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Domingo 25 de Mayo, Neuquén, Argentina
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El mundo de las guerras perpetuas

Cómo la crisis del orden liberal occidental permite que los conflictos en Ucrania y Medio Oriente se perpetúen sin solución.

Domingo, 25 de mayo de 2025 a las 10:34
Hamas desató la guerra en Medio Oriente
Aún hay secuestrados israelíes en Gaza
Netanyahu es presionado dentro de Israel para que negocio el regreso de los secuestrados
Nertanyahu quiere cumplir sus objetivos antes de terminar la guerra
Zelenski sigue pidiendo mas ayuda internacional para frenar a Putin
A pesar de las negociaciones, Rusia sigue atacando Ucrania

La eterna continuidad de las dos grandes guerras que impactan a nivel global nos permite revelar la profundidad de la crisis que atraviesa hoy el orden liberal establecido hace más de 70 años. No solo muestran la incapacidad de sus instituciones para gestionar los asuntos mundiales y la falta de visión y decisión política de sus principales líderes para evitarlas, sino, y más grave aún, su impotencia para frenarlas. Por eso los conflictos entre Rusia y Ucrania y el de Israel contra el grupo terrorista Hamas se han perpetuado.

La naturalización de estas guerras se explica por la declinación del orden mundial establecido luego de la Segunda Guerra Mundial, que gestionó el orden global de la mano de Estados Unidos y que se viene resquebrajando por su ineficiencia para dar respuestas a las tres grandes crisis de este siglo XXI: la financiera, la de la inmigración y la pandemia. Estas crisis impactaron brutalmente en enormes sectores sociales a nivel global que empezaron a descreer en la democracia como el mejor sistema para resolver sus problemas.

Este escenario se completa con la aparición de liderazgos que hábilmente encontraron un discurso que canalizó la frustración de las sociedades, sobre todo las occidentales, que tiene como eje enterrar el componente liberal y, con eso, llevarse puesto el multilateralismo y el mundo basado en reglas. En esta radicalización del sistema internacional quedan pocos para defender la agenda liberal y menos aún con capacidad de influir realmente en los asuntos mundiales.

Putin, el adelantado

El que primero vio esta debilidad occidental fue el presidente ruso, Vladimir Putin. Pero no en 2022 cuando invadió Ucrania, sino en 2014 cuando se quedó con Crimea en un instante ante la mirada ingenua de Obama, pero sobre todo de Europa, que siguió teniendo al líder ruso como un interlocutor válido porque priorizó seguir disponiendo de su energía. La ex canciller alemana Angela Merkel lo sabe muy bien.

La reacción llegó muy tarde, ya cuando las tropas rusas invadieron Kiev en febrero de 2022. Ahí tomaron conciencia del peligro que significaba Putin y consolidaron una alianza militar y política inédita en Europa para sostener al presidente ucraniano, Volodimir Zelenski, ante el embate de Rusia. Les sirvió para que toda Ucrania no cayera en manos de Putin, pero no para hacerlo retroceder lo suficiente. Su estrategia terminó de agotarse cuando Donald Trump llegó a la Casa Blanca con planes para un cese del fuego que, en todos los casos, parece que dejará a Putin bien parado. Esto implica quedarse con gran parte del veinte por ciento del territorio que le arrebató a Ucrania en estos años y la garantía de que Ucrania nunca entre en la OTAN.

Con Estados Unidos más cerca de Putin que de las democracias europeas, ahora queda dejar lo mejor parado posible a Zelenski y evitar que el líder ruso salga fortalecido de todo esto. Difícil que no ocurra. Putin no se conforma y creo que puede ir por más: por eso sigue atacando y se le anima a Trump, a quien le corrió el arco varias veces. Negocia algo, como el intercambio de prisioneros con Ucrania que se concretó esta semana, mientras sigue mandando misiles y drones contra Kiev. El lunes habló con Trump y dijo que iban a comenzar "de inmediato" las negociaciones con Ucrania para la paz. Todavía no pasó nada.

