Todavía falta para las elecciones legislativas -serán el año próximo- y mucho más para las nacionales que renovarán gobiernos, pues habrá que aguardar a 2027. Sin embargo, en política no se espera la proximidad de fechas para propiciar el estallido de procesos de competencia, que evidencian, generalmente, ansias de renovación o de algún tipo de cambio. La realidad es que, más allá de la visión de la mayoría de los ciudadanos, la política bulle. Pasa que la olla está tapada, y no se ve con claridad lo que se cocina. Pero comienza a percibirse el olorcito de que algo se prepara.
Lo más evidente, casi como si se hubiera destapado parte de la olla, es lo que sucede en el peronismo. La pelea Cristina Kirchner- Axel Kicillof repercute en todos los distritos del país, aunque se concentre en la provincia de Buenos Aires. A Neuquén sus ecos llegan a través de uno de los protagonistas de ese escenario, el senador Oscar Parrilli, quien sigue alineado a la ex vicepresidente, frecuentando las oficinas del Instituto Patria.
"A nosotros nos parece muy ingrato que él (Kicillof) no tome una postura política frente a esto (La interna del PJ) porque no se trata de ser candidato a presidente, que obviamente tiene su legítimo derecho a hacerlo y nosotros no negamos que él pueda ser un candidato", dijo Parrilli en radio Splendid 990, en las últimas horas. "Él forma parte del espacio político nuestro. Militó allí y tuvo todos los cargos políticos. Cuando se tomó la decisión, que no fue aislada, acerca de la posibilidad que Cristina conduzca este espacio, a nosotros nos parece muy ingrato que él no tome una postura política", dijo.
En Neuquén, el peronismo languidece desde hace décadas, pero nunca ha perdido contacto con el poder. Actualmente, hay dos sectores, que no se sabe todavía si coinciden exactamente con los dos bandos que parecen cuajar a nivel país. Uno, en el que está, por ejemplo, el actual diputado provincial Darío Martínez, se ha posicionado como oposición al gobierno de Rolando Figueroa. El otro está en el equipo de gobierno de Figueroa.
Nadie, todavía, explicita demasiado. Sin embargo, la posibilidad es que el peronismo neuquino, siempre entrando y saliendo del mismo continente que albergó al MPN, sea uno de los sectores catalizadores para encontrar rumbos de expresión a lo que hay en esa olla en ebullición, preparando un primer menú para el año próximo. Esto se verá a medida que se precipite esa interna nacional, que se jugará en las primarias, ya que parece que las PASO seguirán, aunque no se sepa si seguirán siendo obligatorias.
Obviamente, quien tiene la mayor cantidad de cartas del mazo disponible es el propio Figueroa. El gobernador vuelve de Europa, tras haber estado con inversionistas posibles y financistas concretos, en Londres y en Madrid. Trae 100 millones de dólares que reforzarán su primera embestida de obras públicas. Mientras gestiona y adecúa con retoques su gabinete, mueve hilos invisibles para armar la propuesta electoral del 2025. Esa propuesta abarcará muchos sectores de la política, y también del sindicalismo y el empresariado. Es posible que así sea, sin mayores sorpresas, porque inevitablemente será un armado en paralelo y en conjunto con la acción política concreta de gobierno. Figueroa no necesita dividir, sino seducir mayorías. El elemento "catalítico" de esta química misteriosa que mueve la política, basada en mucho en la intuición además de la ciencia y el conocimiento, está genéticamente vinculado al peronismo.
Por esta circunstancia, la fuerte pelea que vive el peronismo y que podrá o no expresarse en un enfrentamiento electoral entre Cristina Kirchner y Ricardo Quintela (con Axel Kicillof danzando con los lobos) puede incidir en la forma en que se desenreda la madeja electoral neuquina, al mismo tiempo que incidiría en el perfil electoral que termine de armar el oficialismo nacional, con los hermanos Javier y Karina Milei intentando consolidar una proyección política que sea menos evanescente que la actual para sus necesidades parlamentarias.
En Neuquén, cualquiera de estas variables de energía política pasarán, inevitablemente, por la decisión de Figueroa y su armado. Y no será lo mismo, para todo el entramado -que contempla también a buena parte del sindicalismo- si Cristina preside el PJ, o si lo hace Ricardo Quintela, ese extravagante creador de dineros truchos encaramado en la torre del castillo que pretende enterrar al kirchnerismo.