En un fútbol argentino en crisis, River se posiciona como el club más poderoso del país. Pero detrás del superávit récord y los fichajes rutilantes, se multiplican las sospechas sobre triangulaciones financieras, alianzas con capitales extranjeros y un modelo de gestión cada vez más lejano a la tradición asociativa. ¿Es River una sociedad anónima deportiva no declarada?
La paradoja millonaria
Mientras la mayoría de los clubes de la Liga Profesional atraviesan serias dificultades económicas para sostener sus planteles, River Plate protagoniza mercados de pases millonarios, construye infraestructuras de primer nivel y muestra balances con superávits récord.
En lo formal, sigue siendo una asociación civil sin fines de lucro. En los hechos, opera con los recursos y la lógica de una empresa multinacional. Y en ese terreno gris se instala la pregunta que cada vez resuena con más fuerza: ¿estamos ante la primera SAD encubierta del fútbol argentino?
Sobreprecios y operaciones dudosas
Una de las operaciones que disparó las sospechas fue la compra del mediocampista Rodrigo Villagra, proveniente de Talleres de Córdoba. En un principio, el club cordobés informó que la operación se había cerrado en USD 14 millones, una cifra que generó polémica inmediata en redes y medios.
Durante tres meses, desde River no hubo desmentida oficial. Recién después, el presidente Jorge Brito aseguró que la cifra final era de USD 12 millones. Días más tarde, la cifra volvió a modificarse: River habló de USD 10 millones. La operación, ya cerrada y ejecutada, había cambiado tres veces de valor. A esto se sumaron versiones sobre jugadores incluidos en la negociación (como Alex Vigo y Federico Girotti) a valores poco claros, lo que refuerza la idea de que hubo maniobras para ajustar la contabilidad y justificar el monto.
El caso Adam Bareiro, delantero paraguayo proveniente de San Lorenzo, también dejó zonas grises. River abonó USD 4,5 millones en una operación rodeada de interrogantes. San Lorenzo había adquirido al delantero por una cifra mucho menor y parte del pase todavía pertenecía a otros clubes. Aunque no hay evidencia directa de triangulación, la falta de transparencia en la valuación y los rumores sobre deudas asumidas entre clubes alimentaron la sospecha de manejos poco claros.
Ah, el dato curioso. Ninguno de los dos se consolidó en el equipo.
n mercado descomunal: cifras que no cierran
Para comprender el alcance del nuevo River, basta con repasar su último mercado de pases. Solo en los primeros seis meses de 2025, el club gastó una cifra extraordinaria: €54.050.000, una suma impensada en el contexto económico del país.
Entre los refuerzos se destacan:
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Kevin Castaño (€12.600.000)
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Sebastián Driussi (€9.750.000)
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Lucas Martínez Quarta (€7.000.000)
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Maximiliano Salas (€8.000.000, aún no ejecutado)
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Germán Pezzella (€4.500.000)
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Fabricio Bustos (€4.100.000)
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Gonzalo Montiel (€4.500.000)
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Maximiliano Meza (€1.800.000)
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Marcos Acuña (€1.000.000)
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Gonzalo Tapia (€800.000)
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Giuliano Galoppo (préstamo con opción de €3.000.000 por el 50%)
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Enzo Pérez y Matías Rojas, incorporados como libres
Mientras la mayoría de los clubes argentinos vende para subsistir, River compra, repatria y gasta sin freno. ¿Cómo se financia?
El City Football Group y el desembarco silencioso del capital árabe
Un actor clave que se vuelve recurrente es el City Football Group (CFG), conglomerado global con sede en Manchester y financiado por capitales de Abu Dhabi.
En los últimos años, el CFG compró a Julián Álvarez y recientemente a Claudio Echeverri. También se vinculó con el pase frustrado de Valentín Gómez, defensor de Vélez, que iba a ser adquirido por el grupo y cedido a River a préstamo. La operación no se concretó por una lesión en la rodilla del jugador, pero dejó a la vista un nuevo patrón: el CFG compra jugadores y los pone a disposición de River, sin costo directo para el club.
Actualmente, el CFG también busca comprar a Maher Carrizo, juvenil argentino que sería cedido al club de Núñez. Este tipo de vínculos, habituales en las SAD europeas, no tienen precedentes en Argentina, y marcan un punto de inflexión.
River no tiene un acuerdo oficial con el CFG, pero la sintonía operativa es evidente. Y eso deja otra pregunta: ¿cuánto poder de decisión deportiva está cediendo el club a cambio de financiación externa?
Banco Macro, Brito y la infraestructura financiera
El presidente Jorge Brito es también la cabeza visible del Banco Macro, una de las entidades financieras más grandes del país. Aunque ha declarado públicamente que el club no se financia con fondos del banco, su rol como dirigente-banquero genera suspicacias crecientes.
River ha utilizado herramientas de ingeniería financiera sofisticadas: fideicomisos, emisión de bonos, plataformas de inversión para obras, etc. Si bien estas prácticas no son ilegales, marcan un alejamiento de la lógica de club tradicional, y una apropiación empresarial del modelo institucional que empieza a parecerse a una SAD, aunque no lo sea jurídicamente.
Una SAD de hecho, sin cambiar los estatutos
En su estatuto, River rechaza la posibilidad de transformarse en una Sociedad Anónima Deportiva. La dirigencia ha repetido hasta el hartazgo que "el club es de los socios". Sin embargo, en la práctica, los movimientos financieros, la alianza con el CFG y la poca claridad en las operaciones hacen pensar que el club ya opera como una SAD de facto.
No hay denuncias judiciales. No hay estatutos violados. Pero el modelo de club autogestionado por sus socios se ve cada vez más desplazado por una conducción tecnocrática, externalizada y empresarializada.
¿El modelo del futuro o una bomba de tiempo?
River hoy funciona como el club más moderno de Argentina, con finanzas ordenadas, plantel de élite y obras de infraestructura imponentes. Pero ese modelo también tiene sombras: dependencia de capitales extranjeros, opacidad en las operaciones y concentración de decisiones.
¿Estamos ante un caso de éxito que marca el camino de un nuevo fútbol? ¿O ante una bomba de tiempo financiera que tarde o temprano estallará?
Lo que nadie puede negar es que River ya no actúa como un club tradicional, y si el fútbol argentino permite esta transformación sin debate, la privatización que se rechaza en público puede estar ocurriendo, en silencio, en el club más grande del país.