Avalancha en el cerro Ventana

"Nadar para arriba”, la primera crónica sobre la tragedia del cerro Ventana

El libro de Verónica Battaglia, tiene la dualidad de unir algo que conmueve a la comunidad barilochense con una profunda investigación sobre la avalancha en el cerro Ventana.
lunes, 3 de octubre de 2022 · 09:07

Por Ceci Russo
Desde Bariloche

La avalancha en el cerro Ventana se llevó la vida de nueve estudiantes de Educación Física. Esta tragedia hecha letras emociona, entristece pero también suma conciencia y pone en la mesa un tema que busca cerrar el duelo después de 20 años.

“Era difícil creer que un alud de nieve había caído en Bariloche, un destino con un paisaje inolvidable y sumiso, para las fotos de egresados y de las vacaciones en familia. Hasta ese momento, se suponía que Bariloche no era una zona de avalanchas. […] Más inverosímil aún era una avalancha al borde de la ciudad, cruzando la ruta 40, a media hora de caminata del barrio Pilar II”, comienza en su última crónica, Verónica Battaglia, escritora, periodista y docente de la ciudad andina.

“El domingo primero de septiembre del 2002, a las cuatro y media de la tarde el teléfono despertó al médico de comisión de auxilio de su siesta. – Pasó algo terrible; hubo una avalancha en el Ventana”. Y con esa frase introduce, en los primeros párrafos, a la historia que se llevó la vida de Mario Sebastián Tapia, Antonio Humberto Díaz, Adrián Marcelo Mercado, Oscar Fabricio Vaccari, María Gimena López, Gimena Solange Padín, Roberto Arturo Montero, Martín Sebastián Lemos y Paolo Jesús Machello.

Esta tragedia marcó un antes y un después  en la comunidad, una herida que todavía está abierta luego de  20 de años. 

Tras ganar un premio del Fondo Cultural de las Artes, Verónica puso en papel este drama necesario de contar, tanto para los protagonistas y las familias como para este “pueblo de montaña”. 

 

 

20 años, la herida que aún no cierra

El 1º de septiembre de 2002 un grupo de estudiantes de la carrera de Educación Física de la Universidad del Comahue vivió una de las peores tragedias en accidentes de montaña. Los chicos, que no superaban los veintitantos años de edad, y su profesor guía fueron atrapados por una avalancha de nieve en el cerro Ventana, en Bariloche; nueve de ellos perdieron su vida allí.

Guiados por el montañista Andy Lamuniere, el día anterior habían realizado un extenso recorrido y durmieron en el refugio El Horrible, en una zona ubicada fuera de los circuitos turísticos tradicionales. A la jornada siguiente, un domingo, reanudaron la marcha y alcanzaron la cumbre de la montaña, ubicada a 1.910 metros sobre el nivel del mar.

Uno de los grupos inició una caminata por la ladera norte del cerro Ventana, la cual, en unas cuatro horas, los llevaría de regreso a la base. Pero sucedió lo inesperado: fueron arrastrados por la nieve y rodaron montaña abajo por más de 300 metros, hasta un cañadón con piedras y rocas, por sobre las cuales bajó el alud.

 

“Esta historia yo la escribí en pandemia y fue también, para mí, nadar para arriba atravesar la pandemia”

 

Luego de varios días se pudieron recuperar los cuerpos sin vida de ocho alumnos. Y dos meses más tarde, tras un arduo y extenso trabajo por parte de bomberos, Gendarmería, rescatistas del Club Andino y voluntarios, se encontró a la novena víctima de la avalancha, Gimena Padín, de General Roca. Seis de ellos fueron rescatados con vida.

El hecho marcó un antes y un después, no sólo en la actividad de montaña, sino en la comunidad y en la vida universitaria.

Sentimientos encontrados

“Todo comenzó en la montaña, y creo que no fue casual que tenía que ser así. Subiendo la cuesta del cerro Carbón, uno de los guías cuenta que estuvo en la tragedia. Comienzo a hacerle preguntas y me contó la historia de Gimenita (Gimena Padín), que fue la que se me quedó en la piel. Tuve que llegar a casa y escribirla. Creo que me contó con tantos detalles porque estaba en la montaña; si me lo hubiera encontrado en el banco o en el colectivo, no hubiese pasado así. En esa marcha cadenciosa, subiendo la pendiente sucede una intimidad instantánea”, explica Verónica sobre cómo nació "Nadar para arriba" y por qué tomó la decisión de escribir.

Ella recuerda que ahí empezó con la investigación, de la cual “no había nada escrito, ningún libro sobre la tragedia del Ventana”, confirma.

