CLAVE DE FA

El mejor disco de la historia del rock cumple 50 años

Considerado así por la crítica especializada y por el universo musical argentino como el álbum que marcó la huella definitiva en la escena nacional.
domingo, 30 de abril de 2023 · 17:16

Por Hernán Di Menna

No hay músico argentino que no ubique a Luis Alberto Spinetta como el artista más influyente de su tiempo, que dejó su impronta en todo lo que vino tras de sí en materia de música, sea rock, blues o cualquier otro género popular. Incluso Charly García, y su ego, se bajan del podio al nombrar al Flaco. Ese reconocimiento unánime lo enmarca también como uno de los principales artistas a nivel continental.

Su larga y sinuosa trayectoria es por demás respetada, pero especialmente lo es el disco Artaud. Editado en 1973, se cumplen nada menos que 50 años de su salida. Pieza que marcó un antes y un después en el rock en catellano. Se trata de una obra disruptiva para la época y que, con el paso del tiempo, fue acrecentando su influencia.

En el año 2007, la revista especializada Rolling Stones realizó una compulsa sobre los 100 mejores discos de la historia del rock nacional, y fue Artaud el elegido en el puesto número 1. En ese trabajo de campo votaron decenas de periodistas, artistas y músicos de todos los géneros musicales.

Foto: El Flaco, como le decían.

 

ROMPIENDO MOLDES

El disco lleva el nombre del poeta francés Antonin Artaud y está compuesto íntegramente por un joven Spinetta de 23 años, aunque por un tema contractual con el sello discográfico salió bajo la firma de Pescado Rabioso, la banda de la que el músico formaba parte hasta ese momento. En la grabación participaron artistas invitados, entre ellos su hermano Gustavo en la batería, Rodolfo García y Emilio del Guercio, ex compañeros del Flaco en Almendra.

La portada, con un diseño de formato irregular único, está compuesta en una tonalidad haciendo alusión a una frase que Artaud escribió en 1937, que se puede leer en el booklet del disco: "¿Acaso no son el verde y el amarillo cada uno de los colores opuestos de la muerte, el verde para la resurrección y el amarillo para la descomposición y la decadencia?". Esa convicción de que el disco no fuera cuadrado, como todos los vinilos de la época, sino algo completamente deforme, era el resultado de una intencionalidad que iba mucho más allá de lo artístico.

Ya en su costado musical, asistimos en cada una de las 8 canciones que contiene el álbum, a un manifiesto crítico e inconformista. Claras declaraciones de libertad, que enfrentan directamente los límites impuestos por la propia cultura del rock de aquellos años.

El disco fue presentado el 28 de octubre de 1973 en el Teatro Astral, con un Spinetta solista junto a su guitarra que tocó todo el repertorio en 1 hora y 15 minutos. Dicho recital acaba de ser recuperado por su familia y puesto en valor para su edición digital, estrenada en junio pasado.

 

 

También tocó esa noche canciones de Pescado y Almendra, y presentó algunos temas, por ese entonces todavía inéditos, como Barro tal vez (incluida dos décadas más tarde en Kamikaze) y Ella flota por mí, una canción escrita junto a David Lebón que jamás llegó a ser grabada.

EL AMOR Y LA VUELTA DEL PERONISMO

El contexto en el que el mejor disco de la historia fue compuesto, nos lleva a una Argentina que acababa de conseguir que la dictadura autodenominada Revolución Argentina, convocara ese año a elecciones libres, por primera vez en casi dos décadas. La vuelta de Juan Domingo Perón al país luego del exilio en Puerta de Hierro y el triunfo de Cámpora por un amplio margen, consolida la llegada al tercer gobierno peronista, movimiento con el que simpatizaba Spinetta.  

Ese momento histórico coincide a su vez con un período decisivo de la vida personal de Luis Alberto, en el que conoce a Patricia Salazar, con quien formará una pareja estable durante casi 25 años, y con quien constituirá una familia con cuatro hijos.

Todas las personas que estuvieron cerca de Spinetta en ese momento coinciden en destacar el carácter personal, íntimo y hasta casero, que tuvo la elaboración del álbum. “Fue un período egoísta” declaró el mismo Spinetta y relacionó ese momento con el “nuevo proyecto de vida” que significaba su pareja con Patricia y el alejamiento definitivo de las drogas.

 

CADA CANCIÓN

El sonido del álbum es primordialmente acústico e intimista: numerosas guitarras acústicas en los arreglos y un viraje abrupto respecto de su disco anterior. Las canciones son complejas y ya señalan una incorporación armónica del jazz en su música, que sería notable a partir de 1977, con el álbum A 18' del sol y luego con Spinetta Jade.

Prácticamente todos los temas del disco son clásicos del cancionero spinetteano. Comienza con Todas las hojas son del viento que interpreta solo acompañado de una guitarra acústica, cantando a dúo consigo mismo, en la que señala la fragilidad de la vida y las personas, refiriéndose al embarazo de su ex pareja, Cristina Bustamante. Le sigue Cementerio Club, un blues con toques de humor negro, que interpreta junto a su ex compañero de Almendra Emilio del Guercio en bajo y su hermano Gustavo Spinetta en batería. El tercer tema es Por, un tema acústico lento cuya letra surrealista es una lista de sustantivos que termina con la preposición "por". El cuarto tema es Superchería, un rock interpretado con Rodolfo García y Emilio del Guercio, en el que cuestiona a la religión (“siempre soñar, nunca creer”). El último tema del lado A es La sed verdadera, una canción contra la idolatría de los artistas de rock.

 

Foto: Pescado Rabioso

 

En lado B comienza con el considerado el #16 entre los 100 mejores de la historia del rock argentino: Cantata de puentes amarillos. Una suite de más de 9 minutos, que toma su título de la pintura de Van Gogh, en la que Spinetta expresa el drama de vivir “con esta sangre alrededor”. Le sigue Bajan, un rock lento que trata sobre la necesidad de no apurar al tiempo. El anteúltimo tema es A Starosta, el idiota: otro tema con fragmentos de un tema de los Beatles y llantos del propio Spinetta, que le habla al idiota interno que tiene cada persona (“no creas que ya no hay más tinieblas”). Al álbum cierra con Las habladurías del mundo, una crítica a los medios de comunicación y su poder sobre los artistas.

El sonido que Spinetta buscaba en su etapa post Almendra ahora comenzaba a buscar una mayor complejidad y salía a luz entonces su disco más sutil y definitivo.

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