A unos más de 2.000 km de distancia de Malvinas y a 43 años de la guerra que allí se desató por la lucha de su soberanía, un edificio se levanta a orillas del lago Nahuel Huapi, en Bariloche, que honra la memoria de los veteranos que volvieron y de los jóvenes que dejaron su vida en las islas.
La obra, pensada desde su inicio como una política pública de memoria y cultura, se presenta no sólo como un museo sino como un punto de encuentro. Su ubicación estratégica, su arquitectura y los elementos conmemorativos que lo integran, lo vuelven un sitio de visita obligada para quienes recorren Bariloche.
Un edificio que mira al lago
El museo se emplaza frente al Centro Cívico y al lago Nahuel Huapi, en Avenida Juan Manuel de Rosas 155. Con más de 350 metros cuadrados de superficie, el edificio combina materiales tradicionales con diseño contemporáneo, buscando armonía con el entorno natural y la costa del lago. En su exterior se diseñó una plaza urbana con jardín y fuente de agua, y una estructura arquitectónica con forma de proa, evocando al crucero ARA General Belgrano.
El memorial, contiguo al edificio, incluye un mirador con vista privilegiada sobre el Nahuel Huapi, placas con los nombres de los 649 soldados argentinos que cayeron en combate en la guerra y una estructura que emula el escenario y la geografía de las Islas, tanto durante la guerra como en su naturaleza.
El paisaje y esa postal invitan, emotivamente, a quienes recorren el lugar, a reflexionar desde la contemplación y vivir un homenaje al aire libre.
El avión del recuerdo: el Mirage III
El Mirage III es quizás la pieza más emblemática del complejo. Es el último de los modelos que combatió en operaciones durante 1982 y fue trasladado al nuevo museo como testimonio vivo. Se lo emplazó sobre la costa del lago, casi flotando sobre el agua, de modo que parezca al borde del despegue, una imagen cargada de simbolismo que muchos visitantes buscan fotografiar.
Este avión funcionará no sólo como monumento estático, sino como eje visual del memorial: representa la valentía, el sacrificio, y la guerra, pero también sirve para hacer presente la idea de soberanía y memoria. Su colocación fue pensada también para integrarse al paisaje, sin romper la serenidad del entorno, sino potenciando su impacto emocional.
Por dentro: historia, compromiso y reflexión
Al ingresar al museo, podemos encontrar paneles que despliegan los fundamentos históricos, jurídicos y geográficos del reclamo argentino sobre las Islas Malvinas, Antártida y Atlántico Sur. Hay mapas, documentos oficiales, testimonios audiovisuales de veteranos y familiares, y espacios dedicados a la reflexión sobre los tratados internacionales y los hechos de 1982.
También se habilitaron salas para exposiciones temporales, seminarios y charlas; un salón principal con paneles móviles adaptable para conciertos, charlas o actos culturales; dependencias administrativas, depósitos, y servicios para la comunidad. La propuesta interior busca equilibrar lo educativo, lo memorial y lo vivencial.