El hallazgo ocurrió el martes 9 de julio en una casa de Entre Ríos y activó un operativo de rescate encabezado por personal especializado, que trasladó al animal a un refugio para su evaluación y cuidado. El animal fue identificado como un yaguarundí joven y sorprendió su presencia en una zona urbana densamente poblada.
Según expertos, este tipo de episodios podrían reflejar el creciente avance de la urbanización sobre los hábitats naturales, lo que obliga a muchas especies silvestres a desplazarse y entrar en contacto con espacios humanizados.
El yaguarundí (Herpailurus yagouaroundi) es uno de los felinos más esquivos del continente americano. De cuerpo alargado, patas cortas y orejas redondas, se lo describe como más similar a una nutria que a un gato.
Su color puede variar entre rojizo y gris oscuro, su comportamiento es más bien solitario. Es un animal diurno que prefiere desplazarse al nivel del suelo y se alimenta principalmente de pequeños animales vertebrados.
Tras su rescate, las autoridades ambientales informaron que el ejemplar se encuentra en buen estado general, aunque permanecerá en observación. Se evaluarán las condiciones para una posible reinserción en su hábitat natural, una vez que se garantice su seguridad y la existencia de un entorno propicio.
Una especie en riesgo silencioso
A pesar de su amplia distribución (desde el sur de Texas hasta el norte argentino) el yaguarundí es un enigma tanto para la ciencia como para la conservación. Estudios recientes advierten que su población podría ser más reducida de lo que se creía y que su estado real podría estar subestimado.
Las imágenes obtenidas por cámaras trampa son escasas y la identificación individual es compleja por su pelaje uniforme. Frente a este panorama, su preservación se vuelve un desafío, no solo por su carácter esquivo, sino también por la invisibilidad que rodea su situación ecológica.