Lo que debía ser un trámite rápido terminó en un verdadero escándalo mediático y judicial. El viernes pasado, Mauro Icardi se presentó en el Chateau Libertador, el exclusivo edificio donde vive Wanda Nara, para retirar a sus hijas como parte del proceso de revinculación ordenado por la Justicia. Pero lejos de ser una visita fugaz, la situación se desmadró: más de diez horas de tensión, presencia policial y un show mediático sin precedentes.
El despliegue fue tal que no solo alteró la rutina del edificio, sino que generó bronca entre los vecinos, quienes estallaron en el grupo de WhatsApp del consorcio. Mientras los periodistas y fotógrafos rodeaban el ingreso, los propietarios no podían salir ni entrar con normalidad y la seguridad del edificio debió trabajar horas extra para contener la situación.
“Yo y toda mi familia no nos vamos a hacer cargo de las horas extras del jefe de seguridad”, reclamó un vecino indignado en el chat. Otro fue más tajante: “Es una vergüenza que no pueda entrar y salir de mi casa con privacidad”.
Pero eso no fue todo. La exposición pública también encendió alarmas. Una vecina escribió preocupada: “Es peligroso. Ni ustedes ni yo somos mediáticas. No me interesa que nadie sepa cómo vivimos… y encima por algo tan triste”.
Además, trascendió que se filtraron fotos desde el interior del edificio, lo que desató sospechas internas: “¿Qué vecino estará mandando fotos?”, se preguntaron, mientras otros sugerían comenzar a “resguardarse”. “Qué papel triste, tristísimo”, sentenciaron en referencia al autor o autora de las filtraciones.
Según relató el panelista Santiago Sposato en el programa DDM (América), los principales reclamos de los vecinos no fueron directamente hacia Wanda Nara —quien tiene a su madre, Nora, en el mismo chat del consorcio— sino hacia la invasión mediática que colapsó la tranquilidad del lugar.
Mientras tanto, desde la Subsecretaría de Protección Civil confirmaron que el operativo se desarrolló sin inconvenientes mayores y que no hubo heridos ni situaciones médicas de emergencia. Pero lo cierto es que la paz del Chateau ya no es la misma.