HISTORIA DE LA REBELDÍA
Del "no al caño" al "no al maltrato" pasaron 38 años
En 1986, Felipe Sapag se plantó ante el gobierno de Raúl Alfonsín para conseguir un polo petroquímico en Neuquén.En 1986 gobernaba Felipe Sapag en Neuquén, y Raúl Alfonsín el país. Neuquén hacía fuerza por dos grandes objetivos industriales: una planta de fertilizantes (Fertineu), y el desarrollo de un polo petroquímico que permitiera la separación "en origen" de los componentes ricos del gas. En ese contexto, el gobierno nacional dispuso la construcción de un gasoducto, el Neuba, para llevar el gas desde Neuquén a Bahía Blanca, y hacer allí lo que el MPN y Sapag querían hacer aquí.
El gasoducto comenzó a tenderse, y Felipe Sapag, en un acto de rebeldía también promocionado ampliamente por su hermano Elías, por entonces Senador de fuerte influencia en la política grande, lanzó el "no al caño", una campaña que hay que entenderla en un contexto donde no existían todavía las redes digitales, ni los teléfonos celulares, ni siquiera, Internet. El "No al caño" quería decir que Neuquén impediría el paso del gasoducto por el río, en su límite geográfico, si no se accedía al menos a alguna de sus demandas.
El hecho político fue relativamente impactante, pero Neuquén siguió sin planta de fertilizantes, hasta el presente, y sin polo petroquímico, hasta estos días.
En 1991, gobernaba Río Negro, Horacio Massaccesi. La pelea era con el gobierno del peronista Carlos Menem, por fondos nacionales para afrontar una complicadísima situación financiera de la provincia, que no podía pagar sueldos a los estatales. Massaccesi decretó, el 5 de julio de ese año, la incautación de 15 millones de dólares, pertenecientes al Banco Central de la República Argentina, que estaban en custodia en la bóveda del Banco Provincia de Río Negro, en General Roca.
Por esa bravuconada institucionalmente cuestionable, a Massaccesi lo nombraron el Robin Hood patagónico y tuvo su momento efímero de fama, que lo impulsó para ser, incluso, candidato a presidente por la UCR. Se le abrió una causa judicial, que tuvo condena recién en 2013: tres años de prisión, que nunca terminaron de quedar en firme hasta que la causa quedó en la nada. Río Negro, obviamente y con otros gobernadores, siguió con su inestabilidad financiera hasta el presente.
Ahora, otro gobernador patagónico, en este caso de Chubut, el joven Ignacio Torres, también amenaza con encender el fuego de la rebeldía, y cortar el suministro de gas y petróleo hacia Nación, que es, en realidad, hacia otros distritos de la Nación conformada por 24 provincias, las "provincias unidas del Sur" que dice el himno de Vicente López y Planes, ahora bajo una nueva interpretación circunstancial, en las que no están tan unidas ni tan al sur. Torres esgrime como fundamento no tanto a "la plata" (que Nación no le envió, aduciendo el cumplimiento de un contrato), sino "el maltrato" al que es presuntamente sometido/a por el gobierno del desmesurado Javier Milei.
Si se siguen los antecedentes históricos, y se confirma el bloque patagónico de un reclamo conjunto, no hace falta ser Parravicini para colegir cómo puede terminar esta nueva historia.