CURIOSIDADES DE LA MENTE
La intrigante paradoja del “Efecto Mandela” en la que todos caemos alguna vez
Seguro que te pasó. Pues bien, este fenómeno actúa sobre la memoria colectiva y nos plantea interrogantes sobre la naturaleza misma de nuestra (subjetiva) percepción de la realidad. ¿Será?En los recovecos de la realidad, existe un fenómeno que ha desafiado la lógica y la memoria colectiva, desencadenando debates y especulaciones entre quienes lo han experimentado. El Efecto Mandela: una anomalía cognitiva que lleva su nombre por la sorprendente discrepancia en la percepción de la muerte de Nelson Mandela, que ha intrigado desde su descubrimiento a todo el mundo.
El fenómeno, acuñado por la bloguera estadounidense Fiona Broome en 2010, se refiere a la extraña sensación de que un evento histórico significativo ha sido recordado de manera diferente por un grupo considerable de personas. En este caso particular, muchos creían firmemente que el líder sudafricano Nelson Mandela había fallecido en la cárcel en la década del 80, aunque, en realidad, su muerte ocurrió bastantes años después: el 5 de diciembre de 2013.
NO, MANDELA
¿A quién no le ha pasado eso de estar seguros de que recordamos algo con exactitud milimétrica pero después descubrimos que nuestro recuerdo no coincidía ni cerca con la realidad? Pues, hemos sido alcanzados por el Efecto Mandela que no se limita al origen de su nombre. Se extiende a otros sucesos y detalles de la cultura popular, generando un debate sobre la naturaleza misma de la memoria y la realidad.
Por ejemplo, a menudo se piensa que Pikachu, la famosa zarigüeya de Pokémon, tiene una punta negra en la cola que no posee. Si tienen esa característica sus orejas. Otro caso famoso de este fenómeno tiene que ver con frases populares. Mucha gente se jugaría entera a que la expresión “Ladran Sancho, señal que cabalgamos”, frecuentemente utilizada para indicar que alguien avanza pese a las críticas, es parte de El ingenioso hidalgo don Quijote de la Mancha. Y no aparece en ningún momento en el libro de Cervantes, ni siquiera algo que se parezca. Probablemente la confusión se deba a que a la cita se le añadió el nombre de Sancho pero, en realidad, el consenso general es que proviene de un poema de Goethe (en busca de fortuna y de placeres/ más siempre atrás nos ladran) o de un proverbio de origen turco, pero del Quijote ni una palabra.
En el mundo del cine, hay dos casos muy gráficos. En Casablanca, ni su protagonista Humphrey Bogart ni nadie dice: "Tócala de nuevo, Sam". Tampoco la reina de Blancanieves dice en algún momento de la película “Espejito, espejito”, que debido a este Efecto Mandela fue utilizado en las siguientes versiones del clásico.
Y, en España, muchas personas recuerdan haber seguido en directo por televisión el golpe de Estado de 1981, aunque solo se transmitió por radio. También sucede con la famosa obra de arte llamada “El Pensador”, de Auguste Rodin, una de las esculturas más famosas del mundo. Para vos, ¿dónde tiene la mano la estatua pensante? Bueno, la mayoría de la gente la recuerda apoyada en la frente, pero la realidad irrefutable es que la tiene debajo del mentón.
Por último, vamos a mencionar el caso del hombre que se plantó delante de unos tanques de guerra durante las protestas de Tiananmén (China, 1989), cuya foto ha dado la vuelta al mundo. Muchos aseguran haberse enterado de que el hombre fue aplastado por los tanques por, sin embargo, sucedió todo lo contrario. Logró detener el avance.
Y así es como, en el imaginario colectivo, ciertos recuerdos falsos se van extendiendo como verdades. Y esta discrepancia entre lo recordado y lo real ha generado teorías y discusiones interminables sobre los misterios de la memoria y la percepción.
QUÉ DICEN LOS EXPERTOS
Los expertos en cognición han ofrecido diversas explicaciones para el Efecto Mandela. Algunos sugieren que puede ser resultado de la sugestión colectiva o la propagación de información errónea a través de medios masivos. Otros menos adeptos a la ciencia, se inclinan hacia teorías más complejas que involucran la naturaleza misma del tiempo y la realidad, especulando sobre universos paralelos o líneas temporales alternativas.
Pero la más consistente asegura que este fenómeno iría asociado a cómo buscamos la validación social y creemos lo que cree la mayoría sólo por no ir en contra, sumado al sesgo de confirmación: cómo damos prioridad a la información que nos permita confirmar nuestras creencias. Sin embargo, el debate sigue polarizado, ya que para muchos, estas discrepancias son simplemente errores de memoria o malentendidos. A pesar de ello, el fenómeno persiste y continúa intrigando a quienes se sumergen en sus enigmas.
El Efecto Mandela plantea interrogantes fundamentales sobre cómo percibimos y recordamos el mundo que nos rodea. ¿Es nuestra memoria un registro fidedigno de la realidad o está sujeta a distorsiones y manipulaciones? ¿Puede nuestra percepción moldear la historia misma?
Mientras el enigma continúa desafiando nuestra comprensión, queda claro que nuestras mentes, a pesar de su asombrosa capacidad, siguen siendo territorios en gran medida inexplorados. Nos recuerda que, en ocasiones, la verdad es más compleja de lo que nuestras mentes pueden captar.