De a poco empezó con las entrevistas, en principio con rescatistas. “Uno de ellos me cuenta un milagro, y eso me da como más fuerza para seguir investigando”, dice. Marisa (una de las sobrevivientes) le dio la bienvenida al grupo de estudiantes 2002 y de a poco fueron tejiendo esa confianza para que ellos abran su historia.

 

 

En un momento dudé si seguir adelante o no. Sentía que había mucha gente involucrada, que estaba removiendo recuerdos pesados. Los montañistas me miraban un poco con recelo, sino era de la montaña cómo iba a escribir un libro sobre el Ventana. Y también algunos me pedían tiempo para hablar”, menciona la escritora.

En esa encrucijada, Verónica sintió de “a poco se fueron habilitando todos los permisos para que la pueda escribir”. En ese avanzar, indica que se abrió la puerta con los estudiantes y Adela Ledesma (profesora) le entregó algo muy especial que fue la autobiografía que ella les había pedido a los chicos que escribieran en su materia “Historia en los Deportes”. “Lo que tuve ahí en mis manos, fue increíble. Tenía sus voces ahí, podía dialogar, entrevistarlos a ellos. Ahí me di cuenta de que sí, tenía que seguir y terminar”.

Lo último fue entrevistar a Andy. “Él me dice que estaba esperando que yo lo llame, que quería contar su versión de la historia”, confirma. “Dicen que a veces las historias te buscan para que las pongas en papel. Fue algo así”, expresa la periodista barilochense.

“Dicen que a veces las historias te buscan para que las pongas en papel. Fue algo así”.

 

Nadar para arriba

Nadar para arriba es una técnica para mantenerse a flote en una avalancha, se trata de un movimiento para ir hacia la superficie, como si se tratase de un río. “Es brasear como con boca al cielo, para no perder altura”, explica la autora. 

“Cuando un estallido seco requebrajó el campo de nieve, Andy saltó hacia unos pastizales. Pero la avalancha lo arrastró en el intento. Trató de nadar para arriba, remar de espaldas sobre un hojaldre de placas de nieve y hielo, mantenerse a flote. Hizo lo que dicen los libros. Pero siguió resbalando como una pluma directo a una roca”, aparece en el capítulo titulado con el mismo nombre del libro. 

“Esta historia yo la escribí en pandemia y fue también, para mí, nadar para arriba atravesar la pandemia”, comparte Verónica. “Muchos escritores se dedicaron, en ese momento, a acercarse  a los duelos”, asegura también.

Y recuerda: “este libro me llevó casi dos años. Medio año estuve reporteando y otro tanto fue de escritura. Los últimos seis meses fueron de pulir los detalles. Todo era muy sensible y quería que sea respetuoso y poético a la vez”.

 

 

La montaña, las víctimas y una denuncia

Para contar esta historia, Verónica se puso en el lugar de periodista, utilizando la crónica como el recurso literario ideal para abordar hechos reales, oscilando entre el discurso periodístico y la poesía.

“Lo que decidí fue contarla desde la mirada de los estudiantes. A través de la mano de ellos voy contando la avalancha, el rescate, cómo se sigue después”, declara.

Y agrega: “Esa distancia, el no estar tan involucrada en el tema, me permitió poder escribir esta historia. Y sobre todo la distancia de 20 años fue lo que definió que esto se haga posible. Muchos me dijeron, si hubieses venido hace un par de años atrás  yo estaba aterrado, no podía contar esto. Este libro marca un poco el tiempo que necesitaba la comunidad para hacer el duelo, como que recién ahora se puede hablar y poner el papel”.

 

“Nadie puede escapar a la pendiente. A la belleza de la naturaleza. Tan encantadora y amenazadora a la vez”.

 

“Siento que la montaña también se impuso en el libro. Su belleza extrema también puede ocultar tragedias;  también hablo del vínculo con ella, hay cosas que solo se comparten ahí”, confirma.

Y por último, aclara: “Registro mucha precariedad en cómo estaban vestidos los chicos, no tenían el equipo adecuado; los que rescataban no tenían el kit básico, se hacía con lo que se podía. Se hizo un despliegue enorme y todo Bariloche fue corriendo a  esa montaña tratando de salvar a los chicos, pero no había protocolos de seguridad. Eso dejó al descubierto un montón de cosas”.

 

 

El Ventana lo cambió todo

El libro también habla de este pueblo de montaña. “Lo que yo registro es que, por ahí, morir en la montaña era como algo más natural, como más aceptado, y después de esto se volvió algo público”, afirma.

Es así que la tragedia del 1º de septiembre del 2002 en el cerro Ventana se ve como una bisagra: “cambiaron muchas cosas. El debate atravesó a toda la comunidad, interpeló a todo Bariloche”, sostiene Verónica.

Finalmente, remarca: “Nadie puede escapar a la pendiente. A la belleza de la naturaleza. Tan encantadora y amenazadora a la vez”.

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