Adiós a un emblema callejero
Murió Chipi, el hombre que caminaba por Cipolletti
Samuel Facundo Quiroga fue atropellado, y no pudo superar las heridas recibidas. Falleció en el hospital de Cipolletti.Una leyenda caminante, urbana, de Cipolletti, murió este domingo. Se llamaba Samuel Facundo Quiroga, era más conocido como “Chipi”, y falleció en el hospital Pedro Moguillansky, por las heridas que sufrió en un accidente, la noche del sábado, en la ruta 151, justo al ingreso de la planta de agua de la ciudad.
En el incidente estuvo involucrado un vehículo Ford Fiesta Kinetic color blanco conducido por un hombre de 53 años, oriundo de la localidad de Centenario. Quien iba acompañado de su esposa y sus dos hijos menores de edad.
Como consecuencia, "Chipi" sufrió una fractura expuesta en su pierna izquierda, y múltiples fracturas en el resto del cuerpo y, según trascendió, tuvo un paro cardiorrespiratorio mientras estuvo en la terapia intensiva del nosocomio local. Fue operado de urgencia pero no sobrevivió.
“Chipi” caminaba, todo el día, y fumaba. Se hizo tan conocido, que atravesó generaciones, y recibió un reconocimiento poco común, el de su figura estampada en distintos lugares de la ciudad, en muros que lo reflejaron así, caminando y fumando.
Lo recordamos con algo que escribí en 2014:
El hombre que fumaba en la pared
Era un hombre que fumaba, fumaba sin parar, y estaba estampado en la pared. La gente pasaba a su lado y no lo veía, o tal vez no le hacía caso. En la ciudad, todos corrían, todos andaban apurados, y el hombre fumaba casi con desdén, flaco, alto, con los pantalones que no le llegaban a los tobillos, como Cantinflas, y también un poco como Luis Sandrini. Fumaba y tal vez se reía un poco, entre tos y tos, cuando pasaban a su lado para ir al banco, para ir a la tienda, para comprar zapatos, para adquirir medicamentos, para comprar la comida en el supermercado, para llegar pronto a casa a ver el show de Marcelo Tinelli, para tomar un taxi olvidando para qué tomabas un taxi, para hacer la cola en la oficina donde te entregan el último documento, para compartir una masacre en una misa, para votar en las elecciones, para mirar vidrieras, para hacer el trámite, para ir de un lugar hacia el otro, es decir, de la vida a la muerte.
El hombre fumaba y estaba detenido para siempre en esa imagen, caminando sin caminar hacia algún lugar que ya no existe. Lo vi en una pared de la calle 25 de mayo, a metros de San Martín, y también lo vi en la Tres Arroyos, en otro muro blanqueado especialmente para que se apreciara su figura, el hombre que fumaba en la pared, y en ninguno de los dos lugares la gente lo veía, la gente no ve nada porque está muy apurada haciendo los trámites necesarios para vivir en la ciudad del ocaso, o la ciudad del acaso, o la ciudad en que la gente piensa que hay una ciudad, pero sí les aseguro
Que el hombre que fumaba en la pared
También caminaba por las calles como una golondrina desplumada,
Un pájaro libre devenido en ave de corral,
Y llevaba los pantalones con los tobillos al descubierto,
Y llevaba los zapatos grandes y puntiagudos como un payaso del siglo 19,
Hasta que se quedó a vivir en dos paredes, en una caminando hacia el Sur, en la otra caminando hacia el Este, con el cigarrillo entre los dedos manchados, con una plegaria entre los labios resecos, con una lágrima en cada ojo, una lágrima como un billete de ida sacado al paraíso, de ida solamente, del paraíso no se vuelve, aunque el viento te vaya secando de a poco esa lágrima llena de humanidad, o de sufrimiento (que es lo mismo), la va secando hasta que queda solamente una mancha en la pared, solamente la figura de un hombre que fumaba en la pared sin que nadie, nadie, nadie, lo viera nunca,
Porque estamos todos muy apurados,
Todos muy contentos de estar apurados,
Todos corriendo hacia la muerte, hacia esa llanura sin paredes ni cigarrillos, ni hombres con pantalones como nubes que no tapan los tobillos ni las alas ni las lágrimas
Ni el olvido
De la ciudad que acaso es una ciudad, o tal vez no, tal vez es solo un sueño.
(16 de agosto de 2014).
Rubén Boggi