LA OTRA "GUERRA"

Malvinas: así se espió a los ingleses desde un faro

Una increíble historia fue reconstruida por un radioaficionado de Centenario en un programa de AM 550 y 24/7 Noticias.
domingo, 2 de agosto de 2020 · 19:31

Hubo un hombre, radioaficionado, que armó un sistema para interferir y capturar comunicaciones de la flota inglesa llegando a nuestras Islas Malvinas, en el marco de la guerra por ese territorio, librada en 1982. La historia, poco conocida, salió a la luz en el programa “Viaje al puerto de la noche”, luego de que el oyente de Centenario Rodolfo Egulian se comunicara con la producción.  Todo comenzó a principios de julio cuando se emitía el espacio de “Fotos con Historia”, con el aporte desde Buenos Aires de Rubén Russo, y la recorrida por los faros ubicados en la costa atlántica argentina. Allí, el colaborador del programa se detuvo en la estructura ubicada en la localidad bonaerense de Claromecó.

Al finalizar la emisión, Egulián solicitó la posibilidad de comunicarse personalmente con Russo, para acercarle una información sobre ese faro. Durante casi un mes, ambos investigaron esa información, ampliándola con archivos del diario La Voz del Pueblo de Tres Arroyos, del periodista Fernando Catalano y de familiares del protagonista de la historia: el radioaficionado Omar Angel López Cabañas, “Lito, para los amigos”, acota Egulián.

Luego de recopilada toda la información, se realizó un nuevo programa adonde Egulián –desde Centenario- y Russo –desde Berazategui- trazaron las actividades que realizó “durante 76 días”, montando una antena en lo alto del faro e interfiriendo y capturando las comunicaciones de la flota inglesa, en plena guerra.

LA HISTORIA

A partir del 2 de abril de 1982 y la recuperación del territorio argentino de las Islas Malvinas, Sandwich y Georgias del Sur, Lito López Cabañas comenzó a pensar en cómo utilizar su gran conocimiento de radioaficionado para lo que sería la llegada a nuestros mares de la flota inglesa. Desde su casa –a unas cinco cuadras del centro de Claromecó-, observó que la estructura del faro ubicado en la costa sería una magnífica base para sus operaciones.

En este sentido, Egulián contó que el mismo López Cabañas trazó una estrategia para la recepción e interferencias de las comunicaciones de la flota “y descubrió que el centro de las comunicaciones inglesas” era el portaaviones “Invencible”, luego averiado por la Argentina.

Para esto, el radioaficionado de Claromecó consideró para sus acciones, además de la altura del faro para colocar la antena, que se trata de “una zona bastante limpia de interferencias electromagnéticas y que el espejo de mar que tienen hacia la zona de Malvinas era una autopista para las ondas”, recordó Egulián.

Entonces “Lito tomaba como puntos a dos antenas, una ubicada en Malvinas y otra en Puerto Belgrano, trazaba una línea con el transportador en la mesa de su casa (lo que se conoce técnicamente como “radiocronometría”) y empezó a volcar en cuadernos frecuencia por frecuencia de las transmisiones inglesas”, recordó desde Centenario, Rodolfo Egulián.

Además de “peinar” las comunicaciones inglesas, López Cabañas contaba con una línea telefónica activa durante las 24 horas en su casa, para trasladar a las autoridades argentinas todo lo que obtenía.

En determinado momento (acotaron Egulián y Russo), observan que las órdenes tenían una voz femenina, por lo que convocaron a una amiga “Susana Ferrando, que hablaba muy bien el inglés y empezaron a transmitir desde el faro para confundir a la flota inglesa”. Además, Ferrando también colaboraba en la traducción de las comunicaciones que obtenían.

Paralelamente, López Cabañas y sus amigos Hugo Cortés y el antenista Carlos Bancur, instalaron un “amplificador lineal de alta potencia de 2 KW que en determinada frecuencia les permitía interferir” y superponer las transmisiones entre la flota británica.

Entre el contenido de las comunicaciones inglesas obtenidas, aún hoy emociona a Egulián y Russo, cuando desde un helicóptero un piloto gritaba (en la jerga aeronáutica británica) “están lloviendo perros y gatos” al advertir un ataque de la aviación naval argentina.

Esta historia, de la que algo se publicó en el periódico de Tres Arroyos, salió a la luz a partir de un simple recorrido sobre los faros argentinos y a través de la inquietud de un oyente que se transformó en protagonista e impulsor de un recuerdo que honra –una vez más- a tantos y tantas argentinas que sintieron un deber patriótico en aquel momento.

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