Las mesas del té en la casa de campo de mi infancia, eran un claro reflejo de un país próspero. Los frutos de la tierra y la naturaleza toda, se daban cita a las 17 para hacer las delicias de grandes y chicos.
Tartas dulces, mermeladas y dulces de variados sabores, tostadas de pan de campo para untar con manteca de producción propia, frutos secos y algunas veces panqueques de dulce de leche, desfilaban ante nuestros ojos que muchas veces, como decía mi madre, eran más grandes que el estómago.
El motivo de semejante banquete respondía simplemente a que por aquel entonces, la única heladera que había era a kerosene y no garantizaba el mantenimiento prolongado del frío necesario para conservar los alimentos. Por esa razón, todo se cocinaba rápido y se consumía de la misma forma. Ya he comentado en otras oportunidades, que lo que se comía en nuestra casa, también se proveía a hogares de otros empleados de la estancia y de los mismos patrones.
Lo cierto es que la vuelta de la escuela siempre tenía ese aroma a cosas ricas hechas por mamá, Julia o la abuela, cuando nos visitaba.
Completaban la merienda jarras con café, té, mate cocido y leche de las vacas ordeñadas esa mañana.
Los panqueques de dulce de leche se terminaban enseguida, tal vez por eso le pedí a Julia que me enseñara a hacerlos para no tener que esperar hasta vaya a saber cuándo.
Aquí les acerco la receta, fácil y rápida y algunos consejitos para que les salgan deliciosos.
Ingredientes
125 grs. de harina
250 ml. de leche
2 huevos
1 cucharada de aceite
1 pizca de sal
Se baten con batidora los huevos con un poco de harina y leche hasta lograr una crema. Luego y de forma alternada la harina y la leche restantes, una pizca de sal y la cucharada de aceite para evitar que se peguen. Debe quedar una masa lisa, con la contextura de la crema líquida.
Lo ideal es dejar reposar la masa una ½ hora en la heladera para que la harina se hidrate, si están apurados, no hay problema, igual se pueden hacer enseguida.
Se calienta una sartén a fuego no muy fuerte con un poco de manteca y se comienza a incorporar con un cucharón la masa desde los bordes con movimientos circulares para que cubra toda la superficie. Con la punta de un cuchillo con punta redonda, levantar un poco el borde para comprobar si ya se puede dar vuelta.
Cuando está listo se lo coloca sobre un plato dando vuelta la sartén y se repite la operación colocando uno sobre otro. De ésta forma se mantienen húmedos y tibios.
Por último, rellenarlos con abundante dulce de leche y ¡a la mesa!
Los más golosos pueden espolvorearlos con azúcar y con un tenedor calentado en la hornalla, tomarlo siempre con un repasador, quemar la superficie para darle un toque gourmet.
Deseo que los disfruten. Hasta la próxima.