James Dewey Watson, uno de los científicos más influyentes del siglo XX, murió a los 97 años en un centro de cuidados paliativos tras una breve enfermedad. La noticia fue confirmada por el Laboratorio Cold Spring Harbor (CSHL), institución neoyorquina donde desarrolló gran parte de su carrera.
“Con profunda tristeza lamentamos el fallecimiento del Dr. James Watson (...). Reconocemos sus contribuciones a la ciencia y a la comunidad investigadora”, expresó el CSHL en la red X.
Su hijo, Duncan Watson, aseguró que su padre “nunca dejó de luchar por las personas que sufrían enfermedades”, destacando su vocación científica y compromiso con la investigación biomédica.
El hallazgo que cambió la historia
En 1953, Watson, junto a Francis Crick y Maurice Wilkins, describió por primera vez la estructura de doble hélice del ácido desoxirribonucleico (ADN). La investigación se basó en los datos de difracción de rayos X obtenidos por la biofísica Rosalind Franklin, cuya labor fue reconocida años después.
El descubrimiento permitió comprender cómo se almacena y transmite la información genética, transformando la biología molecular, la medicina y la genética moderna.
Entre sus consecuencias más directas se destacan avances en la ingeniería genética, la medicina personalizada y la identificación forense, además de generar debates éticos sobre la manipulación del material genético humano.
Carrera, liderazgo y legado institucional
Watson fue autor prolífico, mentor y gestor científico. Desde 1968 dirigió el Cold Spring Harbor Laboratory, impulsando programas de investigación en cáncer, neurociencia y biología molecular. También promovió el inicio del Proyecto Genoma Humano, motivado por su interés en comprender trastornos psiquiátricos como la esquizofrenia, que afectaba a su hijo Rufus.
Bajo su gestión, el laboratorio se consolidó como un centro de excelencia en ciencias biológicas y expandió su campo hacia la biología vegetal y la genómica aplicada.
Controversias y retiro de la vida pública
La figura de Watson se vio envuelta en polémicas desde 2007, cuando el diario británico Sunday Times publicó declaraciones suyas con connotaciones racistas sobre la inteligencia y la población africana. Tras la difusión de esos dichos, Watson renunció a la dirección del CSHL.
Años después, reiteraciones de comentarios similares provocaron su desvinculación definitiva del laboratorio. Sus declaraciones generaron un profundo debate en la comunidad científica sobre los límites de la libertad de expresión en la ciencia.
Últimos años y legado material
En 2014, Watson vendió su medalla Nobel por 4,7 millones de dólares. El comprador, el empresario ruso Alisher Usmanov, devolvió la pieza a la familia en un gesto de reconocimiento.
Fue además una figura popular en la cultura contemporánea: su imagen y la “doble hélice” se convirtieron en íconos de la ciencia moderna, reproducidos en sellos, campañas y materiales educativos.
Watson fue el último sobreviviente del trío que descifró el ADN. Sus colegas Francis Crick y Maurice Wilkins habían fallecido en 2004.
Por qué importa su legado
El trabajo de James Watson marcó el inicio de la genética molecular, una disciplina que hoy sostiene la investigación en medicina, biotecnología y neurociencia.
Su aporte permitió desarrollar técnicas como la secuenciación del genoma, la edición genética (CRISPR) y el diagnóstico molecular de enfermedades.
A pesar de las controversias, su descubrimiento sobre la estructura del ADN continúa siendo una de las piedras angulares del conocimiento científico moderno.