se hace cargo del colapso?

El sistema no da más. La interminable obra de la autopista de la ruta 22 y la colapsada 151 ya no son alternativa. Los colectivos no alcanzan. El tren no funciona. Los subsidios no se transparentan. Y las concesiones se renuevan sin control. Mientras tanto, miles de trabajadores y estudiantes del Alto Valle pierden tiempo, salud y oportunidades cada día. Con otro dato desesperanzador: la crisis económica hace muy difícil acceder a un alquiler en Neuquén o sus ciudades vecinas dentro del territorio provincial. La región más poblada de la Patagonia sigue sin una política seria de transporte

Como en varios rubros, del otro lado del puente se crece, se genera empleo, se ofrece futuro. Pero para miles de cipoleños, cincosaltenses, orenses, allenses y hasta reginenses, llegar a esa oportunidad implica una batalla diaria contra un sistema que los margina. El Alto Valle está atrapado en una contradicción feroz: es una región productiva, joven, conectada urbanamente, pero completamente desconectada en lo práctico. Neuquén es la meca del empleo. Pero mientras no exista un sistema de transporte digno, equitativo y eficiente, seguirán siendo muchos los que vean pasar el colectivo, sin poder subirse al tren del desarrollo.

PUBLICIDAD
PUBLICIDAD
PUBLICIDAD
PUBLICIDAD
PUBLICIDAD
PUBLICIDAD
PUBLICIDAD