El caso de la muerte del oficial Gabriel Mandagaray, durante una capacitación para ingresar al cuerpo de elite COER de la Policía de Río Negro siempre tiene un capítulo más. Es que a la culpabilidad de los jefes a cargo del curso, ahora la Justicia va contra los integrantes de la Jefatura que avalaron la realización sin ningún tipo de control, sin comida suficiente, sin médico, sin salvavidas ni presencia de Prefectura para las actividades acuáticas en el mar. El padre del oficial, el ex Jefe de la Regional I de Viedma, apuntó contra sus camaradas, los acusó de vagos y relató que se enteró que el aspirante número 30 se había ahogado y tuvo que destapar un cuerpo en la morgue para enterarse que era su hijo.
Esta mañana arrancó en Viedma el juicio contra los altos jefes que pusieron su firma para la realización del curso: el comisario Carlos Grasso quien era el director de Capacitación y Perfeccionamiento; y el comisario Inspector Oscar Szmansky Jefe del Departamento de Capacitación. Extrañamente, la cadena de culpabilidad se puede cortar ahí, ya que, el Jefe de Policía, Osvaldo Tellería, no puede haber desconocido los detalles por su responsabilidad y porque concurrió al acto de apertura, no está acusado y sólo participa como testigo.
Prácticas contrarias a la dignidad humana de los cursantes, son un excesivo desgaste físico que generó en los cursantes heridas en pies y manos, como además orinaron a un cursante, les hicieron colocar máscaras con excremento animal en el rostro, y les hicieron ingresar desnudos al mar a altas horas de la madrugada sin ningún tipo de seguridad
En la primera de las jornadas del breve juicio, arrancó con el alegato de apertura del fiscal Guillermo Ortiz quien los acusó de que con su falta de control permitieron "prácticas contrarias a la dignidad humana de los cursantes, con un excesivo desgaste físico que generó en los cursantes heridas en pies y manos, como además orinaron a un cursante, les hicieron colocar máscaras con excremento animal en el rostro, y les hicieron ingresar desnudos al mar a altas horas de la madrugada sin ningún tipo de seguridad".
También les atribuye que los aspirantes no contaran con alimentos ni agua para los días en que se debía desarrollar el curso. En cuanto a este tema, también habló el padre del oficial muerto, quien con el curso en marcha debió llamar a un amigo para que le provea al COER carne picada. Y su testimonio fue desgarrador: "El tercer día, el día en el que fallece mi hijo tuve un llamado telefónico del Subcomisario pidiéndome por favor que le consiga carne picada, la cual un amigo donó y fue uno de los que se quedó al lado del cajón de mi hijo. Así son los amigos, están cuando se lo necesita, como ese día cuando donó esa carne picada que mi hijo nunca comió".
Nuevamente, el ex Jefe de la Regional I de Viedma, quien se veía a diario con las máximas autoridades de la cúpula policial, relató cómo se enteró lo sucedido: "Mi hijo se despidió de mí con un abrazo el domingo a la mañana, me dijo 'esta boina me la vas a dar vos'. Y volví a ver a mi hijo después de que me indicaron en el hospital por las puertas que tenía que pasar", dijo con la voz entrecortada.
El testimonio desgarrador continuó: "Presentí algo muy malo. Cuando entré a la morgue vi un cuerpo tapado con un sábana y cuando lo descubrí vi que era mi hijo, que estaba todo mojado". Luego explicó que "cuando yo llegué al lugar decían que se había perdido el número 30 y ni siquiera me decían quién era. Mi hijo pasó a ser un número. Todo el mundo disparaba y yo esperaba ver a alguien de Capacitación que me dijera que había pasado, no había nadie".
Presentí algo muy malo. Cuando entré a la morgue vi un cuerpo tapado con un sábana y cuando lo descubrí vi que era mi hijo, que estaba todo mojado". Luego explicó que "cuando yo llegué al lugar decían que se había perdido el número 30 y ni siquiera me decían quién era. Mi hijo pasó a ser un número. Todo el mundo disparaba y yo esperaba ver a alguien de Capacitación que me dijera que había pasado, no había nadie
"Ni durante la búsqueda del cuerpo de mi hijo ni cuando apareció, nunca hubo nadie. Todavía estoy esperando, a casi tres años, que venga uno de Capacitación que me diga 'Tito, pasó esto con tu hijo, quedate tranquilo que yo voy a investigar porque me corresponde a mí, porque estaba bajo mi órbita'. Esto era una capacitación, era un curso y hace casi tres años escucho el mismo silencio que estamos presenciando ahora", aseguró en el juicio.
Y luego arremetió sin filtro contra su excamaradas: ".Mi hijo tenía 25 años y nadie controló ¿Saben por qué no controlaron? Porque el área de Capacitación y Perfeccionamiento era para mandar a los vagos, a los que ya les faltaban dos o tres meses para retirarse. El primer acto de irresponsabilidad que uno tiene es aceptar un cargo para el cual no estabas preparado, transitó durante 30 y pico de años por esta carrera haciendo nada y hoy la vagancia y la inoperancia llevó a mi hijo a otro mundo, no lo tengo más"
Gabriel Mandagaray tenía 25 años, sus padres eran comisarios, Antonio Jefe de la Regional I y su mamá Adriana Fabi, actual Jefa de Toxicomanía, en aquel entonces Jefa de la Regional de Los Menucos. El 15 de abril de 2021,fue obligado a meterse al mar con un tronco en sus hombros. No sabía nadar. Estaba vestido con su uniforme, tenía borcegos y hasta el arma con el cinto correspondiente. Estaba agotado físicamente después de caminar 60 kilómetros sin la debida alimentación, hidratación y descanso. También había sido sometido a diversas humillaciones por parte de sus jefes e instructores que lo obligaron a meterse a un tanque australiano y revolcarse en la bosta de vaca. Incluso uno de ellos lo orinó.
Con es stress encima lo obligaron a meterse al mar. No habían medidas de seguridad, Prefectura no había sido convocada para prácticas en el agua y tampoco se contaba con una ambulancia en el lugar para cubrir cualquier emergencia. Murió ahogado, otros dos aspirantes alcanzaron a salir pero debieron ser llevados en una camioneta particular hasta El Cóndor, ubicado a 100 kilómetros, con principio de hipotermia.
Los jefes del cuerpo de elite COER fueron condenados: Alejandro Gattoni, 4 años y 10 meses de prisión; Alfredo Nahuelcheo, 4 años y seis meses; Maximiliano Vitali y Marcelo Contreras, 4 años y tres meses. También recibieron también inhabilitaciones para desempeñar funciones policiales.