La primera edición del Mundial de Clubes 2025, totalmente renovado, con sede en los Estados Unidos, con 32 equipos participantes, avanza hacia su final con una carga simbólica y política que va mucho más allá del terreno de juego. El torneo, impulsado personalmente por Gianni Infantino, presidente de la FIFA, funcionó como un ensayo general para el Mundial 2026 y como una plataforma de visibilidad tanto para el fútbol como para figuras políticas como Donald Trump.
“La apuesta americana” como la definió el propio Infantino busca consolidar la presencia del fútbol en un país donde la NFL, NBA y MLB dominan el panorama deportivo y cultural. El presidente de la FIFA también busca fortalecer el negocio en el mercado norteamericano, donde las audiencias aún están lejos del promedio global del fútbol. Mientras tanto, Trump aprovechó el escenario para posicionarse: estará presente en la gran final del domingo entre Chelsea de Londres y PSG de Francia, en el MetLife Stadium de Nueva Jersey, y, según medios locales, la FIFA abrirá una oficina temporal en la Trump Tower de Nueva York para promocionar el Mundial 2026.
En lo deportivo, para muchos, la semifinal dejó una sorpresa, que el Real Madrid fuera eliminado por goleada -cayó 4 a 0 ante el PSG- en un partido contundente marcado por los goles del español Fabián Ruiz (2), Ousmane Dembélé y Gonçalo Ramos. Por su parte, el Chelsea venció 2 a 0 a Fluminense, gracias a un doblete de João Pedro, y selló así una inédita final entre ingleses y franceses.
Esta edición del Mundial de Clubes reparte más de 1.000 millones de dólares en premios y organización, y el campeón embolsará hasta 125 millones. El MetLife Stadium tendrá aforo completo con 82.000 espectadores, y se estima que más de 1.300.000 personas habrán asistido al torneo en total.
La FIFA celebra la venta del 95 % de las entradas y estima un impacto económico superior a 600 millones de dólares, solo en turismo, seguridad y logística.
A pesar del éxito de taquilla, persisten dudas de fondo. El calendario ajustado, la exigencia física y la resistencia de clubes y sindicatos, como FIFPro, ante un torneo adicional en el receso veraniego siguen siendo desafíos sin resolver. En paralelo, el espectáculo del medio tiempo de la final incluirá a Doja Cat, Tems y J Balvin, y se espera que la audiencia global supere los 100 millones de espectadores.
Con el Mundial 2026 en el horizonte organizado junto a México y Canadá, la FIFA busca validar este torneo como piedra fundacional de un futuro sólido para el fútbol en Norteamérica. El resultado del domingo, tanto en el marcador como en el interés global, será clave para medir el verdadero impacto de este experimento deportivo, económico y mediático.