En los valles irrigados del norte patagónico, el maíz avanza sobre suelos que hace no tanto eran tierras de pastoreo o frutales. Río Negro impulsa desde hace un tiempo este cultivo como parte de una estrategia más amplia: diversificar la matriz agroindustrial, sumar valor local y fortalecer la integración entre agricultura y ganadería. El maíz, por su adaptabilidad y valor forrajero, se consolida como el cereal más “federal” de la Argentina, y ahora también gana protagonismo en el sur.
La tercera jornada técnica sobre Ganadería y Agricultura en el Valle Irrigado de Conesa fue un nuevo paso en esa dirección. Productores, estudiantes, técnicos y representantes de distintas instituciones participaron del encuentro, organizado en el marco del Plan Ganadero que articula esfuerzos entre el INTA, la Cámara Agraria de Conesa, el ENDECON, el Programa Ganadero Bovino y la Secretaría de Agricultura del Ministerio de Desarrollo Económico y Productivo de Río Negro.
“El silaje de maíz no solo es una herramienta estratégica para la alimentación del rodeo, sino también un pilar para integrar agricultura y ganadería bajo riego”, expresó durante la jornada el secretario de Agricultura, Lucio Reinoso. “Esta técnica permite diversificar la producción, mejorar los márgenes económicos y aprovechar al máximo los recursos productivos de nuestra provincia”, agregó.
Por su parte, el presidente de la Cámara Agraria de Conesa, Daniel Vázquez, valoró el espacio como una herramienta concreta para proyectar la próxima campaña: “El silaje permite conservar el forraje con calidad y optimizar los costos de alimentación. Este taller fue una excelente oportunidad para planificar y seguir mejorando”.
Conocimiento técnico y diálogo de campo
Durante la jornada se abordaron temas clave: manejo del cultivo, elección de variedades adaptadas al clima y suelo de la región, densidad y época de siembra, fertilización, y control de plagas y malezas. También se analizaron los costos de producción, herramientas de financiamiento disponibles y la logística necesaria para la conservación del silaje.
Las exposiciones estuvieron a cargo de las ingenieras agrónomas Evelyn Neffen y Gabriela Garcilazo, y del licenciado Edgardo Tejeda, todos profesionales del INTA Valle Inferior, junto al contratista Fabián Miró, con amplia experiencia en trabajos de forraje en la región.
Más allá de lo técnico, el ciclo de talleres apunta a algo más profundo: construir capacidades locales, fomentar el arraigo y consolidar una ganadería sustentable en el Valle de Conesa. El maíz, en este escenario, no solo alimenta animales: también nutre la posibilidad de un modelo productivo más integrado, adaptado al sur y con futuro.