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Jueves 24 de Abril, Neuquén, Argentina
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"Dañar el recurso arqueológico es como incendiar un Picasso"

Lo dijo el arqueólogo Ramiro Barberena. "Al que rompió la pared para llevarse una de las pinturas, seguro que se le destruyó en las manos" lamentó
Miércoles, 29 de enero de 2025 a las 23:46

"No sé por qué algunos piensan que el recurso arqueológico es algo infinito. Pero no lo es, no es algo renovable. Dañarlo es como prender fuego un cuadro de (Pablo) Picasso. No vas a poder resucitarlo para que lo pinte de nuevo. Y toda esa información que nos 'habla' a través de piezas y sitios arqueológicos, tampoco se recupera si se dañan".

Con esas palabras Ramiro Barberena, uno de los tantos arqueólogos qué, a lo largo de los años, estudió la enorme riqueza arqueológica que esconde la cueva del Huenul, lamentó la última noticia que existe sobre ella, vinculada a los destrozos qué, el domingo, realizaron en su interior autores ignorados.

¿El más saliente? El robo de un trozo de pared que mostraba una de las pinturas rupestres más antiguas de las que existen en toda Sudamérica.

"Constatar que esas pinturas tenían más de 8.000 años fue un logro. Y esa constatación las convirtió en las más antiguas que pudieron ser datadas en todo el continente" se enorgulleció el experto, que trabajó en conjunto con su colega Guadalupe Romero.

La pintura rupestre qué, literalmente, se llevaron, seccionando el muro de la Cueva

La posibilidad se dio en base a una minuciosa tarea. "Es que los dibujos generalmente se realizan con sustancias inorgánicas, que no pueden ser sometidas a estudios químicos, por eso existen tan pocos de ellos que pueden ser fechados con el rigor que da el Carbono 14  (un radiocativo del carbono que se usa para ese fin)" contó Barberena, en diálogo con Mejor Informado.

"En nuestro caso encontramos unas pinturas pequeñas, de color negro, que habían sido realizadas con carbón vegetal. Ésas si pudimos someterlas (aislando una muestra de pigmento) a la prueba de carbono. Su antiguedad asombró a toda Sudamérica. Todavía no pudo evidenciarse con esa certeza absoluta un registro rupestre más antiguo" sentenció.

También lamentó lo que ocurrió con una de esas pinturas. "Si alguien sacó el trozo de pared-como aseguran- para llevárselo, seguro que se le desintegró entre las manos, o al querer trasladarlo. Las paredes de la cueva son de roca sedimentaria volcánica, no resisten esa manipulación. Es realmente lamentable" subrayó, apenado.

Una cueva fascinante

La cueva del Huenul tiene la lógica de las muñecas rusas. Esas piezas decorativas que encierran  unas figuras adentro de otras. En este caso, es una superposición de evidencias arqueológicas que pueden abrir múltiples ventanas al pasado, remontándonos a momentos en los que ni siquiera se registraba presencia humana.

"En su base, suelo abajo, hay restos de megafauna, que fue anterior a la llegada de los primeros humanos. Especies completamente extintas como perezosos gigantes, por ejemplo. Estudiarlas arroja datos valiosos acerca de cómo eran los ambientes, los paisajes y la vegetación por entonces" se entusiasmó el arqueólogo. 

Ramiro Barberena es arqueólogo del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (Conicet) y de la Universidad de Cuyo 

Además, las condiciones estructurales de esa caverna provocan que el grado de conservación de las piezas sea único.  "Es un lugar enorme, en el que los sedimentos quedaron protegidos. Encontramos, por caso, la 'caca' de un perezoso de hace 16.000 años" graficó.

Luego, suelo arriba, comienza la evidencia de presencia humana. " Son registros que datan de 11.000 años atrás. Hallamos pequeños restos de comida (guanacos, algarrobo...que formaban parte de la dieta) y también utensilios". 

"Después-prosiguió- hay un montón de pinturas rupestres, qué, como mencioné antes, pudieron fecharse y son las más antiguas qué, hasta el momento, se hallaron en Sudamérica".

Esas pinturas tienen una particularidad, y hablan del alto 'tránsito' qué, por así decirlo, tuvo ese espacio a través del tiempo. 
"Hay dibujos superpuestos. Porque, a través de 8.000 años, muchos fueron dejando su impronta incluso sobre escenas e imágenes pintadas por quiénes los precedieron" graficó.

Lugar de encuentros y ritos

Entre los dibujos que se repiten, en la cueva figura un símbolo qué en nuestros días puede asociarse con la figura de un peine, pero el profesional asegura que podría tener un significado ligado a rituales vinculados al clima.

"Es una raya horizontal con varias líneas. Nosotros creemos que la cueva fue clave, un lugar de encuentro de muchos grupos qué, impulsados por la aridez del clima, eran nómades. La aridez, lo seco, correspondía a una etapa dura que ellos tuvieron que atravesar. En la caverna creemos que se juntaban para hacer, entre otras cosas, algún tipo de ritual, tal vez vinculado a atraer mejor tiempo" aseguró el hombre.

Un lugar único, en Neuquén 

Las pinturas rupestres que hay en ella los evidencian. "Hay una que es conmovedora, que muestra 8 o 9 personas agarradas de las manos, con lo que parece un tocado en la cabeza" contó. "También hay dibujados choiques, y varias figuras geométricas".

¿Hasta cuándo estará a la deriva?

El primero que registró las maravillas arqueológicas que resguarda la cueva fue un arqueólogo que la estudió en 1970. 
"Fue un profesional llamado Jorge Fernández, que ya está fallecido. Él excavó un montón, pero de hecho no estudió los materiales que extrajo ni los publicó. Con los años quisimos estudiar el material que recuperó, pero no lo pudimos encontrar" aseguró Ramiro Barberena.

"Fernández también dañó un poco ese patrimonio. Y, desde allí, nunca hubo un resguardo adecuado. Estamos en 2025 y todavía no se definió cómo asegurar esa riqueza arqueológica" lamentó.

"Habría que hacer un parque arqueológico, que cuente con un museo y un sector dónde la gente pueda recorrer sin afectar nada. Ese proyecto hace años que está, pero el Estado no avanza" finalizó, apenado.
 

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