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Viernes 06 de Junio, Neuquén, Argentina
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Se desconocieron a la salida del boliche y terminaron a las trompadas en el centro de Neuquén

A esa hora, cuando el boliche suelta su última canción y la puerta se vuelve un embudo de cuerpos transpirados, muchas veces no queda más que eso: el grito, el puñetazo, la mirada torcida, la corrida.

Por Redacción

Jueves, 05 de junio de 2025 a las 15:48

Eran casi las seis. El frío se pegaba en las paredes como un viejo papel desgarrado. En la esquina de Belgrano e Yrigoyen, justo cuando el viento baja por el Limay con resaca de madrugada, un puñado de adolescentes, cargados de cerveza y furia, decidió medir su hombría a los golpes. A trompadas. En el medio de la calle. En el corazón de la ciudad.

No es una historia nueva. Tampoco sorprende. En esa esquina, como en tantas otras del centro neuquino, la noche se vuelve un campo de batalla sin estrategia. A esa hora, cuando el boliche suelta su última canción y la puerta se vuelve un embudo de cuerpos transpirados, muchas veces no queda más que eso: el grito, el puñetazo, la mirada torcida, la corrida. Y después, el silencio cortado por las sirenas.

Una vecina —no quiso dar su nombre— contó que el estruendo de la pelea le sacudió el sueño. “Esto pasa todos los fines de semana. Llamamos a la policía, pero ya sabemos cómo es: cuando llegan, ya se fueron todos”. En el video que circula se ven rostros difusos, muchachos empujándose con desesperación. Uno tropieza y cae contra el asfalto. Otro grita. Un tercero observa, celular en mano, documentando la decadencia.

La noche de Neuquén tiene dos caras: por un lado el goce y el disfrute, por el otro lado la que sangra entre adoquines, donde los pibes se rompen la cara por nada. En este siglo XXI, la violencia no es sólo una herencia. Es una costumbre con cronograma: miércoles, viernes, sábado. Como si la ciudad tuviera un reloj programado para explotar en cada esquina de cemento y luces artificiales.

Los vecinos llevan años pidiendo presencia policial fija en ese punto. No se trata ya de prevenir una catástrofe —que parece inevitable— sino de sostener lo poco que queda de la noche sin miedo. 

Al cierre de esta nota, no hay detenidos ni investigaciones abiertas. El video se disuelve en redes como todo lo urgente, como todo lo que mañana ya no importa. Pero en la esquina del centro, los vecinos —esos testigos sin cargo— saben que el próximo fin de semana el espectáculo va a repetirse. Solo cambiarán los protagonistas. Porque acá, en Neuquén, la violencia juvenil ya no sorprende. Se espera.

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