CONFLICTO POR LAS ESCUELAS

El momento más difícil de Neuquén es ahora

Ya no tiene sentido reducir la coyuntura a un conflicto entre un gremio y un gobierno. El conflicto es si hay o no clases en las escuelas.
lunes, 18 de marzo de 2024 · 22:12

Neuquén vive su momento más difícil ahora, en estos días sacudidos por la inestabilidad crónica que significan las escuelas sin clases. Nada implica más daño a la sociedad que la imposibilidad de educar y contener, de producir ese enorme acto de igualdad concreta que es la escuela. Es una dificultad política la que se muestra, con impecable puesta en escena, con una gran bandera del sindicato ATEN tapando la puerta principal de la Casa de Gobierno. La casa que simboliza al pueblo en su expresión democrática, la de un gobierno elegido por la mayoría.

La continuidad de la huelga y el estado de sitio al que se somete al símbolo del gobierno, que es su casa, pretende sostener en el primer plano el escenario de una disputa entre un gremio y un gobierno. Pero este ya no es el conflicto. El conflicto es si hay clases o no; si se educa, o se alimenta a cambio la creciente barbarie, ya instalada.

Sería un fenomenal retroceso, a una etapa pre-sarmientina del país. Las diferencias políticas entre la izquierda y el kirchnerismo remanente, origen del rechazo a la última oferta salarial después concretada por decreto, no alcanzan para justificar el tamaño del daño que se produce cada día que pasa.

El conflicto es si hay escuelas dando clases o si no. No pasa por el nivel salarial, materia siempre abierta a la discusión en un país con inflación galopante y deterioro cruel de su moneda; pasa por si se retrocede a aquel país lleno de analfabetos, con pocas escuelas y mucha pendencia, desunido, anárquico, sin desarrollo ni progreso ni riqueza ni más ambiciones que una libertad confusa y sin objetivos. 

El único resultado positivo que pueden tener los dólares que produce Vaca Muerta es mejorar la educación de los neuquinos. Neuquén debe pasar del Estado beneficiado por la extracción de las riquezas del subsuelo, al Estado productor de conocimiento. Así podrá liderar y ser fructífero. Así cumpliría la profecía de Parravicini, de ser el faro del mundo. No se puede lograr esto con semejante muestra de desprecio por las escuelas, y con una bandera de un sindicato bloqueando la puerta del emblema de la democracia institucional que es la Casa de Gobierno.

 

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