Lanús escribió otra página dorada de su historia y volvió a abrazarse con la gloria continental. En un Defensores del Chaco colmado de pasión granate, el equipo argentino se consagró campeón de la Copa Sudamericana tras superar a Atlético Mineiro en una final dramática que se resolvió desde los doce pasos.
El héroe de la noche fue su arquero, que sostuvo al equipo durante los 120 minutos con intervenciones decisivas y se transformó en leyenda en la tanda final al atajar tres penales que desataron la locura del pueblo granate. Una actuación para los libros, de esas que quedan tatuadas para siempre en la memoria de los hinchas.
La previa ya había marcado el pulso de lo que sería una noche inolvidable: una verdadera marea granate copó las calles de Asunción, tiñó la ciudad con banderas, bombos y canciones, y convirtió al estadio paraguayo en una sucursal del Sur. La energía se sintió desde el primer minuto y acompañó al equipo en cada pelota dividida.
El partido fue cerrado, tenso, de fricción y pocas concesiones. Ninguno quiso regalar nada y ambos equipos se respetaron al extremo. Lanús aguantó los momentos adversos, mostró carácter cuando el Galo apretó y se mantuvo firme hasta llevar la definición al punto penal, donde su arquero volvió a aparecer para coronar una noche perfecta.
Con este triunfo, Lanús suma su tercer título internacional y reafirma su lugar entre los clubes argentinos con huella en el plano continental. La fiesta en Asunción se extendió hasta la madrugada y promete continuar en el Sur, donde el pueblo granate ya se prepara para recibir a sus héroes como lo que son: campeones sudamericanos.
El Granate volvió a levantar una copa y lo hizo a su manera: con garra, corazón y una hinchada que viajó en manada para pintar de granate todo Paraguay. Hoy, Lanús es nuevamente campeón. Y el continente lo aplaude.