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Domingo 13 de Julio, Neuquén, Argentina
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Europa, entre Trump y Putin: dos guerras que definen su futuro

Acorralada por los aranceles estadounidenses y la amenaza militar rusa, la Unión Europea enfrenta los mayores desafíos de su historia. Debe decidir si mantiene su dependencia de Washington o busca su autonomía estratégica.

Domingo, 13 de julio de 2025 a las 10:24
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Los líderes europeos ante desafíos inéditos
von der Leyen, presidente de la Comisión Europea
Trump y von der Leyen
Trump y Putin acorralan a Europa
Trump relanzó su guerra comercial
Otros tiempos: Putin y von der Leyen

Europa está acorralada por los dos líderes mundiales que marcan a su gusto el rumbo de dos conflictos que están terminando de sepultar el orden mundial liberal. La prepotente embestida arancelaria de Donald Trump amenaza con romper el sistema internacional de comercio, mientras que la guerra impuesta por Putin en Ucrania revela el estado terminal del mundo basado en reglas y la impotencia de las instituciones para reestablecer el orden.

Para los líderes europeos se trata de los dos desafíos más importantes desde el final de la Segunda Guerra Mundial, porque está en juego aquello que permitió consolidar la Unión Europea, la construcción política, económica, cultural y social más exitosa de los últimos 70 años, que demostró cómo con la diplomacia y el comercio se podían gestionar las relaciones internacionales y dejar atrás el caos y la destrucción que dominaron al mundo hasta la mitad del siglo XX.

Para frenar la amenaza que representa Putin, Europa necesita inexorablemente dejar de depender militar y económicamente de Estados Unidos. En eso está, por decisión propia pero también porque hoy gobierna Trump, el presidente estadounidense más hostil a la UE de la historia, que ya avisó que no moverá un pelo para ayudarla a defenderse de los rusos. Y en el medio de todo están las negociaciones para un acuerdo comercial, que en los últimos días se complicaron.

La guerra comercial de Trump

Hace unas horas la Unión Europea recibió una mala noticia: Trump confirmó un arancel del 30% a sus importaciones a partir del 1 de agosto, una medida que afecta uno de los intercambios comerciales más intensos del mundo por valor de más de 800.000 millones de dólares anuales. Lo peor de todo es que esto sucede después de semanas de negociaciones que, como se ve, no conformaron al presidente estadounidense.

Trump había ampliado el plazo de 90 días que había impuesto poco después del 2 de abril, día que estableció aranceles a decenas de sus socios comerciales. En ese lapso solo firmó acuerdos con dos países: Gran Bretaña y Vietnam. El miércoles Trump decidió retrasar la entrada de los aranceles hasta el 1 de agosto mientras mandaba cartas a varios países anunciándoles los nuevos aranceles, destacándose las amenazas y extorsiones al gobierno de Brasil.

La UE esperó la decisión toda la semana, al principio con cierto optimismo, pero a medida que pasaban los días con crecientes dudas. Los europeos esperaban llegar a un acuerdo con un gravamen de alrededor de un 10% a todos los productos que envían a Estados Unidos, que era la tarifa básica universal anunciada por Trump, y esperaban negociar exenciones a ciertos bienes como el alcohol y los aviones. Pero Trump va por lo suyo: quiere que la UE permita el acceso completo de productos de Estados Unidos sin que se les cobre aranceles. Quiere, y así lo dijo, reducir el déficit comercial que tiene su país en ese intercambio, que alcanza una cifra sideral: aproximadamente 200.000 millones de dólares.

Ahora habrá tiempo hasta fin de este mes para ver si se acomoda lo que no se pudo resolver en 90 días. No hay demasiado margen para que no se llegue a un acuerdo. La de Estados Unidos y la UE es la relación comercial más fuerte del mundo y, más allá de la grieta ideológica y política que los separa, ambas partes están dispuestas a seguir negociando. Al fin y al cabo, esa parece ser la estrategia de Trump: amenazar para negociar.

La amenaza existencial de Putin

Mientras negocia con Trump por los aranceles, Europa mueve sus fichas con dos certezas: cada vez falta menos para que Putin vaya por ellos y, cuando eso ocurra, no tendrá de su lado a los Estados Unidos de Trump ni, eventualmente en un futuro cercano, de su vicepresidente JD Vance. Los hechos y las palabras de estos últimos días lo confirman.

El Reino Unido y Francia firmaron esta semana un acuerdo histórico para coordinar por primera vez su capacidad de disuasión nuclear, mientras que el jefe del Estado Mayor francés, el general Pierre Schill, declaró públicamente que "Rusia nos tomó por objetivo y la guerra ya está en Europa". Por su parte, el ministro de Defensa alemán, Boris Pistorius, advirtió que Europa debe prepararse para un "escenario de guerra" en los próximos cinco años.

Luego de que los miembros de la OTAN aumentaran sus presupuestos de defensa, esta semana Trump tomó una decisión que cayó bien en Europa y sobre todo en Ucrania: anunció que enviará más armas y sistemas de defensa a Kiev por valor de 2.000 millones de dólares. Si bien se trata más de una venganza por el destrato que le mostró Putin en una conversación telefónica, es clave para mantener en pie la resistencia ucraniana en el corto plazo. El líder estadounidense sigue jugando a dos puntas.

Pero más allá de lo coyuntural, la Unión Europea y Gran Bretaña se preparan para el momento en que solos deban enfrentar la amenaza directa de Putin. Se trata, están convencidos, de una cuestión de tiempo que dependerá, más que de ninguna otra cosa, de cómo salga parado Putin de Ucrania. Por eso es importante no cesar con el apoyo al líder ucraniano, Volodimir Zelenski, quien sigue recorriendo el mundo pidiendo ayuda. Una victoria del líder ruso, en los términos que hoy están sobre la mesa (que significa, entre otras cosas, la apropiación del 20% del territorio ucraniano y la negativa a que Ucrania entre en la OTAN), dejaría el camino libre al autócrata ruso para seguir haciendo lo que quiera sin que nadie le ponga un límite.

El momento de la verdad europea

Europa está ante un momento clave: está siendo despreciada tanto por Trump como por Putin. Sus líderes, o la mayoría de ellos, parecen tener claro que deben reaccionar para no perder su soberanía política y económica, que como nunca antes hoy está en peligro.

Por eso puso en marcha un proceso de desenganche traumático que debe transitar haciendo equilibrio para mostrarse firme y decidida frente a Trump, pero sin caer en sus provocaciones. Su nueva embestida arancelaria pondrá otra vez a prueba el temple de los europeos.

Europa necesita aumentar definitivamente su capacidad militar y coordinar una estrategia común de defensa sólida para enfrentar la amenaza concreta que representa Putin. Y necesita demostrar que puede hacerlo sin depender de nadie. La presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, ya anunció un aumento del 15% en el presupuesto de defensa para 2025, mientras que el presidente francés Emmanuel Macron propuso la creación de una "autonomía estratégica europea" que reduzca la dependencia de Washington.

Europa no puede fallar si no quiere seguir perdiendo protagonismo y terminar de diluirse en un mundo que ya no se parece en nada al que ayudó a construir y que Trump, Putin y algunos más están empecinados en destruir.

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