Cuando en Argentina entramos de lleno a la impostada celebración del Día del Niño, desfigurado como "día de la niñez", o "día de las infancias", y otros barbarismos a tono con nuestra decadencia educativa, el dato informado por UNICEF le pone un poco de espanto al cotillón: hay un millón y medio de chicos en el país que han dejado de comer al menos una de las habituales y necesarias comidas diarias.
“El aumento de los precios y el estancamiento económico desde hace más de una década han incidido en la capacidad de generación de ingresos de millones de hogares con niñas y niños”, se argumenta en el informe, dejando de lado cualquier interpretación apresurada respecto de la inmediatez de la coyuntura, y se afirma que “10 millones de chicas y chicos en Argentina comen menos carne y lácteos en comparación al año pasado por falta de dinero, en un contexto en el que, además, los ingresos de casi la mitad de los hogares con niñas y niños no alcanzan para cubrir gastos básicos de alimentación, salud y educación”.
Según el escrito, difundido este martes en los principales portales informativos, la pobreza “afecta especialmente a las personas que viven en hogares con menos acceso educativo, a los hogares monomarentales, con jefatura femenina, o cuando están situados en un barrio popular”.
En Neuquén, estos números tal vez no difieran demasiado, en sus porcentajes correspondientes, de la situación general. Le pone contexto a la situación la puja política entre el gremio docente ATEN y el gobierno, que complica mucho más las cosas al hacer más difícil el acceso a las escuelas para, precisamente, los más desprotegidos, los más necesitados.