Más de 150 civiles fueron masacrados en Burkina Faso por hombres uniformados en varias aldeas del norte del país. Las víctimas y sus representantes han acusado a miembros de las fuerzas de defensa y seguridad por el ataque. La presión sobre las autoridades del país, que niegan la acusación, ya tiene escala global.
Según los sobrevivientes se trató de una operación de represalia del ejército en contra de los aldeanos, a los cuales se acusa de apoyar a terroristas en una región plagada por la inseguridad. Cabe recordar que las Fuerzas Armadas de Burkina Faso luchan contra una insurgencia de grupos afiliados al Estado Islámico y a Al Qaeda, pero que también aumentan los ataques a civiles.
El ataque se produjo el 20 de abril cuando un grupo de hombres vestidos con uniformes militares arribó a la aldea en camionetas, motocicletas y vehículos blindados. Allí, entraron y dispararon causando pánico. Luego reunieron a los residentes en grupos y los ejecutaron antes de abandonar el área.
La organización burkinesa de derechos humanos, el Colectivo contra la Impunidad y la Estigmatización de las Comunidades (CISC, por sus siglas en francés) ha estado investigando la masacre y brindando apoyo a las víctimas. En un comunicado del 27 de abril informó que ya se habían encontrado 136 cuerpos en Karma, incluyendo 50 mujeres y 21 niños.
Para la ONU los atacantes eran “supuestamente miembros de las fuerzas de defensa y seguridad acompañados por auxiliares paramilitares conocidos como Voluntarios para la Defensa de la Patria (VDP)”. El CISC ha pedido implementar una investigación independiente para imputar a los responsables de la masacre y determinar si debe intervenir la Corte Penal Internacional.