En un país marcado por el ajuste en el Estado por el repliegue del Estado nacional, Neuquén vive una realidad distinta. La obra pública, paralizada en muchas provincias, sigue activa y visible en gran parte del territorio neuquino, y eso se refleja en los niveles de aprobación que recibe la gestión de Rolando Figueroa.
Según la última encuesta de Reyes Filadoro, la obra pública es el área mejor evaluada del gobierno provincial, con un 64% de imagen positiva. Además, el 67% de los encuestados asegura haber visto obras en ejecución en su ciudad o localidad, y el 56% reconoce que son responsabilidad directa del gobernador.
Este diferencial es clave en el actual contexto. Mientras el Gobierno nacional recortó partidas, suspendió proyectos y se desentendió de la inversión pública, la provincia tomó el control y mantuvo en marcha planes de pavimentación, infraestructura escolar, sanitaria y vial. En tiempos de ajuste, la obra pública se convirtió en sinónimo de presencia del Estado.
Pero no es solo una cuestión de cemento. La ejecución de obras es, para muchos vecinos, la principal evidencia de que hay una gestión que cumple. Figueroa no solo sostiene indicadores positivos en infraestructura, sino también en otras áreas como educación, seguridad y eliminación de privilegios, todas con más del 50% de aprobación.
Este respaldo a la gestión se refleja también en la intención de voto. De cara a las elecciones legislativas de octubre, el 62% de los neuquinos afirma que elegirá candidatos que defiendan la provincia, por sobre quienes apoyen los lineamientos del Gobierno nacional. La ciudadanía no quiere obediencia al poder central, sino compromiso con el territorio.
En ese marco, la obra pública se vuelve una bandera política, un símbolo del contraste entre una provincia que avanza por cuenta propia y una Nación que se retira. Los datos son elocuentes: solo el 5% cree que las obras en marcha son responsabilidad del Gobierno nacional. El resto reconoce la capacidad de gestión provincial.
Figueroa, con un 66% de aprobación general y un 68% de imagen positiva, aparece como ordenador del escenario político. Sus candidatos arrancan con un piso del 34% y un techo del 65%, incluso con posibilidades de captar votos entre simpatizantes del presidente Milei, lo que confirma que la gestión real supera las divisiones ideológicas.