A Putin, con la llegada de Trump, se le abrió un escenario inmejorable para ya no solo mantener el statu quo en su zona de influencia, sino para proyectar más poder y más influencia sobre Europa. También sigue desafiando a la Unión Europea metiéndose en sus elecciones, promoviendo el caos y buscando la desestabilización. La Unión Europea, mientras trata de mejorar sus atributos militares para no depender más de Estados Unidos, presionó esta semana con nuevas sanciones a Rusia. Todas saben que no existe posibilidad de que impacten en la estrategia militar rusa.

La perpetuación del conflicto en Medio Oriente

En Medio Oriente siempre todo es más difícil. La guerra que desató el grupo terrorista Hamas el 7 de octubre de 2023 cuando invadió Israel y cometió la mayor matanza de judíos desde la Segunda Guerra Mundial, ya cumplió 19 meses. En este tiempo, el gobierno de Bibi Netanyahu no pudo aún cumplir con los dos objetivos que se propuso: eliminar la amenaza que representa Hamas de la Franja de Gaza y recuperar a todos las personas que ese grupo secuestró ese día. Para eso, sigue convencido, la única manera es ejercer presión militar. No hay nada ni nadie, ni adentro ni afuera de Israel,  que lo haga cambiar de idea.

En todo este tiempo, la comunidad internacional solo elevaba el tono de las críticas hacia Israel por la situación humanitaria y por la destrucción de gran parte de Gaza, y le pedía que considerara ampliar la ayuda humanitaria. Las gestiones para frenar la guerra fueron impulsadas por Estados Unidos, con Joe Biden y con Trump, que negociaron con Qatar y Egipto, y solo tuvieron parcial éxito cuando se concretaron para habilitar la liberación de parte de los secuestrados israelíes que regresaron a cambio de miles de presos palestinos que estaban en las cárceles israelíes.

Hoy, frente a la profundización de las operaciones militares israelíes y la decisión, verbalizada por el mismísimo Netanyahu y por miembros de su gabinete, de ocupar territorio y desplazar población palestina dentro de la Franja y eventualmente a otros países árabes, el gobierno de Israel enfrenta una presión internacional sin precedentes. Varios países occidentales están tomando represalias por la situación humanitaria que atraviesa la Franja de Gaza. Por pedido de 17 de los 27 Estados miembros, la Unión Europea revisará el acuerdo de asociación que tiene con Israel. Por su parte, el gobierno británico de Keir Starmer decidió suspender las negociaciones para un futuro acuerdo comercial con Israel. Hasta el mismísimo Trump, principal aliado de Netanyahu, habló de que había que parar la guerra por el hambre. Como si fuera poco, el mundo árabe condiciona normalizar el vínculo con Israel a establecer una hoja de ruta para los palestinos que hoy están fuera de la agenda de Netanyahu.

Se llegó a un punto crítico para Netanyahu que no quiere ceder hasta no cumplir lo que prometió y que no pudo hacer en 19 meses. Para aflojar las presiones Netanyahu permitió la reanudación de la ayuda humanitaria que Israel bloqueaba desde marzo. Pero, ya dijo, lo hace para continuar la guerra porque no quiere que nada arruine sus objetivos. "No debemos dejar que la población caiga en la hambruna, ni por razones prácticas, ni por razones diplomáticas", declaró Bibi esta semana, tras anunciar la reanudación limitada de la ayuda humanitaria destinada al asediado y bombardeado enclave palestino.

Estos escenarios, marcados por la debilidad de las democracias occidentales y su imposibilidad de influir en asuntos con alto impacto económico, político y diplomático a nivel global, junto al desprestigio de las leyes internacionales, configuran el escenario donde Trump cree que, a través de su diplomacia transaccional que trae del mundo empresarial, puede transformarse en el único que puede frenar estas guerras que se perpetúan ante la mirada impotente de todos.

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